El poder y la inteligencia política-emocional

El poder y la inteligencia política-emocional

Rafael Santos, escritor, periodista y politólogo.


Han sido muchos los políticos que han fracasado, por no saber usar como herramienta básica para sus propósitos a favor de las diferentes sociedades, lo que es la Inteligencia Política- Emocional.

Los constantes cambios que la humanidad viene experimentando, sobre todo en los últimos años y en diversos órdenes, es lo que ha provocado que el mundo cada vez más se torne competitivo, no solo en el orden de lo material o bélico, sino también en aquello que tiene que ver con el conocimiento y la destrezas en diversos órdenes, llámese en lo académico e intelectual.

Desde tiempos inmemoriales, el ser humano ha tenido que inventarse de manera constantes, modernas fórmulas que tiendan a desarrollar y poner en prácticas nuevos conceptos que nos puedan colocar dentro del carril de las diversas competencias que en término integral el mundo moderno desarrolla, y en donde además, la política, por ser después de la filosofía la ciencia con mayores niveles de incidencias en la humanidad, viene jugando un papel de primerísimo orden en el desarrollo de las diversas sociedades del mundo.

Quienes se dedican a esta práctica, deben cada vez más potencializar sus conocimientos, no solo en términos empíricos, sino hasta científico, pues al ser esta, como decíamos en líneas anteriores una ciencia con muy fuertes y profundas incidencias en el desarrollo de la humanidad, la misma debe ser tratada tal y como dijo el ex Presidente de los Estados Unidos, Dwight David «Ike» Eisenhower, “como la profesión a tiempo parcial de todo ciudadano».

Sin embargo, en la práctica común observamos, que muy pocos de los que se dedican a esta, lo hacen con el decoro y los conocimientos necesarios, y al contrario de lo que esta significa en su justa esencia, la misma se ha convertido en una damisela cualquiera que se prostituye a favor del mejor postor, en donde quienes al final de cuenta vienen pagando los errores-corruptores de sus proponentes, son los pueblos, que atónitos observan de como se les escabullen aquellas esperanzas que sobre las ruedas de la política como ciencia les fueron prometidas.

Y todo esto por no tener aquellos que se hacen llamar políticos, los conocimientos elementales para desenvolverse dentro de este proceloso mundo de la competitividad a favor de los pueblos, pero sobre todo, por no tener en su psiquis, aquello a lo que se le llama Inteligencia Política- Emocional.

Por eso muchos fracasan, y por eso además, una inmensa mayoría tienen una muy efímera presencia en los diversos escenarios, por no saber manejar sus emociones e inteligencia política.

Mientras que otros desarrollan una serie de habilidades para llegar y tratar de mantenerse, en donde con el clientelismo como telón de fondo tratan de confundir una inmensa mayoría que lamentablemente para ello, siempre terminan siendo los más odiados por no saber manejar un tipo de plan que les permitan a los pueblos el verdadero desarrollo que los mismos necesitan para su supervivencia como conglomerado.

Es muy común ver a nuestros alrededores a más politiqueros que a políticos. Mientras el segundo se basa en convencer con el trabajo y la búsqueda de soluciones a las diferentes problemáticas de los pueblos, el primero convence a las masas con prácticas pocos leales y anti éticas, todo esto por no tener los pueblos la educación política necesaria, en donde lo que más predomina es el tipo de un discurso poco coherente y con grandes faltas de asertividad.

Los pasados elementos y cuando no se tiene lo que es la inteligencia Política-emocional son muy comunes en quienes buscan el poder, no solo para llevar estabilidad o mejoría a los pueblos, sino para lucrarse ellos y la cúpula que de manera burlona muchas veces siguen a ese que se hace llamar lo que en realidad nunca han sido: un verdadero político.