El cristiano y la clase media

El cristiano y la clase media

Decía Nietzsche uno no se convierte al cristianismo; uno debe ser lo suficiente nauseabundo como para necesitarlo.
Ahí está el punto porque mucha gente perteneciente a la clase media no acepta a Cristo en su corazón.
Lo primero es que se considera económicamente autosuficiente; y considera que lo que tiene se debe a su propio mérito y esfuerzo. No comprenden que toda dádiva proviene de Dios.
Segundo, muchas veces la clase media no se considera pecadora. Cree que pecado es solo matar o robar. Y como ellos no matan ni roban entonces ¿para qué arrepentirse? Entienden que no ameritan ningún perdón porque no han cometido pecado. Y resulta que no darle a Dios la honra que merece ya es pecado.
Para Dios todo hombre es pecador, fue destituido de su gloria; no hay uno bueno; no hay uno justo. Y todos necesitamos arrepentimiento, reparación, conversión, restitución y expiación.
Tercero, por lo general la clase media cree que el que busca a Cristo es el pobre, paupérrimo, desposeído y necesitado.
Cuarto, la clase media tiene una tendencia a intelectualizar o razonarlo todo; y resulta que a Dios no se le entiende por medio del razonamiento lógico; más aun, a Dios más que entenderle hay que creerle y obedecerle. En el cristianismo, se anda por fe y no por vista.
Quinto, la clase media es muy inclinada a la vida religiosa, cree en corrientes alejadas de Cristo, como el misticismo, el budismo, el gnosticismo, islamismo, confusionismo, materialismo; y todos esos ismos lo llevan a vivir en todo menos en tener al Hijo de Dios en su corazón.
Sexto, hay un desprecio por la vida eterna; circunscribe su vida al bienestar temporal y pasajero en la tierra; cree que debe beber y gozar porque como quiera moriremos. Ignora que quien tiene la fe en Cristo aunque muera vivirá eternamente.
Séptimo, hay un cierto sesgo de orgullo. Admitir un error o falta considera que le desmerita; reconocer la responsabilidad humana, afirma John Stott, en su libro La Cruz de Cristo, no disminuye la dignidad de los seres humanos; en realidad, la enaltece.
Quizás el orgullo es el más grande de los pecados de la clase media. El arrogante vive en la auto justificación; se cree en lo correcto y que el otro es siempre el que está mal. Ignora que la ira de Dios se revela contra la impiedad y la injusticia de los hombres, y el orgullo es uno de ellos. Quién podrá reconocer sus propios errores, se preguntaba con acierto el salmista. ¿Acaso puede el leopardo quitarse sus propias manchas? Clase media, alta o baja… todos necesitamos de Cristo!

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