Si fuéramos a organizar un concurso para premiar, entre los políticos del patio, al que haya dicho la mentira mas grande y descarada del año, lo que lo haría merecedor del galardón que bautizaríamos como “El Pinocho de Oro”, habría que declarar ganador desde ahora, sin esperar a diciembre, al expresidente Danilo Medina Sánchez. Porque atreverse a decir, después de todo lo que se ha dicho y documentado sobre las andanzas de su hermano menor Alexis Medina Sánchez, alias El Pulpo, que no sabía que sus parientes, a los que describió como víctimas de una persecución política, eran proveedores del Estado. Y eso merece, en los cínicos tiempos en los que estamos viviendo, algún tipo de premio o reconocimiento; o, en su defecto, un examen psicológico para atender lo que parece un agudo proceso de negación de la realidad que sus familiares cercanos, amigos y compañeros de partido no deberían subestimar.

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No fue la única muestra de que algo no anda bien, comprensible después de todo por lo que ha tenido que pasar, pero sí lo mas revelador y preocupante. También nos permitió saber el destape del exmandatario, luego de una prolongada ausencia de los medios, a los cuales –hay que recordarlo– nunca fue muy afecto, de dónde sacó el joven Secretario General del PLD, Jhonny Pujols, la tontería del “golpe blando” y la feroz campaña de descrédito con lo que trató de explicar o justificar la salida del poder de los peledeístas.

Que por el camino que va el partido que fundó Juan Bosch, a quien cada vez se parece menos, todo indica que les costará mucho tiempo y esfuerzo recuperar el favor y la confianza del electorado, sobre todo después de la infeliz comparecencia en un programa de radio de su presidente, líder y guía. Quien parece haber olvidado, si es que alguna vez lo supo, que no se puede mentirle al pueblo todo el tiempo y esperar que siempre te crea, pues tarde o temprano la verdad resplandece y se caen las máscaras que ocultan a los mentirosos.