Conocida la porosidad de la frontera que nos separa no debe sorprender que miembros de las temibles bandas haitianas que han sembrado el terror en el vecino país crucen para este lado, bien sea para buscar refugio, apoyo financiero o a pasar unas tranquilas vacaciones. Así quedó nuevamente evidenciado con el apresamiento de un ciudadano haitiano identificado como miembro de la banda criminal “Bois D’ homme”, al que las autoridades de su país acusan de asesinato, intento de asesinato, robo agravado y tráfico de mercancías ilícitas, entre otros delitos.
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Mykaisonne Yeye Fen, apresado por agentes de la Dirección General de Migración que le daban seguimiento, fue entregado de inmediato a la Policía Haitiana a través de la Base de Gestión Coordinada de la Frontera que opera en Elías Piña, otra muestra de que el trabajo coordinado de las autoridades de ambas naciones sigue rindiendo frutos en materia de seguridad. Y eso es algo que tranquiliza en medio de la situación que viven Haití y los haitianos, que no exagero si la comparo aquí, perdonando la gastada metáfora, con una bomba de tiempo a punto de estallar; y aunque nadie puede decir con certeza en qué momento se producirá esa explosión, solo se sabe que será terrible y que probablemente nos desborden las consecuencias. ¿Qué país está preparado para algo así? Pero en el mientras tanto, insisto, consuela ver que las autoridades dominicanas están conscientes del peligro que representan esas visitas indeseadas en nuestro territorio.
Aunque si se sale de control, Dios no lo quiera, el caos que gobierna de aquel lado de la isla no lo podrá contener una frontera más imaginaria que real, a lo que hay que agregar que la incontrolada inmigración haitiana de los últimos años nos ha puesto a dormir, literalmente, bajo el mismo techo que el enemigo. No hace falta ser duartiano para que ese posible escenario nos robe el sueño, pero ignorar el tamaño del “problema haitiano” podría resultar peor.