Reseña del libro de Fernando Conde Torrens
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- Los otros Césares fueron nombrados por Diocleciano¹ cuando dividió el imperio en cuatro prefecturas como respuesta al inminente peligro de disolución a que se vio amenazado el imperio a causa de las ambiciones de los generales que se proclamaban emperadores, nombrados por sus tropas, lo cual generó el asesinato de varios emperadores legítimos y de los mismos que se autonombraban emperadores, y era deber del Augusto Iove Diocleciano, o de quien ocupara ese máximo cargo, auxiliado por los otros Césares, combatir a los usurpadores y con su muerte restablecer la legalidad del imperio.
La causa de esa matanza de emperadores legítimos, de generales usurpadores y de Césares que gobernaban prefecturas no aparecen en la obra de Conde Torrens, pero en cualquier libro sobre la historia del surgimiento del feudalismo se nos dice que este modo de producción se inició cuando el propio Diocleciano, ante la crisis de disolución del modo de producción esclavista que produjo la grandeza de Roma, dividió el imperio y ordenó la repartición de tierras a los campesinos y bárbaros romanizados y creó lo que se llamó el impuesto “del hombre-tierra” y este originó lo que sería a partir del año 476 la servidumbre de la gleba o lealtad del campesinado al señor feudal a cambio de protección. - Cuando Lactancio le formuló a Diocleciano la propuesta de crear una nueva religión que evitara la destrucción del Imperio y el fin del mundo, el emperador llamó a su presencia al joven Constantino, a quien su padre, Constancio, Augusto de la prefectura de las Galias, le había confiado la educación militar de su hijo de 17 años, porque cuando muriera, le sustituiría en el mando. Constantino era, pues, el ahijado de Diocleciano.
Diocleciano consultó con su yerno, Galerio, César de Oriente, y este le respondió en iguales términos y le advirtió lo peligroso de esa doctrina para la estabilidad del imperio y para el pueblo inculto y vulgar, muy inclinado siempre a novelerías y supersticiones, pero que la clase culta de Roma, creyente en los dioses del Panteón rechazaría semejante propuesta por absurda. - Al joven Constantino no le pareció absurda la propuesta de Lactancio y así se lo comunicó a su protector Diocleciano y este le tomó desconfianza desde ese momento y sobre todo después que Constantino se reunió en privado con Lactancio y estuvo de acuerdo con su doctrina, pero le recomendó que se volviera a su ciudad y que, luego él, llegado el momento propicio, le mandaría a llamar para iniciar la implantación de la nueva religión.
Pero pasaron largos años antes de que Constantino y Lactancio se volvieran a comunicar por carta. Se produjo en el 305 en ocasión del retiro de Diocleciano como Augusto Máximo. Murió el padre de Constantino. Éste ocupaba el cargo de Tribuno y ayudante de su padre y las tropas proclamaron al hijo como Augusto, pero como esto era ilegal, debió someter su nombramiento al nuevo Augusto de Oriente, Galerio, a quien Diocleciano nombró en su lugar. Pero Galerio, que ya conocía la opinión de Constantino con respecto a la propuesta de Lactancio, ante la falta de un líder militar de la talla de Constantino, no tuvo más remedio que reconocer su nombramiento, pero en vez de Augusto de las Galias, le rebajó a César, como forma de controlarle. - Con la derrota de Licinio, el Augusto de Oriente, a quien Galerio había designado como sucesor en caso de muerte, Constantino selló la unidad del Imperio Romano y gobernó solo, aunque designó a sus hermanastros, hijos de su padre Constancio con Teodora, gobernadores de las distintas prefecturas y él se reservó la de Oriente y estableció su capital en Nicomedia, no en Milán (Mediolanum) donde Diocleciano lo estableció.
Constantino le declaró la guerra a su cuñado Licinio, no al revés, porque este se negó a implantar en su prefectura la naciente religión que el Augusto había adoptado como forma de evitar la disolución del Imperio y restablecer su unidad, precariamente lograda, a través de la religión de un Dios único, aunque Constantino nunca se convirtió al cristianismo, pues las clases gobernantes de Roma mantenían la creencia en sus dioses del Panteón, ya que las religiones que se basaban en milagros y supercherías eran las adecuadas para el pueblo inculto que no conocía de filósofos ni de los grandes escritores, poetas e historiadores griegos y romanos . Como el Emperador era quien encarnaba la unidad política y religiosa del Imperio, su poder era divino y podía, por lo tanto, imponer una religión al pueblo.
Esa religión llamada cristianismo por Lactancio fue la que Constantino inventó para el pueblo romano² y el Emperador formó el equipo de redactores de la nueva religión en Nicomedia. - Lactancio redactó los Evangelios de Lucas y Mateo y Eusebio de Cesárea, los de Marcos y Juan, pero como historiador sabía que esa nueva religión era una fabricación y se propuso dejar una marca en cada texto para que tal falsificación se conociera únicamente a través de los especialistas o maestros del conocimiento (Logos) que sabían cómo y con cuál estructura se redactaban los libros en la Antigüedad, ya que los autores firmaban con un acróstico el nombre del autor de la obra. Las estructuras en que los maestros griegos y romanos del conocimiento escribieron sus libros constaban de un complejo y riguroso cálculo aritmético: Una casilla para el número de líneas, otro para el número de palabras con que se inicia un texto, otro para el texto mismo y su cantidad de líneas, la suma de palabra contenidas en cada línea y la forma de la estructura y en las líneas finales del texto se diseminaba el nombre del autor de la obra o el acróstico que este había elegido para comunicarse con el lector a quien estaba dirigida la obra, copia pagada por dicho lector (Año 303, p. 845).
ZOOM
- Cayo Valerio Aureliano Diocleciano gobernó el imperio en crisis desde el año 284 y se retiró en el año 305. Él y sus sucesores lograron detener momentáneamente la caída del Imperio hasta que Constantino tomó el mando y unificó por un tiempo el poder político y religioso, pero a su muerte en el 337, volvió a dividirse en el de Oriente y el de Occidente cuando Teodosio el Grande murió en el año 395 y dejó la herencia en manos de sus dos hijos Honorio y Arcadio. Diocleciano era “hijo de un liberto ilirio” (Bosch, op. cit., p. 164). Para gobernar tan dilatados territorios, Diocleciano nombró directamente a los Césares o Augustos que gobernaron las cuatro prefecturas. Eran especie de virreyes. La primera prefectura fue de las Galias, que comprendía a Francia, «España e Inglaterra»; la segunda fue Italia, «que dirigía los de África y los Balcanes noroccidentales”; la tercera, Iliria, a la que «correspondían los Balcanes y la región del Danubio; y la cuarta fue «toda la parte oriental del Imperio, el llamado Imperio de Oriente.» (Bosch, op. cit., p. 234).
- Precisamente, a los libros de esos historiadores romanos y judíos, después de oficializado el cristianismo como religión del Imperio por Teodosio el Grande, les realizaron los monjes interpolaciones para que el nombre de Jesús y del cristianismo aparecieran desde los tiempos de Tiberio hasta antes de Constantino y el libro de Eusebio titulado Historia eclesiástica también realiza esta proeza. Estas falsificaciones han funcionado como garantía de que Jesús existió como hombre y dios. Pero la primera superchería consistió en que los textos del Nuevo Testamento fueron escritos en griego por Lactancio y Eusebio de Cesárea, y no en hebreo, o arameo, que era esta última la lengua que hablaban estos pescadores analfabetos convertidos en evangelistas por la imaginación de estos dos grandes amanuenses helenizados.