El necesario equilibrio frente a la crisis haitiana

El necesario equilibrio frente a la crisis haitiana

A veces dejamos la impresión, con nuestra retórica y nuestras apelaciones al patriotismo, de que estamos en guerra con Haití.

Se nos olvida que Haití, una nación con la que estamos profundamente vinculados por la geografía y por la historia, es el país que está sumido en una dramática y sangrienta crisis cuyos efectos irremediablemente se sienten de este lado de la frontera.

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Este periódico ha defendido, por convicción, el derecho que tenemos los dominicanos a administrar nuestro territorio y a ejercer los derechos soberanos. Hemos dicho y así lo reiteramos, que ningún país ni organización alguna tiene derecho a imponernos acciones determinadas en relación a Haití y a los haitianos. Más todavía: hemos comulgado con la posición del Gobierno en el sentido de que no hay una solución dominicana para la solución de la crisis haitiana.

Pero de ahí a fomentar el chauvinismo y a levantar banderas de guerra, es otra cosa. Hay líneas que deben ser trazadas y estilos a los que no debemos renunciar frente a otros seres humanos.

La República Dominicana no debe dejar de ser generosa con Haití y con los haitianos. Tampoco debemos renunciar a extender la mano cuando otros, sobre todo vecinos, la necesiten. Haití forma parte de la isla en la que nosotros también habitamos y serán muchas las acciones que tendremos que adoptar de manera conjunta para librarnos o moderar los efectos de fenómenos naturales, por ejemplo, que ya están presentes en esta latitud del mundo.

El Gobierno dominicano debe evitar actuar presionado por grupos que ven en Haití la génesis de nuestros problemas sociales, económicos y políticos. Los análisis oficiales sobre la crisis haitiana deben partir de perspectivas amplias, múltiples, separando la paja del grano. Y siempre, siempre, las autoridades deben hacer lo más conveniente para la República Dominicana, tanto en el presente como en el futuro.