Aunque muchos aplauden que la Ley de Extinción de Dominio está a tiro de un simple hit del presidente Luis Abinader, son muchas las sombras que rodean a una ley que puede joder a tantos como se quiera porque fue aprobada a unanimidad y en medio de un consenso buscado con rapidez porque era lo que se quería al precio que fuera.
Bien lo dijo el 29 de junio el ministro José Ignacio Paliza: “basta de pretextos, la Ley de Extinción de Dominio va sí o sí”. Un día después, en el marco de la independencia de los Estados Unidos, el presidente Abinader confirmaba que la ley sería aprobada en unos días.
Ambos tenían toda la razón del mundo y la ley, objetada por muchos bajo la advertencia de que puede traer dolores de cabeza porque hay procesos que no están claros, será implementada con el apoyo del siempre presto Gobierno de los Estados Unidos, tal como lo afirmaron los americanos en un tuit el martes pasado.
Ojalá que el ejemplo de la Ley de Extinción de Dominio sirva para lograr un consenso parecido para aprobar el Código Penal o leyes que llevan años rodando en el Congreso Nacional, como las de Aguas y de Ordenamiento Territorial. En los casos de estas leyes, si no es mucho pedir, que el estudio sea un poco más profundo.