La mañana del sábado 30 de julio de este agonizante 2022, recibimos una de las noticias más tristes y estremecedoras en el ámbito artístico y cultural dominicano de nuestro tiempo. Fue la del viaje hacia la luz de las estrellas de nuestro admirado artista y fraterno amigo Elvis Avilés, a quien tuvimos la dicha de acompañar durante una buena parte del proceso de desarrollo de una obra y una trayectoria creadoras que le situarían como uno de los más efectivos y brillantes exponentes del arte dominicano contemporáneo.
Binalista histórico. Gremialista incansable. Fraternal, dialogante, solidario, siempre abrazado a su oficio, sus compañeros, su tiempo, su realidad social y las instancias desde las cuales accionó de manera ejemplar. En diversas ocasiones, fue miembro de varias juntas directivas del Colegio Dominicano de Artistas Plásticos y subdirector del Museo de Arte Moderno.
Hijo de la veterana periodista Fior Gil, Elvis Avilés nace en Santo Domingo el 18 de agosto de 1965 y fallece el 30 de agosto del 2022. Desde finales de la década de los 70 del siglo XX, realiza estudios en la Escuela Nacional de Bellas Artes y en los talleres de los reconocidos artistas Alberto Bass y Pedro Céspedes.
Ya redimido de una breve tentativa hiperrealista que marcaría sus inicios, hacia la primera mitad de la década de los 80 del siglo XX, Elvis Avilés se encuentra con el graffiti callejero y el Expresionismo Abstracto en la ciudad de Nueva York. Entonces, en sus densas superficies pictóricas, estallará el muro como espejo del instante y la memoria; el signo como huella cultural y las paredes citadinas como reactivos palimpsestos de la existencia y el tiempo.
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Asimismo, en esta etapa, Avilés redescubre y estudia la obra de Antoni Tàpies (1923-2012) y de otros taumaturgos del Informalismo europeo como Jean Dubuffet (1901-1985); Alberto Burri (1915-1995) y Manolo Millares (1926-1972). Etapa fecunda y brillante que muy pronto le atraerá importantes reconocimientos como el Primer Premio de Pintura del XVII Concurso Eduardo León Jimenes (1990); el Premio Único de Pintura Casa de España (1996); el Premio de Dibujo de la XX Bienal Nacional de Artes Visuales (1998) y el Tercer Premio de Pintura de la XXII Bienal Nacional de Artes Visuales (2003).
Jornada especialmente efectiva y de gratos recuerdos con Elvis Avilés fue el proceso curatorial de su exposición individual “Recapitulaciones” en el Museo de Arte Moderno (11/09-02/10), la cual reuniría más de 40 obras pictóricas de grandes y medianos formatos. La resistencia curatorial de dicha muestra descansaba en una serie de obras significativas en las que Avilés juega, piensa y dialoga profundo en torno a los rituales y mitologías de la cotidianidad, el espacio urbano y la devastación ecológica.
En efecto, en sus obras de “Recapitulaciones”, la plástica de Elvis Avilés se expandía con rigor y espontaneidad asombrosos; vitalidad e ironía demoledora, cristalizando una poética de ácido y delicioso “sabor místico” que atiende problemáticas actuales y sensibles como las migraciones, las crisis (energéticas, financieras y de honestidad); la agonía del Ozama-río tutelar de la Ciudad Primada de Santo Domingo- y la biotecnología.
Auténtico “chef de file” de la “Generación de los 80” en Santo Domingo y uno de los más exitosos exponentes de la pintura dominicana, Elvis Avilés se distinguió especialmente por su personalidad jovial y autoexigente, por el apasionado y persistente espíritu de rebeldía con que persistió a través del proceso de depuración de sus búsquedas espirituales, su práctica creadora, sus experimentaciones estéticas y sus tareas profesionales.
Dibujante, pintor grabadista e instalador, Elvis Avilés (1965-2022), deja un legado que enriquece la producción artística local. Una obra que cristaliza el arte como aventura autocuestionadora, resuelta, deliciosamente personal y aún más provocadora que trasluce en la materia espiritualizada de sus experiencias, recuerdos, sentimientos y pulsiones vitales, la poética del imaginar, la belleza y el enigma que resplandecen cuando se crea sin miedo y sin extraviar jamás el amor, el dolor, los sueños y las ilusiones de los unos y los otros.