Quiero que recordemos que en la primera parte de dicho artículo decía que Frank Herbert, escritor estadounidense de ciencia ficción, expresó que todos los gobiernos sufren un problema recurrente: el poder atrae personalidades patológicas. No es que el poder corrompa sino que es magnético para lo corruptible. También decíamos que el problema no es el poder en sí mismo, el problema es que hay personas que incursionan en la política buscando sanar sus heridas, buscado llenar sus vacíos existenciales, y que andan en busca de ser reconocidos y cubrir sus limitaciones cognitivas.
En la primera parte de este artículo, concluimos con la pregunta: ¿Qué hacer para evitar o prevenir que esos políticos con personalidades patológicas se filtren en las estructuras de poder? Esa pregunta debe ser contestada de forma fría, sin emociones y hasta cierto punto con una perspectiva más objetiva. Lamentablemente estamos bregando con una cultura que posee una orientación a no tener en cuenta más que los hechos inmediatos, sin darle importancia a las cosas que ya pasaron o las cosas que podrían suceder en el futuro; en otras palabras, una sociedad inmediatista.
Ya muchos de nosotros entendemos que las personas con personalidades patológicas son aquellas que tienen patrones de conductas o pensamientos pocos saludables o no capacitados para operar en el día a día; si ya sabemos esto, porqué seguimos levantando el liderazgo de las personas que poseen ese tipo de limitación. Porqué votar por políticos que poseen un trastorno de la personalidad esquizoide, sabiendo que esa persona no podrá mostrar interés para relacionarse no solo con algunas personas, pero no le importa juntarse con el pueblo, su liderazgo fue construido a través de las redes y en base a coyunturas familiares y financieras. Además, esa persona no muestra emociones, es insensible, indiferente. Por ese tipo de personas no debemos votar.
Tampoco debemos votar por políticos con un patrón evitativo; estos políticos se mantienen distantes por temor a ser confrontados, se esconden, son llevados al poder por nosotros el pueblo y luego se esconden de ese pueblo que los sustentó y los llevó al poder. Hay otro tipo de político que posee una personalidad histriónica, desean ser el centro de atención, quieren perpetuarse en el poder, hacen lo que sea para seguir siendo el centro. Esas personas solo piensan en ellos mismos, ellos son el centro, el eje donde deben girar los millones de dominicanos. ¡Cuidado con esas personas! No votemos por ellos.
Queremos aclarar que esto no es una clase de psicología, es una realidad que la podemos palpar en el escenario político; de hecho, nos afecta a todos. Hay más personalidades patológicas que no vamos a tratar en este artículo. ¡Un momento! No podemos cerrar esta reflexión, sin antes hablar de un trastorno que es parte de la mayoría de los políticos dominicanos, nos referimos al trastorno de la personalidad dependiente, los que practican este comportamiento no son capaces de trastornar o transformar a la República Dominicana, no quieren ni se permiten perder apoyo o aprobación, son ambiguos, no desean que los demás perciban su desacuerdo, temen perder el apoyo de los demás. Por esa razón, no pueden transformar a la República Dominicana. Son flojos. Son débiles. No tienen carácter. Invito a cada dominicano a ejercer su voto tomando en cuenta las debilidades y fortalezas de cada candidato. Los cambios están en la mano de cada dominicano que ejerza el sufragio, el voto, que es más cortante que una espada de dos filos.