A mi sobrino Siegfried Maruschke hijo (2/4)
Como planteamos en la primera entrega, Europa se enfrenta a importantes divisiones internas, la primera de estas tiene que ver con la estrategia a implementar frente a las amenazas de Rusia, pues, existen dos posiciones: una de carácter “duro” planteada por países partidarios del retorno al statu quo anterior como única solución aceptable (entre los que se encuentran los países del este, España o el Reino Unido); la otra de carácter “flexible” presentada por países que preferirían un acuerdo lo antes posible que requeriría concesiones por parte de Ucrania (incluyen, con matizaciones, a Alemania, Francia o Italia).
Esta división, resultado de una mezcla entre experiencia histórico-política y dependencia energética, se extiende al Gobierno de Hungría.
Las divergencias de estrategia europea también afectan a China, sobre todo a la luz de la experiencia de los riesgos de la dependencia rusa.
En segundo lugar, se va acentuando en la eurozona una división norte/sur en materia de sostenibilidad fiscal, vinculada a la necesidad de retomar el debate sobre las reglas fiscales y a la resurrección del Pacto de Estabilidad y Crecimiento, así como al camino que debe tomar la política monetaria.
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Por otra parte, en el trasfondo de esta división se esconde el debate sobre el modelo de crecimiento europeo, en un contexto geopolítico que ya no puede pasar como en la anterior crisis con la mera combinación de austeridad y exportaciones, sino que requiere una política industrial, energética y tecnológica más intensa e integrada, capaz de potenciar la autonomía estratégica.
Existe una división en materia de energía y cambio climático, con relación a emisión de carbono con discrepancias sobre el alcance y contenido de la reforma energética y sobre la posibilidad de retrasar la transición hacia esta última, para asegurar un suministro adecuado y contribuir a una disminución de los precios.
La última división tiene que ver con las discrepancias sobre el futuro de Ucrania en el marco de la UE, no solo respecto a la ayuda militar y económica, sino a la posibilidad de concederle el estatus de Estado miembro (sin anexarlo a la OTAN), lo que plantea dudas no solo por su nivel de renta y situación de reformas esenciales, sino también en términos de agravio comparativo con otros países candidatos a la adhesión.
Por otro lado, a la UE, como hemos planteado anteriormente, también se le acumulan los riesgos externos, tanto políticos, económicos y financieros.
Es importante referir en este contexto la vulnerabilidad económica del Reino Unido, que no deja de ser un factor preocupante de inestabilidad económica y financiera para el continente europeo.
El nuevo Gobierno de Rishi Sunak deberá centrarse en recuperar la confianza de los mercados, y para ello es importante no sólo que practique una política fiscal prudente, sino que evite riesgos adicionales.
En la próxima entrega se analizará con mayor profundidad, los impactos económicos y sociales que amenazan a Europa.