Dr. Santiago Valenzuela Sosa
Neurocirujano
Al presenciar el discurso sobre el estado de la nación del presidente Biden del 7 de marzo pasado y verlo responder con vigor, en vivo, en directo, fuera del teleprompter, a las interrupciones venenosas de sus rivales republicanos, nos impresionamos con el derroche de energía cognitiva exhibido por ese octogenario operado en febrero y mayo de 1988 de dos aneurismas cerebrales: uno roto en el hemisferio izquierdo, que contiene el habla en los pacientes diestros, y otro pequeño, no roto, en el hemisferio derecho.
Una cirugía de aneurisma cerebral roto produciendo hemorragia en la base del cerebro (ver foto) deja usualmente secuelas neurológicas tangibles, con incapacidad para entender, hablar o movilizar un hemicuerpo. Ese ser humano tan especial fue operado con diferencia de tres meses de un aneurisma en cada hemisferio cerebral hace 36 años, recuperó completamente y pudo llegar a la presidencia de los Estados Unidos, desempeñando una labor que hasta sus mas enconados rivales, cuando analizan objetivamente las cifras domésticas económicas y sociales, reconocen como loable.
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Al presentarse como candidato a la reelección, una gran porción del electorado demócrata e independiente vacilaba para entregarle por cuatro años más el timón de la barca USA luego de verlo caminando rígido, tropezando al subir la interminable escalera del Air Force 1, confundiendo a Macron con Mitterrand, a Angela Merkel con Helmut Kohl o disfrutando de 20 segundos de una micro siesta durante la COP 26 de Glasgow.
El médico presidencial, Dr. Kevin C. Oconnor, en su reporte anual sobre la salud del presidente no citó ninguna enfermedad neurológica para explicar su marcha rígida, atribuyéndola a una osteoartrosis de la columna vertebral. Informó que Biden, como millones de norteamericanos, tiene apnea obstructiva del sueño, necesitando la maquina CPAP que introduce en las vías aéreas aire a presión positiva para evitar la baja de oxigeno durante el sueño en los que roncan mucho. Presenta también una fibrilación auricular no valvular asintomática tratada con anticoagulantes para evitar embolismos cerebrales.
Octogenario con 50 años de experiencia política, gracias a su maestría tejiendo acuerdos congresuales, sin tener mayoría absoluta en ninguna de las cámaras, fue capaz de pasar en 3 años y medio de gestión, más piezas legislativas que ningún otro presidente desde Franklin Delano Roosevelt, consiguiendo con ello: reducir el costo de medicamentos para los afiliados al medicare, estimular la fabricación en territorio norteamericano de los chips para computadoras, lanzar el programa de renovación de infraestructura en toda la nación mas importante en décadas, regular el uso de armas de grueso calibre en las comunidades y un largo etcétera.
De esa manera, en una nación emergiendo de la peor pandemia en un siglo, manejada de manera torpe por su predecesor, pudo lograr la tasa de desempleo más baja en 50 años (3.5%), reducir la inflación generada a nivel mundial por la ruptura de la cadena de aprovisionamiento, mantener un ritmo de crecimiento de la economía por encima de los otros miembros del G7 (2.8%) y evitar la recesión anunciada luego de la subida mas drástica de los tipos de interés por la Reserva Federal en mucho tiempo.
Con ese prontuario de logros tangibles: ¿era descabellado lanzarse a buscar la reelección, aunque cumpliera 82 años para la fecha de las elecciones de noviembre próximo?
En un país como República Dominicana, donde tuvimos la experiencia de ser gobernados 10 años por un octogenario Doctor, ciego, con serios problemas de deambulación, que asediaba a sus ministros diariamente para que cuadraran sus ingresos, constituyéndose en paradigma del estadista defensor del erario publico, la respuesta es NO.
En un país como los Estados Unidos de América, donde según el ex presidente Bill Clinton se apoya al político fuerte, aunque esté equivocado y no el débil, aunque esté en lo cierto, la respuesta es SI.
¿Qué ocurrió entre el derroche cognitivo del 7 de Marzo y el penoso espectáculo durante el debate contra Donald Trump del pasado 27 de Junio en el que el Presidente Biden exhibió una voz inaudible, dificultad en la articulación de las palabras, lentitud en la ideación e imposibilidad de elaborar conceptualmente las respuestas?
-¿Algún proceso infeccioso agudo? A esa edad, la lucidez depende de una mala gripe, una infección urinaria severa o una gastroenteritis con deshidratación moderada. Luego de uno de esos eventos clínicos los envejecientes sufren un descalabro en su rendimiento global: hablan estropajoso, marchan mal, no se sostienen de pie, se desorientan, no reconocen a sus familiares… Con un manejo adecuado, todo vuelve a lo normal en unos cuantos días.
-¿Impacto de los Viajes Largos en un Cerebro Octogenario con escasa Reserva Cognitiva? Todos los que manejamos cerebros de muchas décadas hemos sido testigos del deterioro súbito, profundo pero transitorio que experimentan los pacientes que están presentando problemas cognitivos incipientes al llegar a destino luego de un vuelo de ocho horas o más. Por eso no comprendo cómo los que manejan al presidente Biden le permitieron embarcarse en una prueba cognitiva tan demandante como un debate presidencial justo luego de dos viajes transatlánticos en el mismo mes de Junio: del 5 al 9 Normandía, Francia, del 12 al 14 Fasano, Italia.
-¿Isquemia cerebral transitoria? parece improbable pues está suficientemente protegido con anticoagulantes para prevenir embolismo cerebral a partir de su fibrilación auricular,
Pronto sabremos la verdad en el libro sobre su presidencia que seguro escribirá.
Afortunadamente para la preservación de su salud cerebral, reconociendo que la baja en los sondeos de opinión era irreversible, el presidente norteamericano más eficiente de las últimas décadas, cargado de una invaluable experiencia de mas de 50 años, todavía útil y necesaria para garantizar el buen manejo de esa gran nación, tira la reverencia de final de carrera y endosa su compañera de ticket Kamala Harris. Este gesto lo engrandece y lo hace pasar a la historia con notas sobresalientes pues privilegió el bien de su partido y su país ante sus legítimas aspiraciones personales.