Rusia. El récord mundial de la sueca Sarah Sjostrom en los 100 mariposa ha iluminado la primera tarde de las pruebas de natación, en la que la estadounidense Katy Ledecky y el chino Sun Yang reeditaron sus títulos mundiales de 400 libre y en el relevo 4×100 ganaron el oro las australianas y los franceses.
Ese récord mundial, un récord europeo -la húngara Katinka Hosszu en 200 estilos-, otro oceánico – la australiana Jessica Ashwood en los 400 libre-, y tres de los Campeonatos -Ledecky, Adam Peaty en los 100 braza y el 4×100 femenino de Australia- es lo que dio de sí la tarde.
En cuanto a los españoles. Melani Costa firmó la sexta plaza en la final de los 400 libre, mientras que Rafa Muñoz erró en la salida de los 50 mariposa y se quedó fuera de la posibilidad de luchar por las medallas, algo que ya le ocurrió hace dos años en Barcelona.
La sueca Sjostrom fue la estrella. Fue capaz de batir un récord del Mundo en una semifinal, la de 100 mariposa. Paró el crono en 55.74, 24 centésimas menos que la anterior plusmarca en poder de la estadounidense Dana Vollmer desde los Juegos de Londres.
Sjostrom, de 21 años, es una nadadora alta (1,86 metros) y muy versátil, capaz de nadar al máximo nivel mariposa, espalda y libre. Cinco veces campeona del Mundo y dos veces olímpica. Era favorita Sjostrom y ganó, también lo era el chino Sun Yang y no falló.
El asiático se impuso en la final de los 400 libre con 3-42.58 en una carrera en la que el joven inglés James Guy apuró sus opciones y nadó 300 metros con opciones incluso de batir el récord mundial, pero al final no pudo resistir (3-43.75). En el podio, acompañó a ambos el canadiense Ryan Cochrane (3-44.59).
Más favorita era aún Katy Ledecky y se paseó en los 400 libre.
Durante muchos momentos, la sombra de un nuevo récord mundial planeó por el Kazán Arena, pero la estadounidense seguramente pensó que hoy no era el día. Ganó con 3-59.13 por delante de la holandesa Sharon von Rouwendaal y la australiana Jessica Ashwood.
En esta final, la española Melani Costa, subcampeona hace dos años, fue sexta y después aseguró estar dispuesta a luchar al máximo para volver al podio en Río de Janeiro. También tuvieron un papel destacado Hosszu y Peaty. En los 200 estilos, la húngara batió por la mañana (serie) y por la tarde (semifinal) el récord europeo de los 200 estilos y lo dejó en 2-06.84; un caso parecido al del inglés.
Adam Peaty, plusmarquista mundial de los 100 braza, marcó 58.52, nuevo récord de los Campeonatos. Su duelo con el sudafricano Cameron van der Burgh (58.59) promete, mientras que el veinteañero kazajo Dmitriy Balandin tiene opciones de meterse en el podio.
En las semifinales de los 50 mariposa no hubo sorpresas. Florent Manaudou dictó su ley y fue el único que consiguió bajar de 23 segundos (22.84). Se quedó fuera de la final el español Rafael Muñoz.
No estuvo preciso en la salida, su tiempo de reacción fue demasiado lento y firmó el duodécimo tiempo a 15 centésimas del brasileño César Cielo, octavo en la tabla de finalistas. Además de Cielo estará en la final otro brasileño, Nicholas Santos, con el segundo mejor tiempo, mientras que el húngaro Laszlo Cseh ha marcado el tercer registro.
En los relevos, las australianas se han llevado el oro en el 4×100 al imponerse en la final al equipo holandés y al estadounidense, mientras que en hombres los ganadores han sido los franceses por delante de italianos y rusos. Las ‘aussies’ tuvieron que remontar después del primer relevo de Emily Seebohm y se llevaron el título con 3-31.48, nuevo récord de los Campeonatos.
Emma McKeon y las hermanas Bronte y Cate Campbell lideraron a las oceánicas, que vieron como la holandesa Ranomi Kromowidjojo había puesto por delante a su equipo en la primera posta. Al final, las europeas fueron segundas con 3-33.67.
El bronce fue para las estadounidenses (3-34.61), con Missy Franklin que nadó el primer 100.
En hombres, después de la sorprendente eliminación de los estadounidenses en las semifinales, los franceses reeditaron su título conquistado hace dos años en Barcelona.
Francia se impuso a Italia y a Rusia, donde Vladimir Morozov puso un hilo de esperanza entre el público, pero finalmente los locales fueron bronce.