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El aumento de los precios limita lo que los hogares pueden gastar en bienes y servicios. Para los menos favorecidos, eso podría conducir a una lucha para pagar lo básico, como alimentos y vivienda.
Otro punto de preocupación son los precios de los activos, especialmente de las casas.
Estos se dispararon en muchos países durante la pandemia, impulsados por una política monetaria ultra laxa, el deseo de los trabajadores a domicilio de más espacio y los esquemas gubernamentales de apoyo a los ingresos.
El debate clave entre los políticos y los economistas sigue centrado en cuánto durará la inflación alta. Hace unos meses, muchos esperaban que el aumento fuera demasiado breve para que la política monetaria tuviera un gran impacto, con el efecto de que las tasas más altas tardarían en filtrarse en las economías. Sin embargo, el conflicto en Ucrania, junto con las señales de que las presiones inflacionarias se han generalizado, han exacerbado los temores de que la inflación resulte más persistente de lo esperado.
Las expectativas de inflación de los mercados para los próximos 2 1/2 años están aumentando en general, lo que respalda la opinión de que el efecto negativo que están experimentando las empresas y los hogares podría perdurar.
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El aumento de precios al consumidor presenta un desafío para los bancos centrales, sobre todo para los países del G7 que tienen un objetivo de estabilidad de precios de alrededor del 2 al 3%. Para alcanzar ese objetivo, los bancos centrales pueden ajustar la política monetaria para frenar la demanda y disminuirla, elevando los costos de endeuda endeudamiento lo que podría ampliar la reducción de los ingresos reales que han resultado de los precios más altos.
Recientemente el Deutsche Bank, aconsejó al Banco Central Europeo que aumente las tasas más rápido, dado que “La inflación está aumentando a riesgos de una recesión mundial”.
Por su parte el Banco Japonés Nomura, señala que la recesión de la eurozona comenzará a la vuelta del verano.
La inflación ha trastocado todos los planes. Las subidas en los tipos de interés traerán, como mínimo, una notable desaceleración en el ritmo de crecimiento. La economía europea transita por una estrecha pasarela tratando de mantener el equilibrio ante el embate de dos fuerzas: a un lado, la que imprime una gran inflación espoleada por el alza de los precios de la energía y, al otro, lo que podría provocar una rápida desaceleración de la actividad.
El incremento de los precios en la economía es generalizado, abarca a la mayoría de los bienes y servicios que componen la canasta familiar básica, y se extiende, en el tiempo, en forma sostenida.
El 63 por ciento de la inflación en 2021 fue influenciada por el grupo de alimentos, transporte, vivienda, etc. y, desde octubre del 2020, comenzó y se mantiene aún sobre la meta proyectada de inflación, pasando de 4.42% a 8.5 por ciento en diciembre del 2021
En la próxima entrega trataremos las implicaciones para el país.