El historiador Luis Emilio Alemar

El historiador Luis Emilio Alemar

Si alguien merece ostentar el nombre de la más amplia, hermosa, popular, concurrida y transitada avenida de Santo Domingo es el historiador, periodista, escritor y servidor público Luis Emilio Alemar, porque él consagró prácticamente su vida a investigar el origen de las denominaciones de todas las vías, callejones, ensanches, casas históricas, ruinas, monumentos y plazas de la capital y las publicó en el único libro que trata el tema de forma minuciosa y profunda: “Santo Domingo-Ciudad Trujillo”, de consulta obligada para conocer esos referentes desde la época colonial hasta 1943 cuando salió a la luz.

El Ayuntamiento del Distrito Nacional hizo el intento de reconocerlo. Emitió una resolución bautizando una calle como “Luis E. Alemar”, pero solo fue la intención. La disposición nunca se efectuó.

El consagrado cronista cumplió años de nacido el 22 de mayo, retomar y aplicar ese dictamen sería el más justo y oportuno homenaje a su grandiosa e intensa labor histórica.

Constancio Cassá, compilador de una gran cantidad de acotaciones, reportajes, notas, notículas y artículos que dejó dispersos en la prensa el postergado y poco enaltecido historiador considera que “es inaudito que a los 69 años de haber fallecido Alemar, y a los 71 años de haber publicado su obra cumbre “Santo Domingo-Ciudad Trujillo”, el Ayuntamiento de Santo Domingo no haya reconocido sus méritos y aportes, designando una avenida importante de esta ciudad con su nombre”.

“Apelo a usted para que unamos esfuerzos y logremos sacar del olvido el nombre de este cronista que también dedicó gran parte de su tiempo a rescatar aspectos de la vida cotidiana, curiosidades y leyendas dominicanas, además de defender con su pluma la soberanía nacional durante la intervención norteamericana de 1916 a 1924”, manifestó Constancio.

Aparte del libro mencionado, Alemar publicó “La Catedral de Santo Domingo”, “La Puerta del Conde”, “Breves rasgos biográficos del general Gregorio Luperón”, “Fortificaciones antiguas”, “Mención de próceres de la Separación” y opúsculos sobre monumentos coloniales.

Cierre periódico. Se entregó por entero “al rescate de nuestro pasado histórico, prestó a la cultura nacional un servicio que todavía no ha sido justicieramente apreciado”, significó Vetilio Alfau Durán con motivo de la muerte de este académico que a pesar de descender y estar emparentado con familias ilustres y acomodadas fue a la tumba “humilde como había vivido”, apuntó Alfau Durán.

Su padre, Manuel Alemar Cancel, nació en Mayagüez, Puerto Rico, y falleció en Santo Domingo. Su madre, María del Rosario Rodríguez Moscoso, era deuda de Eugenio María de Hostos y del obispo dominicano Elías Rodríguez Valverde, así como de la ilustre familia Moscoso. Eran un matrimonio acaudalado que contaba con establecimientos comerciales, la finca “La Primavera”, la estancia “El Toro”, potreros en “Los Tres Brazos” entre otros bienes que cita Cassá.

Luis Emilio se inició en el periodismo muy joven llegando a ser director de La Semana, El Carnaval, La Avispa, El Pueblo, Casos y Cosas, El Almanaque Cómico, El Siglo, El Nuevo Diario, La Caricatura, La Actualidad. En estos últimos dirigía ataques a los interventores estadounidenses con los seudónimos “Paco Guillotina” y “Xaudaro”, por lo que varias veces fue amonestado por los marines, quienes le cerraron el periódico “La actualidad”, allanaron su residencia de San Carlos y le confiscaron un pequeño museo de armas de la época colonial.

Todo su tiempo. Llegó un momento en que la investigación histórica, escribir y publicar ocuparon todo su tiempo. Mantuvo columnas en el Listín Diario, La Opinión, La Nación, revista Renacimiento y el Boletín del Archivo General de la Nación. Sus conocimientos del ayer nacional, urbanísticos, arquitectónicos, costumbristas, eran impresionantes. Fue biógrafo de héroes, próceres, mártires.

Discurría con propiedad sobre batallas patrióticas como del tesoro oculto del célebre pirata Cofresí, las celebraciones de Semana Santa, el fusilamiento del general Santiago Pérez, extranjeros que llegaron para quedarse, los mejores fabricantes de ron, el oficio de borriquero, las primeras cajas fuertes, los anexionistas, cónsules acreditados en el país, la introducción del suero antitetánico, estrenos de obras de teatro, inauguraciones y bendiciones de templos, primeros impresos, los decimeros, fechas históricas, expediciones e invasiones, testamentos, gremios, ruinas, ordenanzas, personajes populares, curiosidades históricas y otros cientos de variados tópicos.

Alemar fue director de la Biblioteca Pública Municipal, comisario municipal de La Romana, canciller del consulado dominicano en Puerto Rico y subdirector del Archivo General de la Nación “al frente del cual se encontraba cuando fue jubilado por el Congreso Nacional debido a su precario estado de salud”, revela Alfau Durán.

Fue miembro de la Academia Dominicana de la Historia, de la de Venezuela y de la francesa.

Era desinteresado en cuanto a transmitir a otros sus dominios del acontecer y a nadie que le consultara le negaba datos y fotos.

En la crónica de su deceso se le describe como “un hombre de bien a cabalidad, de temperamento sencillo y afectuoso” por lo que gozaba del aprecio y el cariño colectivos.

Luis Emilio nació en Santo Domingo, en la calle “Padre Billini”, el 22 de mayo de 1883. Casó con Balbina Emilia Dubreil Fernández con quien procreó a Manuel Emilio, Luis Ramón y José.

Falleció el 7 de julio de 1945 en su residencia de la avenida “Braulio Álvarez” hoy “Teniente Amado García Guerrero”. La sociedad Dominicana de Bibliófilos reeditó su obra sobre las calles, con el título de “La ciudad de Santo Domingo” y también “La Catedral de Santo Domingo”. La Academia Dominicana de la Historia auspició la compilación de Cassá.

La calle. En su resolución número 42/77 el Ayuntamiento del Distrito Nacional tomó en cuenta los valiosos aportes de Alemar a la historia dominicana con sus incansables investigaciones y el tiempo que consagró para legar a la posteridad su importante obra.

También consideró que “este genuino historiador dominicano debe traerse a nuestra generación con el ejemplo que él simboliza y honrar imperecederamente su obra designando una de nuestras calles con su ilustre nombre”.

La vía escogida por el cabildo fue la “Calle 14” de la Urbanización Real, pero en ese sector no hay paseo, bulevar, callejón, plaza, parque o pasadizo que honre la memoria del insigne escritor. Además, el lugar que merece es otro, más a la vista, más frecuentado y animado.

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