El futuro de nuestras universidades

El futuro de nuestras universidades

Jesús de la Rosa

El futuro de nuestras universidades. La influencia de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) en la sociedad dominicana es considerable. Su origen data de los tiempos coloniales. Es más vieja que la República; y en su momento llegó a ser la única institución de estudios superiores de alcance nacional. A todo esto, cabe agregársele la calidad de la enseñanza que allí se imparte, el derecho de sus investigaciones y lo bien orquestada de su política de extensión cultural.

Sus catedráticos Roberto Cassá, Jacobo Moquete, Andrés Avelino, Ivelise Prats, Zoraida Heredia, Melba Báez, José Nicolás Almanzar García, Bruno Rosario Candelier, Franklin Franco, Luis Gómez, Marcio Veloz Maggiolo, Guarocucha Batista del Villar, Pedro Mir, Aída Cartagena, Tirso Mejía Ricart, Rafael Kasse Acta, Hugo Tolentino Dipp, Franklin Franco y cientos más que escapan a nuestra memoria jugaron un papel decisivo en la consolidación de la cultura nacional.

Durante el Gobierno de “los doce años”, la UASD era el único espacio de la geografía dominicana donde era posible el ejercicio libre del sufragio, la libertad de asociación y el libre debate de las ideas. La UASD es la conciencia crítica de la nación.

Las autoridades del Ministerio de Educación Superior, Ciencias y Tecnología han venido propiciando encuentros y discusiones entre expertos nacionales y extranjeros acerca de los problemas que más afectan a nuestro sistema de educación superior.

Con ellos, hemos debatido temas como el financiamiento, gerencia y uso de tecnologías de punta en la conducción de los aprendizajes, y evaluación de universidades. Las universidades y demás instituciones de educación superior deben mantener su carácter de instituciones autónomas que de modo crítico producen con el fin de atender a las necesidades educativas del mundo contemporáneo.

A decir de expertos en la materia, todo esto requiere que tales instituciones mantengan una clara independencia política, ética y científica.

En esas discusiones e intercambios de puntos de vistas con expertos de organismos internacionales y de universidades extranjeras hemos podidos observar en algunos de nuestros jóvenes especialistas ciertas actitudes de seguimientos y de obediencia casi ciega a los dictámenes de los expertos extranjeros. Incluso lo hemos visto usar los mismos argumentos e imitar los gestos de sus pares extranjeros.

Hay que tener muy en cuenta que en los grandes países industrializados se ha centralizado el control estratégico que los Estados ejercen sobre las universidades, al tiempo en que han disminuido los aportes financieros de estos para los sostenimientos de las instituciones de educación superior.

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