EL LEGADO LITERARIO DE Marcio Veloz Maggiolo

EL LEGADO LITERARIO DE Marcio Veloz Maggiolo

Hace ya un tiempo se ha venido desarrollando una campaña para proponer al escritor Marcio Veloz Maggiolo al Premio Nobel de literatura. Algunos proponentes han sido más modestos y lo han sugerido para el Premio Cervantes, máximo galardón que se le otorga a un escritor en lengua española. Se ha publicado en la prensa y en las redes sociales distintas ponderaciones, discusiones a favor de estas nominaciones. Me propongo dar mi opinión sobre el asunto.

Como ya he expresado en otros escritos, Marcio Veloz Maggiolo es uno de nuestros principales creadores y ha estado realizando su labor por más de cincuenta años. Trabajo por el que ha recibido importantes premios, reconocimientos, celebraciones. Veloz Maggiolo ha ocupado distintos puestos en el servicio exterior del país.

Vino a formar parte del relevo que establece la generación del 1948, la que estaba más próximo. Conformó junto a Carlos Esteban Deive y Ramón Emilio Reyes un grupo de jóvenes talentosos que se reunieron en torno de Antonio Fernández Spencer, uno de los principales conocedores de la literatura hispánica y junto a él publicaron un ciclo de novelas bíblicas como “El buen ladrón”, “Magdalena”, “El testimonio”.

Marcio será una figura importante de la nueva literatura dominicana que surge luego de la Era de Trujillo. Sus obras de entonces, como “El buen ladrón” “Judas”, “ Creonte” y su poesía, muestran a un joven escritor de fuertes posibilidades, capacidad narrativa, dominio léxico, planteamiento de situaciones, nacionales y universales, como se deduce de la lectura de “Nosotros los suicidas” y de “El buen ladrón”, o finalmente, de “La vida no tiene nombre”.

Como figura generacional hay que mencionar su amistad con pintores como Condecito, Norberto Santana, autores como Ramón Francisco y otros que se quedaron en los tormentosos días de esa década tan aciaga para todos los dominicanos. Entonces, la obra de Marcio Veloz logra apuntalar elementos de renovación técnica, una visión completa del país que se encuentra en su tratamiento del tema de la dictadura y el poder, como se puede apreciar al leer “El coronel Buenrostro”, “Camino al ministerio” …. y las novelas “Biografía difusa de Sombra Castañeda”, “Uña y carne” y “Ritos de cabaret”.

Cuando vemos en su conjunto la obra de Marcio Veloz, obra extensa que es difícil abarcar por completo, podemos encontrar logros significativos. Resumo algunas ideas, aportes a la nueva novela dominicana con el ciclo bíblico “Judas”, “El buen ladrón” y otros relatos bíblicos. En todos ellos encontramos a un autor de gran altura, con una conciencia del narrar y un aporte novedoso en las letras dominicanas.

Los temas del poder y la dictadura, tanto en su zaga sobre Villa Francisca, como la experimentación de “De abril en adelante”. El tema histórico de la primera intervención en “La vida no tiene nombre”. El tema del poder en “Uña y carne”, “Biografía difusa de Sombra Castañeda” o la sexualidad y la música popular en “Ritos de cabaret” y en “El hombre del acordeón”. El tema arqueológico que aparece en “Florbella” y en “La mosca soldado”.

Toda la crónica ciudadana, el tema de la memoria y la intrahistoria quedan plasmados por voces y personajes populares en este ciclo de novelas que el autor ha seguido hilando hasta darnos recientemente “Los dueños de la memoria”. Tendrá la sociología de la literatura en este corpus literario un amplio fresco para ver la historia en movimiento y la transformación de la ciudad de Santo Domingo como espacio-tiempo, como cronotopo fundamental.

Otro aspecto que me gustaría llamar a la atención del amable lector es sobre la pertinencia de la obra de este importante autor dominicano son sus cuentos. En un país de excelentes cuentistas como Juan Bosch, José Alcántara Almánzar, Virgilio Díaz Grullón, Ángel Rafael Lamarche, José María Sanz Lajara, Marcio Veloz Maggiolo brilla con un estilo propio, con importantes logros compositivos en el libro “La fértil agonía del amor”. Con temas de realismo mágico como en el cuento que lleva título el libro, o en “La pierna de M. Lavalette” o en “Odiseánica”. En estos textos Veloz Maggiolo vuelve al tema del amor con una prosa muy bien cuidada, con situaciones interesantes y mostrando que no es solo un novelista, sino un autor que puede salir bien en distintos géneros.

Me he quedado maravillado por los distintos escenarios que el autor ha creado. Escenas que queda de forma vivida en la mente de los lectores. Ponga por ejemplo, las descripciones de la desembocadura del río Soco, en “Florbella”(“La mosca soldado”), el espacio costero de Uvero Alto en “Ritos de cabaret” los espacio citadinos y la vida de los pescadores en “La sombra de las tilapias” y recuperación de los espacios del río Ozama como en René del Risco y Bermúdez en “Se me fue poniendo triste, Andrés”.

En su obra me dejan deslumbrado su conocimiento de la Biblia en “El buen ladrón” los escenarios bíblicos que plantea, el lenguaje, la corrección de la prosa y la vuelta a la tuerca que aparece al final de texto. Me sorprende esa capacidad narrativa para un autor, para entonces, principiante. Me gustan sus pequeños cuentos como “El maestro” y “Fantasma de ida y vuelta”; y la destrucción que provocan el poder y la burocracia en “Camino al ministerio”, así como la maravilla de los escenarios mundiales en torno al beso en “Odiseánica”. También Los saltos temporales, el lenguaje y lo maravilloso en “Biografía difusa de Sombra Castañeda”.

Pero hay mucho más en esta obra. Creo que tenemos también a un extraordinario ensayista. Sus artículos en la prensa han sido recogidos en “Literatura y teatro en Santo Domingo” y en “La memoria fermentada” y muchos quedan en las páginas de los periódicos en los que ha sido un colaborador asiduo en las últimas cinco décadas. Sus ensayos tienen una profunda penetración en la que se destacan el conocimiento histórico y científico del autor, pero también su conocimiento sobre la literatura universal, la antropología, la arqueología y la vida de nuestros primeros aborígenes.

En un tiempo tuve una afición por leer su poesía, la que publicó en revistas y periódicos. Me encantó el prosaísmo, la luminosidad de sus metáforas que siempre asocié a los del Cuarenta y Ocho. El tomo de su poesía, publicado por la Universidad Central del Este, muestra que, si no se ha podido destacar como poeta, su escritura no ha sido en vano porque su prosa ha ganado de ese talento poético que muestra en sus poemas.

En fin, con Marcio Veloz Maggiolo tenemos muchas deudas. Muchas lecturas atrasadas que de realizarlas nos permitirían un mejor conocimiento de uno de nuestros principales autores contemporáneos. Tal vez si se leyera más en el país, si sus obras fueran más recomendadas en las escuelas, no solo las opiniones de académicos, sino la de todo un pueblo le darían un Cervantes y ¿por qué no? lo pusieran ante la consideración de la academia sueca. Porque el principal premio para un autor es que sus contemporáneos lo lean en vida. De lo contrario, su obra quedará, cual tesoro velado, como horizonte abierto a los lectores que vendrán.

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