El filósofo alemán Georg Gadamer (19O0-2002) fue un gran estudioso de las obras de M. Heidegger, W. Dilthey, I. Kant, F. Hegel, K. Jaspers, F. Schelling, L. Strauss, W. Humboldt… Este hecho nos permite imaginar los niveles de su pensamiento y el tipo de inquietudes intelectuales que lo motivaban. Su padre, proveniente del mundo de las ciencias naturales, fue rector de la Universidad de Marburgo. Estudió con los filósofos neokantianos Paul Natorp y Nicolai Hartmann, bajo cuya dirección se doctoró en el año 1922 con un trabajo titulado “La esencia del placer en los diálogos platónicos”, siendo fiel a su pasión por la filosofía griega. Admiró y fue amigo cercano de Martin Heidegger, a quien consideró su guía en el mundo filosófico. Enseñó estética y ética en su ciudad natal, Kiel, y en Marburgo, donde fue nombrado profesor extraordinario (1937) e impartió cátedras en la Universidad de Leipzig, Frankfurt del Main y Heidelberg, en la que relevó a Karl Jaspers como catedrático de filosofía. Llegó a ser profesor emérito en 1968.
El destacado pensador intentó la descripción de las posibilidades reales de la experiencia humana de la verdad. Su objetivo principal era descubrir la naturaleza de la comprensión humana. A lo largo de sus 102 años de vida publicó importantes textos como son: “Verdad y Método” (1960), el cual será tratado en este escrito; “El problema de la consciencia histórica” (1963), “Pequeños escritos” (1967), “Diálogo y dialéctica” (1980) y un compendio de ensayos sobre los diálogos de Platón, entre otros. Llegó a polemizar con Heidegger, Jacques Derrida y Jürgen Habermas. Así de interesante era Gadamer. Pero antes de penetrar en las profundidades del tema vamos a ver qué significado tiene la palabra hermenéutica. Para tales fines haremos una síntesis de las definiciones del diccionario especializado: “Diccionario de filosofía” de Juan Carlos González García:
“Se trata de la técnica, es decir el método de la ciencia para comprender el verdadero significado. En el siglo XIX surge el problema de saber cuál ha de ser el método de las ciencias humanas (Historia, Filología, Sociología, etc.) o ciencias del espíritu. Las ciencias de la naturaleza tienen un método consolidado, pero este método no parece ser válido para las ciencias humanas, pues en esta se dan varias peculiaridades: lo que se investiga es un producto de la acción humana y en ellas hay intenciones, deseos explícitos e implícitos; el investigador forma parte del objeto investigado, es parte interesada. El investigador de la Historia además de formar parte de esa Historia, la transforma al investigarla. Los textos, las obras de arte, las instituciones están abiertas a múltiples interpretaciones. El método explicativo de las ciencias de la naturaleza no es válido para el estudio de los productos del estudio humano; las ciencias humanas, más que explicar causalmente, tienen que comprender e interpretar el sentido de los textos y las instituciones” (González (2000, 215-216).
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En el siglo XX, la hermenéutica se transformó poco a poco en uno de los principales procedimientos metodológicos de la filosofía. Así, la filosofía se recluyó en el marco de la lengua y aproximó la hermenéutica al análisis del lenguaje. En la Escuela de Frankfurt la hermenéutica se centró en dos intereses principales: la crítica a las sociedades industriales desarrolladas y el de las industrias culturales. Lo hizo como “crítica de la ideología”. Sus miembros y entre ellos, Habermas, Horkheimer, Adorno…, buscaron descubrir, sobre la base del análisis de la lengua, un “medio de dominación y de poder social”, que sirviera a la “justificación de las relaciones de violencia organizada” (1984, 205-206).
El filósofo Friedrich Schleiermacher expuso la hermenéutica como un saber práctico que permite la interpretación de los contenidos partiendo de la reconstrucción del contexto del autor. Martin Heidegger, por su parte, sitúa la comprensión antes de la interpretación. Mientras Hans-Georg Gadamer la ve como una teoría de la verdad y un método interpretativo y, además, aborda el problema de la comprensión. Se pregunta y da respuestas a las preguntas: ¿Cómo comprender los textos transmitidos por la tradición? ¿Qué condiciones hacen posible la comprensión? El lector lee una obra desde su presente, pero la tradición respira en su hombro.
Resulta de suma importancia el hecho de que cuando el lector intenta dar sentido al texto, en el proceso termina comprendiéndose a sí mismo e igualmente, recibe las interpretaciones efectuadas por sus predecesores. En la comprensión de un texto histórico se produce un diálogo entre un texto de sentido presente y un contexto de sentido pasado. Las interpretaciones actuales se incorporan al sentido aceptado por la tradición. Este diálogo abierto perdura a través del tiempo y se convierte en un círculo infinito. Es un ir del todo a las partes y de las partes al todo. El todo se entiende desde las partes y las partes desde el todo.
En su obra rechaza la posibilidad del uso de la objetividad en la búsqueda de significado. No cree que se puede alcanzar un significado único que sea siempre válido para todas las personas. Bajo esas premisas se decanta por la intersubjetividad, es decir, el encuentro del significado desde la conciencia y conocimiento compartido de una persona a otra. En el análisis sobre la legitimidad de la verdad, Gadamer reflexiona sobre el proceso de la comprensión. El conocimiento abandona toda pretensión de objetividad, se lleva a cabo en el marco de una determinada situación histórica en la que está presente la influencia de la tradición. En el proceso interpretativo, pasado y presente, se encuentran y, con frecuencia, desde una relación de tensión.
Gadamer fijó los presupuestos y objetivos de la corriente hermenéutica que intenta descifrar el significado complejo, oculto o no evidente que subyace en el discurso, según la cual no existe el mundo. Se refiere a que lo que conocemos son representaciones, sentidos y hasta significaciones históricas del mundo. Declaró que la búsqueda de la verdad exige no una mera técnica de comprensión sino una reflexión fundamental sobre las condiciones en que se llega a toda comprensión en general. Su obra más trascendente, “Verdad y método” (1960), es una explicación sistemática en la que retoma la filosofía hermenéutica. A diferencia de Wilhelm Dilthey, quien creía que para lograr una interpretación correcta de un texto era necesario desentrañar la intención original del autor; Gadamer sustentaba que el significado de un texto no era reducible a las intenciones del autor, sino que dependía del contexto de interpretación. Algo digno de mencionarse es que fue sumamente crítico con los enfoques modernos que buscan modelar el método de las ciencias humanas al método científico.
Por último y en cuanto a su conocida noción de «fusión de horizontes», Gadamer describe dicho proceso en lo que tiene que ver con la comprensión histórica en el momento en que el horizonte del lector al relacionarse con el del autor se amplía e incorpora al otro, formando un nuevo o tercer horizonte. Para él comprender es siempre el resultado de la fusión de horizontes en un presente que por sus características supera al histórico.
Según Gadamer, el lenguaje constituye la dimensión en la que se concreta el pensamiento, encuentra y realiza la existencia del hombre: horizonte supremo de la ontología hermenéutica: interpretación del ser y sus propiedades (Gadamer, 1960)