Podría parecer exagerado decir que La Mañosa, la primera novela de Juan Bosch publicada en 1936 y con más de veinte reediciones después de 1966, el lector dominicano no la conoce. La versión definitiva es la que Bosch corrigió y publicó en La Habana, La Verónica, en 1940 que no circuló en República Dominicana porque la dictadura de Trujillo había censurado las obras de Bosch y que, en 1966 Julio Postigo reeditó su primera versión porque, parece, nunca tuvo entre sus manos la edición cubana cuya portada hubiera llamado, lógicamente, su atención, pues no llevaba el subtítulo “la novela de las revoluciones” y anunciaba que era una “¡Edición revisada!”
Desde su regreso a Santo Domingo en 1961, Bosch había abandonado la literatura en favor de la política, lo que podría justificar, además de las dificultades políticas del momento, haber olvidado su exhaustiva revisión a la primera edición.
En las ediciones posteriores a 1974, figuran variantes que coinciden con la de La Verónica. El olvido de Bosch y el descuido de Postigo en 1966 impidieron entonces que en República Dominicana se conociera la versión que habría que denominar “definitiva”, por los importantes cambios que Bosch hizo a su novela en 1940.
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La primera edición dominicana de esa “versión definitiva” fue patrocinada por Industrias Banilejas en 2004 con notas y variantes de quien suscribe (cuyo estudio Arqueología de un mundo imaginario, fue publicado en 2007 por Efemérides Patrias [CPEP]); luego por la editorial española Berenice e incluida en el tomo III de las Obras completas de Bosch (2009) y en la reedición de la Colección Pensamiento Dominicano vol. VI, de Banreservas y Sociedad Dominicana de Bibliófilos en 2010.
¿Por qué entonces la Fundación Juan Bosch se empecina en seguir reproduciendo la edición de 1966 descartando deliberadamente la edición de 1940 con el supuesto argumento de que esa era la edición que a Bosch le gustaba? Me pregunto pues ¿por qué Bosch hizo la exhaustiva revisión que dio a la estampa La Verónica en 1940? Examinemos algunos cambios relevantes que dan categoría de definitiva a la edición cubana.
En 1966 y en las ediciones siguientes hay un salto de líneas que ha hecho carrera: “Cuando padre estaba no podía hacerlo, porque él se oponía, a veces con burlas, a veces con pleitos [subrayado GPC]”(p.39). Lo subrayado desaparece en la edición de La Librería Dominicana por un salto de líneas en la dactilografía del texto al componerlo siguiendo la primera edición. Empastelamiento que escapó a Bosch.
La Fundación Juan Bosch que, se supone, tiene los derechos de sus obras, sigue reproduciendo la edición de Postigo (Cfr., “Colección Bosch para todos” reimpresión de agosto de 2016), arguyendo que la edición de 1936 era la que el autor prefería. Soslayando deliberadamente lo que Bosch había dicho en 1986 a quien suscribe a propósito de la primera edición de su novela:“Hay algo que no me gusta de La Mañosa y es que me salió demasiado lírica. Hay muchos momentos en que más que novela es prácticamente poesía, pero poesía mala, poesía pobre [subrayado GPC]. Eso no me resulta extraño a mí porque en esos tiempos, cuando yo escribía La Mañosa, un poco antes sobre todo, escribía versos también” (Cfr., citado en Arqueología de un mundo imaginario, CPEP, p.81).
Examinemos, para ilustrar, algunos de los cambios que hizo al íncipit de la primera edición: “Esto nos lo contó el viejo Dimas, cierta noche agujereada de estrellas”. Aunque conserva lo esencial, este íncipit es, en 1940, modificado: “Así contaba el viejo Dimas cierta noche”. Cambio en favor de la acción y más acorde con las nuevas concepciones literarias de Bosch que dice haber comprendido al escribir “El río y su enemigo” que dominaba la técnica del cuento.
Todavía su teoría del género no era explícita, pero tanto en “Característica del cuento” (1944), como en Apuntes sobre el arte de escribir cuentos (1958), insiste en que en el cuento no debe haber digresiones: “En el cuento no puede haber digresión porque la digresión, ya lo dice la palabra, saca la atención de aquello en que está ocupada para llevarla a otro asunto, y en el caso del cuento la distrae de lo que va a ser contado. La distracción cabe en la descripción de uno o varios detalles de lo que se describe, pero en un cuento no cabe nunca”.
Los cambios a la edición de 1936 se corresponden con su teoría Apuntes sobre el arte de escribir cuentos. El nuevo íncipit de la edición cubana, por ejemplo, se acoge al consejo de Kipling: “es más importante lo que se tacha que lo que se deja”; pero también a su propia opinión sobre la acción en el relato: “Es en la acción donde está la sustancia del cuento. […] el cuentista debe usar sólo las palabras indispensables para expresar acción. […] Miles de frases son incapaces de decir tanto como una acción. En elcuento, la frase justa y necesaria es la que dé paso a la acción, en el estado de mayor pureza que pueda ser compatible con la tarea de expresarla a través de palabras y con la manera peculiar que tenga cada cuentista de usar su propio léxico” (Apuntes…).
En las ediciones posteriores a 1966 y naturalmente en la de 1940, numerosas variantes van parejas con su teoría de la narración.
Las variantes se agrupan en grandes renglones que van del estilo a las correcciones gramaticales pasando incluso por restitución del habla campesina, cambios de puntuación, supresiones de episodios y la creación de un capítulo en la primera parte de la novela. Sólo un nuevo capítulo distingue, estructuralmente, la edición de 1940 de la de 1936. No es un nuevo capítulo propiamente hablando sino la transformación de los últimos cuatro episodios del capítulo II de la edición de 1936 que devienen el capítulo III de la de 1940 y se explica: el capítulo II es una analepsis completiva de los padres del narrador: la compra de la Mañosa, la historia de su nombre y de todo lo que permite al niño-narrador hacernos partícipes de la manera cómo la familia llegó a El Pino. En el nuevo capítulo III el narrador retoma la historia y la preparación del próximo viaje de la recua de Pepe, su padre.
Igualmente se observa la supresión de los asteriscos en un episodio del primer capítulo de las ediciones de 1966 y posteriores, porque no obedecen al criterio de separación espacio temporal que predominó en la edición cubana. Para reforzar nuestra opinión, la supresión del episodio en las ediciones dominicanas de 1966 y siguientes se debe a la reproducción de un error de la de 1966 que se mantuvo en las siguientes y no obedece al criterio que Bosch utilizó en 1940.
En la edición cubana, en cambio, Bosch se rebela contra el cultismo de la lengua y restituye, en los diálogos, el habla campesina dominicana.
La crítica y el lector cubanos eran evidentemente diferentes a los de República Dominicana. Asumir la lengua del campesino dominicano favorecía la novela y le daba, a pesar del localismo lingüístico, un aspecto novedoso restituyendo un habla que, como Bosch explica a Bruno Rosario Candelier: “[…]lo importante no era cómo la gente vistiera o hablara o hiciera las cosas; sino cómo la gente sintiera […].Como mis personajes eran de origen campesino, tenía que ceñirme a un lenguaje que se mantuviera dentro de la atmósfera de la vida campesina; no me refiero al lenguaje de los diálogos, a los parlamentos de los cuentos en que siempre traté de usar por lo menos las palabras de los campesinos, los conceptos de los campesinos”.
Con la revisión de 1940, Bosch no busca embellecer su novela. Trata de mejorar la escritura y utilizar palabras más apropiadas. Algunos cambios que también figuran en las ediciones posteriores a 1966 impuestos más por la estilística que por corrección gramatical y la supresión de gazapos de la de 1936, como se puede juzgar en las variantes que aparecen al pie de página en nuestra edición crítica de La Mañosa, en 2004, reeditada en 2009 y 2010.
En 1976, última revisión que Bosch hiciera a su novela, se preocupó por el uso preciso de las palabras. Ejemplo: “Pero después, a la anochecida, empezaron a llevar peores noticias[…]”, reemplaza “llevar” por “llegar”, dándole a la acción un carácter más propio. Igualmente corrige imprecisiones que sólo se reportan en 1974 y 1976.
La edición definitiva de La Mañosa es sin duda la de 1940. Cuando se proyectaba escritor, como le escribe a Trujillo en 1938: “Mi destino es ser escritor […] y no estoy dispuesto a tolerar que la política desvíe mis propósitos o ahogue mis convicciones y principios”.
La Mañosa, escribe para la tercera edición dominicana de 1966: “fue un esfuerzo juvenil […];un camino que dejé abandonado cuando los infortunios dominicanos me forzaron a dedicar mi limitada capacidad de escritor a la lucha política”.