El mea culpa de Bill Clinton. No siempre los expresidentes viven reconociendo los errores que comenten en el ejercicio de sus funciones, y menos los expresidentes estadounidenses.
Bill Clinton fue presidente de los Estados Unidos desde el año 1993 hasta el año 2001 y nueve años después de su salida de la presidencia y cuando cumplía la función de enviado especial para Haití de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) presentó un informe a la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado de los Estados Unidos.
En su exposición y a manera de confesión el expresidente diría: «Tengo que vivir cada día con las consecuencias de una decisión mía que fue, quizás, buena para algunos de mis granjeros en Arkansas, pero que fue un error porque trajo también como resultado la pérdida de la capacidad de producir arroz de Haití y, consecuentemente, de su capacidad de alimentar a su pueblo”.
En 1995 como resultado de las exigencias de los granjeros de Arkansas, los estadounidenses presionaron para que Haití bajara el arancel al arroz de un 33% a un 3%.
Así se hizo, Haití se inundó de arroz norteamericano, pero para el que tiene un mínimo de conocimiento económico no fue sorpresa lo que ocasionó, la quiebra masiva de productores, molineros y decenas de miles de hombres y mujeres engrosaron el ejército de desempleados.
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En el valle de Artibonite, con casi 30 mil hectáreas de arroz las importaciones y la sequía han acabado con la producción de arroz y este país de ser casi autosuficiente se ha convertido en el importador número 30 de arroz del mundo.
Igual que con el arroz, también sucedió con el maíz porque los EEUU insistieron en donarle a Haití más de 500 toneladas de maíz quebrando a los productores locales, e igual sucedió con la sustitución, en 1970 y en 1980, de los cerdos locales, por cerdos de Estados Unidos que no se adaptaron a las condiciones climáticas de ese país.
A raíz de la decisión del Gobierno dominicano de importar productos alimenticios con tasa cero es bueno recordar la experiencia haitiana, ya casi todos esos productos tienen tasa cero cuando vienen de países con los cuales tenemos acuerdos de libre comercio, es decir, con reglas de juegos comerciales claras y controles sanitarios verificables.
Desde todas las esferas del Estado en la actualidad debe entenderse que el papel fundamental de las aduanas no es el de recaudar. Ese es un papel accesorio. Su función principal es la de proteger la industria local y evitar que se introduzcan al país bienes no autorizados y no controlados.
En la ley que acaba de aprobarse de tasa cero a 69 productos, sin importar el origen, los productores locales se encuentran desprotegidos y lo que es peor, en muchos casos los productores locales deben pagar impuestos a la importación de maquinarias, equipos y materia prima originándose una desprotección a la producción local o una protección efectiva negativa.
Ojalá y las autoridades actuales no presenten su mea culpa cuando ya sea tarde.