El liderazgo empresarial de RD    

El liderazgo empresarial de RD    

J. LUIS ROJAS

En cualquier parte del mundo, la calidad del liderazgo empresarial juega un rol protagónico en el proceso de diseño e implementación de un modelo de desarrollo socioeconómico, que sea sostenible, inclusivo, dinámico, innovador, creíble y resiliente a los cambios endógenos y exógenos. En fin, líderes empresariales competentes, éticos y visionarios, capaces de transformar la generación de riqueza en plataforma viable para mitigar los efectos nocivos derivados de la pobreza y la desigualdad. 

Hasta que se demuestre lo contrario, la participación, aportes e involucramiento del liderazgo empresarial o corporativo dominicano actual, con respecto a establecer y mantener un modelo de desarrollo socioeconómico en la sociedad dominicana, cuyos resultados generen prosperidad colectiva, han sido tímidos, mediocres y conservadores. A juzgar por los hechos, podría afirmarse que tanto el viejo como el joven liderazgo empresarial dominicano, es más transaccional que transformacional.

Recuérdese que el liderazgo transaccional promueve la estabilidad mediante la implementación del intercambio de “dar y tomar”, recompensa el desempeño y castiga el resultado deficiente. En este ámbito, lo más relevante es que los colaboradores hagan lo que decida el líder. En cambio, el liderazgo transformacional motiva a los colaboradores a desempeñarse de manera eficiente en pro de un objetivo común, en lugar de buscar un beneficio propio o el cumplimiento de objetivos individuales. Además, aprovecha las fortalezas y talentos individuales en pro de la eficiencia y la productividad. También, fomenta un ambiente de cambio, trabajo colaborativo y admiración por el otro y sus destrezas.

Como se ha dicho: “El liderazgo es una condición humana, capaz de impulsar y facilitar procesos de cambios e innovación en cualquier ámbito de las actividades humanas”. Asimismo, es una pieza clave para el desarrollo sostenible y el buen desempeño de los pueblos y de sus instituciones. El liderazgo es uno de los factores más decisivos que puede hacer triunfar o fracasar a una sociedad, una empresa, una institución, una causa, un proyecto, una marca, etcétera. En otras palabras, el líder transformacional es aquel que sirve e influencia a todos con sus decisiones, actuaciones y ejemplos.

Parecería que el viejo y joven liderazgo empresarial dominicano se siente muy satisfecho con el desarrollo y crecimiento del modelo económico actual que impera en la sociedad dominicana. “El desempleo y la incidencia de bajos salarios han derivado en altos niveles de pobreza. En el año 2015, la república Dominicana fue el séptimo país con mayores incidencia de pobreza entre 18 países de la región (BID, 2016). Es importante señalar que, a pesar de su crecimiento ejemplar, fue uno de los países de la región con menos reducción en los niveles de pobreza, solo superando a Honduras y Guatemala. (Banco Mundial, 2017; BID, 2016). Citado por Gazebo, 2020.

El pensamiento, las decisiones, actuaciones y el discurso de los líderes empresariales dominicanos, son muy parecidos a los que enarbolan los líderes populistas contemporáneos. Es decir, mucha espuma y poco chocolate. El alcance del concepto relativo a la generación de riqueza que poseen los líderes corporativos de RD., solo abarca a sus descendientes más cercanos: hijos, nietos y bisnietos). Según la visión y narrativa del sector empresarial dominicano, la generación de riqueza no es vinculante con la erradicación de la pobreza y las desigualdades sociales. A los viejos y jóvenes empresarios dominicanos les fascina establecer y mantener vinculo político partidista y gubernamental.

Al liderazgo empresarial dominicano actual, poco le importa los hallazgos provenientes de los estudios que realiza el Foro Económico Mundial (FEM), a través de sus diferentes versiones del Índice de Competitividad Global (GCI 3.0 y 4.0). Según estos arqueos, la gestión empresarial dominicano no es alentadora. Entre los factores más críticos del desempeño empresarial de RD., se señalan los siguientes: dificultades a la hora de atraer y retener el talento humano, relación entre salarios y productividad, falta de ética, corrupción, temor a asumir riesgos, la no delegación de autoridad, práctica gerencial conservadora, poca tolerancia por las ideas disruptivas, poco sofisticación en cuanto a la comercialización y el marketing.

Además, las investigaciones del Foro Económico Mundial (FEM), establecen otros indicadores adversos a la dinámica empresarial dominicana. Por ejemplo: baja capacidad innovadora, poca diversidad entre los trabajadores, los empleados son pocos interactivos y colaborativos, poca capacidad de colaborar entre empresas o entre empresas y universidades. Asimismo, no es satisfactorio el nivel de investigación en las empresas y en las universidades dominicanas, en publicaciones científicas, en solicitud de patentes, en el gasto en I+D y en la calidad de las instituciones investigadoras. En este orden, es como ha planteado Gazebo: ”Poniendo todos estos factores en el mismo plano, el ecosistema innovador de la República Dominicana es deficiente, por lo que obtiene la posición 90 a escala mundial según el GCI 4.0”.

Es irónico que los viejos y jóvenes empresarios dominicanos se muestren más interesados por saber cuál partido político tiene más posibilidad de ganar las próximas elecciones, que en conocer las sugerencias de mejora que ofrece el Foro Económico Mundial (FEM) en sus investigaciones. El liderazgo corporativo dominicano invierte, de manera clandestina, grandes cantidades de dinero en aquellos candidatos de los partidos políticos con mayores posibilidades de ser elegidos presidentes de RD. Esta práctica es muy parecida al concepto de negocio que diseñó e implementó la transnacional Odebrecht.

Si en verdad los empresarios dominicanos quieren mejorar su reputación, credibilidad, confianza, imagen pública y licencia social, tienen que ser más inclusivos, éticos, solidarios, menos extractivos, así como actualizar su concepto acerca de la generación de riqueza como instrumento para crear condiciones de alto valor agregado a la calidad de vida de todos los ciudadanos. La generación de riqueza solo tiene sentido y valor cuando es capaz de reducir o erradicar las desigualdades. Ojalá que surja alguien con la suficiente calidad ética y moral que ayude a crear un nuevo liderazgo empresarial dominicano, que no piense, decida, actúe, se relacione y hable como los de siglos pasados.

Al liderazgo corporativo dominicano solo le interesa incrementar sus riquezas materiales, sin importar lo que haya que hacer para lograr dicha meta. Para ello, han creado distintos grupos de presión: Consejo Nacional de la Empresa Privada (CONEP), Confederación Patronal de la Republica Dominicana (COPARDOM), Acción Empresarial por la Educación (EDUCA), Fundación Institucionalidad y Justicia (FINJUS), Plataforma de Articulación Empresarial para la Acción climática (PAEAC), Sanar una Nación, Asociación Dominicana de Administradoras de Fondos de Pensiones (ADAFP), Asociación Dominicana de Administradoras de Riesgos de Salud (ADARS), entre otros mecanismos, cuyo propósito estratégico consiste en asegurar y ampliar el poder económico y político, como plataforma para producir riqueza que empobrece a la mayoría y amplia las desigualdades socioeconómicas.

Un ejemplo fehaciente del pésimo, destemplado y malsano liderazgo empresarial que existe en RD., es la desdichada y aciaga propuesta hecha por la presidenta de la Confederación Patronal de la Republica Dominicana (COPARDOM), Laura Peña Izquierdo, con respecto a incrementar la edad de retiro a 65 años de edad, bajo el falso argumento de aumentar el monto de las pensiones. Las propuestas de reforma a la Ley 87-01, por parte del sector empresarial, deberían ser más sensatas, racionales, sinceras, creíbles, éticas, solidarias, justas y humanas. Es asqueante ver y escuchar a la presidenta de COPARDOM, fingir que está preocupada por la calidad de vida y la prosperidad de los trabajadores dominicanos.  

¿En qué momento los viejos y jóvenes empresarios dominicanos de hoy, dejarán de pensar, decir, actuar, relacionarse y hablar como si fuesen esclavistas de siglos pasados? ¿Por qué los empresarios dominicanos se preocupan tanto por la calidad de los servicios de salud y las pensiones que reciben los trabajadores? ¿Qué será lo que finalmente quiere Laura Peña Izquierdo, presidenta de la Confederación Patronal de la Republica Dominicana (COPARDOM)? En resumida cuenta, los empresarios dominicanos practican los nocivos postulados que sustentan la ley del embudo. Es decir, “lo ancho para  ellos, y lo estrecho para los trabajadores”.

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