Lunisol Guzmán, dominicana, era una mujer cálida, de gran corazón. Una madre soltera que crió a tres hijas. Casi cincuentona, adoptó a dos hermanitos.
Poco después llegó la tragedia. Guzmán falleció por el COVID-19 y un varoncito de cuatro años y una niña de dos se quedaron sin su madre. Sin embargo, no estaban solos. Dos de las hijas adultas de Guzmán –Katherine, de 32 años, y Jennifer, de 28– se harán cargo de ellos.
“Es una maldición, porque perdimos a nuestra madre, pero una bendición al mismo tiempo”, dijo Katherine. “Ahora tenemos dos angelitos”. Jamás consideraron otra opción que no fuese hacerse cargo ellas de los pequeños.
“Estos chicos son parte de nuestra familia”, expresó Katherine. “No hubo que pensarlo demasiado”. Guzmán, una dominicana que vino a Nueva Jersey de veinteañera, manejó durante 11 años un autobús de la Universidad Estatal de Montclair antes de la pandemia.
El vicepresidente de la casa de estudios la describió como una persona “diligente, apacible”. Hace cuatro años, Lunisol decidió que a los 46 años quería ofrecerle un hogar temporal a un niño, Zavion. Dos años después lo adoptó. Y cuando la madre biológica de Zavion tuvo una niña, adoptó a Jazzmyn, para que los dos hermanitos pudiesen criarse juntos.
¿Qué fue lo que motivó a Lunisol a adoptar niños bien entrados los 40? Katherine cree que fue un evento traumático de hacía mucho tiempo, cuando estando embarazada tuvo que ser operada de emergencia y perdió un bebé. “Siempre sintió que le faltaba algo”, cuenta Katherine. “Hasta que decidió adoptar y darle una casa a un niño necesitado”.
El año pasado Lunisol se casó en Newark, Nueva Jersey. Su esposo, Ismael Lugo, un año menor que ella, tenía dos hijos de una relación previa y adoptó a los cinco hijos de Lunisol. Entre el mayor y el menor había 30 años de diferencia. No eran la familia nuclear típica, pero había mucho amor. La alegría, sin embargo, duró poco: Ismael murió por el COVID-19 el 11 de abril y Lunisol el 7 de mayo, después de pasar seis semanas en un hospital.
Katherine y Jennifer querían tener hijos, pero sentían que no era el momento oportuno. Tras la desgracia, buscaron la custodia conjunta de Zavion y Jazzmyn. Zavion vive mayormente con Jennyfer y su marido en Newark y Jazzmyn está con Katherine y su novio en la vecina Elizabeth, a pocos minutos en auto.
Las dos hermanas se ven a menudo para que los niños puedan jugar juntos. Hablar de la muerte de su madre pone a Katherine y a Jennifer al borde de las lágrimas, pero la presencia de sus hermanitos les da fuerzas. “Gracias a ellos no nos quebramos”, dijo Katherine. “Nos despertamos por la mañana y están Zavion y Jazzmyn, que dependen de nosotras”.
Katherine afirma que los dos niños son fuertes, aunque de vez en cuando dicen “extraño a mami”. “No permitiremos que se olviden de ella”, manifestó Katherine.