Diplomacia se involucra en la polémica de los grupos violentos de Madrid con un proyecto de integración y prevención. Tarea arranca en marzo
El embajador de República Dominicana en España, periodista Juan Bolívar Díaz, se citó con la antropóloga Katia Núñez el pasado martes en la embajada para tratar el tema de las bandas juveniles. Desde que a principios de mes se produjeran varios altercados entre Trinitarios y Dominican Don’t Play (DDP), con la muerte de dos chicos, un menor de 15 años en la calle Atocha y un joven de 25 en un parque de Usera, el interés mediático sobre el aumento de la violencia en Madrid se ha disparado.
El diplomático no oculta su preocupación ante un fenómeno que muchos acaban ligando a su país a pesar de que, a día de hoy, la mayoría de los miembros y simpatizantes son españoles.
Desde la embajada, en coordinación con la investigadora, han puesto en marcha su propio proyecto para buscar una solución radical al problema: quiénes son estos jóvenes, dónde están, y qué está fallando para que los adolescentes se enfrenten entre ellos de esta forma. La antropóloga explica que la ausencia de políticas de integración propician este tipo de situaciones.
El contexto
El interés de Bolívar Díaz por la inclusión de la población dominicana en España viene de largo. Cuando en mitad de su trayectoria periodística entrevistó por primera vez a la escritora Bernarda Jiménez, su interés por la situación de sus compatriotas se agudizó. Jiménez investigó el asesinato de Lucrecia Pérez, la primera víctima mortal del racismo y xenofobia reconocida en España, y también acabó en los 90 dirigiendo Vomade, una asociación de madres dominicanas emigrantes, con la intención de ofrecer ayuda jurídica y acompañamiento.
“Cuando venía de visita a España me involucraba con la asociación. Bernarda y su marido hacían labores de integración fundamentales. En los 2000, cuando empezaron a llegar los hijos de las mujeres migrantes, se encontraron en una situación de vulnerabilidad muy grande. Entonces supe que había que hacer algo con esto, una cosa pluridimensional. ¿Qué se podía hacer con estos muchachos?”, se preguntaba el embajador.
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«Esos muchachos tropezaron en una escuela donde quizá nunca habían visto a un negro», explica Bolívar, 30 años de carrera periodística han desembocado en la diplomacia. Bolívar Díaz lleva un año siendo el embajador de República Dominicana en España.
“Mira mi piel, yo soy mulato. Esos muchachos tropezaron en una escuela a principios de los 2000 donde quizá nunca habían visto a un negro o a un mulato, con un lenguaje de jerga dominicana y con un desfase escolar importante. Fueron confluyendo en el parque, en el barrio. Esos que se juntan están fuera del sistema y empiezan a reafirmarse como personas, ayer y hoy”.
El embajador habla con la seguridad de un juez y la templanza de un sabio. A su izquierda, la abogada Carmen Amelia Cedeño y la antropóloga Katia Núñez escuchan el relato. Núñez corrobora; ha estado más de seis años inmersa en las bandas de los Trinitarios y los Dominican Don’t Play para articular su tesis doctoral. Conoce su ‘modus operandi’, valores, tácticas y carencias que facilitan que se gesten estas redes de apoyo. Ambos grupos se originaron en el Nueva York de los 80 y se fueron extendiendo por diferentes países con los años.
Su influencia sigue haciendo mella en España. La noche del sábado 5 de febrero la opinión pública volvió a poner el foco de atención en las bandas juveniles que tanto dieron de qué hablar a principios de siglo.
Dos jóvenes de 15 y 25 años fallecieron en los barrios de Atocha y Usera. Ambos pertenecían a los Trinitarios. Todo apunta a que estos y los DDP habían quedado por redes sociales para pelearse. Para prevenir posibles episodios similares, la Delegación del Gobierno ha desplegado un dispositivo especial con más de 500 agentes.
El operativo estará vigente hasta nuevo aviso. Solo en un fin de semana se han llegado a identificar a más de 3.000 personas. La Policía Nacional confirmó el viernes la detención de 19 jóvenes implicados en las peleas de este mes. 15 de ellos están relacionados con los Trinitarios, uno de ellos es menor de edad, y el resto con los DDP.
El debate
Dos décadas después del inicio de la formación de estos grupos, tras las últimas reyertas registradas en Madrid, el foco se ha vuelto a poner sobre estas bandas. Un debate que Vox ha querido ligar a la inmigración, por mucho que las cifras indiquen que los jóvenes que integran estos grupos son españoles, en concreto un 90%, según datos de la Delegación del Gobierno.
“Que cumplan las penas en su país de origen. Solo faltaría que los españoles tengan que mantenerles durante los años de prisión”, denunció el portavoz de Acción Política de Vox, Jorge Buxadé, dos días después de las dos peleas que se saldaron con la muerte de los dos jóvenes. En la misma línea, Rocío Monasterio sentenciaba en la Asamblea de Madrid que la inmigración estaba causando “terror”.
Pregunta: ¿Pero entonces qué pasa con estos chavales que llegan a la muerte con machetes? La antropologa: No es tanto qué pasa con ellos, sino qué carencias hay para que encuentren un refugio en la violencia. El embajador: Hay 200.000 dominicanos en España. Suponiendo que los 400 pandilleros de Madrid fueran dominicanos, supondría que son el 0,02% del total y el 99,98% restante se ve perjudicado. Pregunta: ¿Justifica algo de esto la violencia? Ambos: No. Hay quienes encuentran esos puntos y grupos de apoyo en el fútbol, baloncesto, clases de baile… otros tiene la mala pata de dar con una banda.
Muchos jóvenes no tienen una referencia de autoridad y las encuentran en estos grupos porque imparten disciplina.
A pesar de que los jóvenes llegaron a una España en la que sus madres llevaban años trabajando, la antropóloga aclara que esa ausencia de “referencia de autoridad” se produce precisamente por esta separación prolongada. Quienes podían ejercer este poder sobre los jóvenes (abuelos, tíos, primos), en su mayoría, permanecieron en República Dominicana.
El proyecto
El embajador y la antropóloga han puesto en marcha un proyecto de intervención integral financiado por República Dominicana. La intención es prevenir la violencia en los adolescentes, sin importar su nacionalidad, con el fin de erradicar las bandas juveniles. La idea estructural del mismo forma parte de la investigación realizada por Katia Núñez en su tesis doctoral en 2020.
Se estima que trabajarán con 90 jóvenes de entre 11 y 29 años e incluso con adultos mayores de 30. La iniciativa durará un año con opción a prorrogarse 12 meses más.
Actualmente se encuentran en la fase 1, en conversaciones con el Ayuntamiento, la Comunidad de Madrid y las asociaciones de dominicanos en España como PAC, Trama o La Rueca.
Están a la espera de que se les conceda el alquiler de un local en San Cristóbal para tener una sede principal.
El proyecto está aterrizando y se estima que las acciones directas de calle comiencen a mediados de marzo.
Estas semanas se encuentran localizando a los jóvenes y las familias con las que trabajar. Para ello recurrirán, por un lado, a las investigaciones de Núñez y a los planes de actuación directos de los ‘educadores de calle’.
Los educadores atenderán sus “habilidades sociales, valores, disciplina, roles de género y pautas de interacción no violentas. Si, por ejemplo, están en un equipo de fútbol, el educador acudirá a los entrenamientos y estará en contacto con los entrenadores”, apunta la antropóloga. Por su parte, la parte emocional será tratada por los psicólogos. “Es un proyecto con resultados a largo plazo”, continúa explicando. “No estoy para nada en contra de la policía, es necesaria, pero para profundizar en esta cuestión hace falta también este tipo de proyectos”.
Las intervenciones se harán con actividades de ocio y tiempo libre, deportivas y artísticas. A su vez, desde la embajada están trabajando en la creación de una fundación de dominicanos en España para afianzar relaciones entre asociaciones y ciudadanos del país caribeño. El Ayuntamiento de Madrid también ha puesto en marcha un plan similar que arrancó el pasado 1 de febrero. Las administraciones y cuerpos de seguridad trabajan para erradicar la presencialidad de estos grupos y desde la embajada proponen una alternativa en el terreno. La complejidad del problema implica la heterogeneidad de las soluciones. (Elconfidencial.com.)