Fue uno de los revolucionarios dominicanos más intrépidos. Era disciplinado, capaz, despertaba admiración y tenía un excepcional don de mando que inspiraba respeto. Antes de la guerra de 1965 fue promovido al Comité Central del Movimiento Popular Dominicano por su organización, iniciativa y preparación militar y política, pues a pesar de no haber ido a la universidad, profundizó en el estudio de los clásicos del marxismo y en otras lecturas, según sus compañeros.
Además, Maximiliano Gómez (El Moreno) “tenía una red de amigos intelectuales con los cuales conversaba a veces más que con los dirigentes y militantes”, afirman tres camaradas del líder, quienes citan entre esos a Juan Bolívar Díaz, Aleyda Fernández, Arismendi Díaz Santana y Virgilio Bello Rosa.
Sin embargo, en sus últimos días en Bruselas, militantes del MPD intentaron empequeñecer la autoridad que había ganado con su entrega y sus luchas. “Nos sorprendió una discusión tremenda, horrible, nunca vista entre los camaradas, entre El Moreno y Manolo Plata sobre la procedencia de un dinero que Manolo Plata había recibido o que no había entregado, por poco se van a los puños…”, relata Miguel Reyes Santana, quien acompañó al Moreno en su destierro en México, Cuba, París y Bélgica.
“En los días siguientes algunos le faltan el respeto, observo que hay un clima de dificultades”, revela el sociólogo, que estuvo con Gómez hasta pocas horas antes del asesinato del revolucionario que todavía muchos consideran “misterioso”, aunque este educador, exdirector del Centro Universitario Regional del Nordeste, de la UASD, señala personas, gobiernos, organismos, como autores. Incluso, se refiere reiteradamente a uno como “el asesino”.
Atribuye el comportamiento de sus compañeros al “bajo nivel de conocimiento, al ambiente tenso, la precariedad, la inseguridad, la falta de una perspectiva”.
Ante la situación, Reyes decidió en una reunión celebrada el 20 de mayo de 1971 que se asignaran al líder dos hombres “que le dieran seguimiento en sus viajes de París a Bruselas y en todos los sitios donde durmiera. Pero esa misma noche lo mataron”.
Este emepedeísta fue el último en llegar a Europa desde Cuba junto a Hugo Alfonso Alvarado. Los recibió El Moreno. Los demás residentes en Bruselas eran Darío Ángel Alcántara, Francisco Antonio de los Santos Corcino (Machito) y los citados. Reyes envió a Corcino y Alvarado a localizar a Gómez porque no llegaba al programado encuentro.
Se dirigieron a la casa de Miriam Pinedo donde durmió el secretario general del MPD y fueron quizá los primeros en advertir que este había muerto asfixiado por el gas de la calefacción. La dama sobrevivió “e inmediatamente vecinos y la Policía la llevaron al hospital”, refiere el profesor. Dice que los dos enviados “notaron una mancha de sangre en la boca de El Moreno, lo más probable es que le dieron cianuro de potasio que bloquea la enzima que lleva el oxígeno al cerebro”.
El crimen dispersó a los exiliados, agrega. “Manolo Plata me mandó a París y luego a Marsella”.
René Sánchez Córdova concluye: “Los testigos de la muerte de El Moreno solo podían ser Miriam y sus hijos”.
Del intrépido soldado que desafió la arbitrariedad del régimen de Balaguer habla también Breno Brenes, quien lo describe como “el mejor atleta en guerra de guerrillas, inteligencia, táctica y estrategia. Todos los que él comandaba llegaron a ser sus incondicionales”.
“Pensamiento unitario”. Maximiliano perteneció al 14 de Junio y pasó al MPD al regresar de Cuba en 1964 cuando participó en un intento de guerrilla cerca de Nagua, donde fue apresado. No es cierto, como aseguran algunos, que estuvo en el alzamiento de Cevicos en 1963, aclaran.
Al salir de prisión fue a San Pedro de Macorís y otras ciudades “levantando las bases de la organización y orientando a los pueblos”, declaran.
Al estallar la Revolución de Abril fue herido en un asalto al Servicio de Inteligencia Militar y trasladado a un hospital. Tras ser curado se reintegró a la contienda en el comando de San Carlos y en el comando móvil, “La Avanzada A, que dirigía Chestaro. El Moreno se movía como jefe de grupo, entrenando”. Cuando el partido se trasladó al comando Argentina transmitió los conocimientos militares que aprendió en Cuba.
El 16 de agosto de 1965 tomó parte en el primer pre congreso del MPD, dirigido por Cayetano Rodríguez del Prado. “De ahí salió secretario general, era un líder que surgió con la guerra. Le pasó por encima a los demás compañeros por su formación militar y política”.
Estuvo preso en múltiples ocasiones después de la refriega de 1965 y la última vez fue en 1970 cuando lo capturaron en una reunión de dirigentes. “Lo estaban persiguiendo porque la táctica del MPD era provocar un nuevo estallido cívico-militar tendente a derrocar el Gobierno de Balaguer”, narra René, quien observó el apresamiento, “hecho por Joaquín Pou Castro y miembros del SIM, que lo acorralaron y encañonaron”.
Otto Morales comunicó que Maximiliano “corría peligro en La Victoria y de ahí surge el secuestro de Crowley”, aseveran.
Estando fuera “el objetivo era regresar para continuar la lucha; nos subdividimos para ir abandonando Cuba. El Moreno dirigió el primer grupo que se fue a Europa compuesto por Winston Vargas, Clodomiro Gautreaux, Manolo Plata y otros”, dice Reyes.
Los entrevistados definen a Maximiliano como un autodidacta “que estudió el marxismo-leninismo y tuvo un pensamiento unitario con las demás fuerzas políticas, fue un negador del dogmatismo, de los prejuicios que le endilgan sus adversarios. Supo superarse y avanzar. Planteó muy visionariamente observaciones críticas a la revolución cubana y eso creó una visión de desacuerdo con el PCD y con los cubanos. Planteó que no se podía hablar del socialismo sin definir los métodos para llegar al poder”.
Dejó escrito “El colonialismo ideológico”, una crítica “al dogma marxista y a la dependencia de los países que practicaban el socialismo”, explica Sánchez Córdova.
La calle. En Santo Domingo Este existe una calle Maximiliano Gómez que figura en mapas y portales de Internet pero al llegar al sitio la vía está rotulada como “Calle 6-W”. No fue posible establecer en el Ayuntamiento esta contradicción. Donde hay una arteria con su nombre es en San Pedro de Macorís.
Brenes, Reyes y Sánchez Córdova consideran que “Maximiliano Gómez merece una gran avenida y que se nombren como él algunas instituciones de formación política”.
Aprecian que es olvidado porque provino de una clase social muy baja, porque no dejó en obras escritas su experiencia revolucionaria debido a que “no tuvo tiempo” pues solo vivió 28 años. Agregan que prevalece la disposición de “ignorarlo porque contra el MPD hay una actitud de miedo”.