La Isla Hispaniola está situada en una posición geográfica que decenas de países envidian; no obstante, dominicanos somos conscientes de que estamos ubicados en la línea de los huracanes; del mismo modo debemos ser conscientes de estar ubicados en la línea de los vientos saharianos; éstos no tienen los efectos devastadores de los huracanes, pero están relacionados a daños incalculables a la salud y al presupuesto familiar.
Los cambios en la presión atmosférica crean movimientos en la masa de aire generando vientos que viajan a una media de 50 nudos/hora. Desde el desierto de Sahara esos vientos mueven anualmente más de cien mil toneladas de polvo que notamos durante el verano porque son más frecuentes y vienen tan cargados que enturbian la atmósfera.
Esos polvos traen contaminantes como virus, bacterias, hongos, esporas, hierro, pesticidas, plomo, mercurio, etc. que injerimos e inhalamos, debilitando los sistemas gastrointestinal y respiratorio. Se disminuye la capacidad respiratoria y la respuesta inmunitaria, haciéndonos más vulnerables a Covid-19, bronquitis, asma, bronquiolitis, enfisema, catarro común, alergias, conjuntivitis, dermatitis; y aumentando la tasa de mortalidad.
Proverbiando que mal de muchos es consuelo de tontos, vale indicar que compartimos ese infortunio con todos los países ubicados en la parte norte del océano atlántico, entre la línea del ecuador y la latitud 25: Desde el sur de la Florida hasta Colombia, Venezuela, Suriname, Guyana y Bahamas. Rep. Dom. Haití, Cuba, Puerto Rico y Jamaica reciben los primeros impactos de esa nube de polvo que inicia en el norte de África (10,000 Km) y usa como vehículo los vientos este-oeste.
Los contaminantes que penetran a nuestro cuerpo por boca, nariz, ojos y piel es proporcional a nuestra foresta y a nuestra pluviometría. Regiones y ciudades con mayor cantidad de árboles y donde más llueve serán las menos afectadas. Cada rama y cada hoja de árbol está especializada para atrapar esas partículas nocivas evitando que lleguen a nuestros hogares; días más tarde, la naturaleza enviará un formidable e invencible ejército de gotas de agua a completar el trabajo sucio. Toda partícula de polvo con todos sus contaminantes será arrastrada sin piedad hacia los ríos, manto freático, lagos y océanos.
Vale entender que la naturaleza es sólo una; el planeta es piso, techo y paredes de todos los seres vivos y único patrimonio real de las generaciones futuras. Lo que sucede en el desierto de Sahara o en cualquier parte del mundo es un problema global que afecta o afectará a todos. Personas que arriesgan sus vidas defendiendo a la naturaleza hacen lo correcto.
Gracias al uso de mascarillas como herramienta por excelencia para evitar el contagio con coronavirus, el impacto negativo a la salud que los polvos saharianos tendrán este verano deberá ser menor que en años precedentes. En las personas y poblaciones con educación para el uso de mascarillas, y donde los gobiernos proporcionen ese recurso de forma gratuita, los polvos del Sahara no deben agravar la situación sanitaria debido a que el tamaño de las partículas de polvo sahariano mide entre 10 y 100 micras (no atraviesan las mascarillas).
Las partículas observables a simple vista son mayores de 40 micras (como referencia: un cabello humano mide 80 micras) y podrían ser ingeridas mientras comemos, derivando en problemas gástricos e intestinales. En consecuencia, se recomienda incrementar la higiene del cuerpo y del hogar, especialmente el uso de mascarillas y romper con la cultura de la escoba para barrer.
Por ignorancia sanitaria, en hogares dominicanos se usa la escoba para barrer; las escobas están fabricadas para barrer patios, para basuras grandes como hojas de árboles; el polvo se combate con aspiradoras o con agua (el suape mojado recoge todo el polvo y lo ahoga en la cubeta). No es necesario barrer antes de pasar el suape; cuando uno barre el polvo flotará, una parte es inhalada, y otra parte volverá a posarse en muebles, utensilios y pisos minutos más tarde).
Literalmente hablando, he sido testigo de ver a comensales en un restaurante comer la tierra que traen las suelas de sus zapatos. Si no lo ha visto usted, esté pendiente cuando visite un restaurant, vendrá una empleada a barrer mientras usted está comiendo: el polvo flotará y aterrizará en su plato.
Las mascarillas para evitar la Covid-19, tienen el plus de evitar la contaminación con los virus, bacterias hongos, plomo, mercurio, polen y otros contaminantes presentes en las partículas de polvo de la región sahariana del continente africano.