En el abismo de la desglobalización

En el abismo de la desglobalización

Fernando Álvarez Bogaert.

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A Franklin García Fermín y Silvio Carrasco Rodríguez
En el artículo anterior de esta serie tratamos sobre los principios de la globalización y la existencia de un proceso de desglobalización, producto de la convergencia de distintos factores que han provocado disrupciones o ralentización en la cadena de suministros y riesgos en las relaciones internacionales.

En el contexto actual, fuimos testigos de la interrupción temporal de la cadena de suministros provocada por la pandemia. El covid-19 reflejó las principales debilidades y riesgos que se tienen en un mundo globalizado, dado que, al depender del comercio internacional, en muchos de los insumos que consumimos, estamos expuestos a los abastos y rapidez del mercado.

Hasta ese momento, el comercio resultaba tan eficiente que la gran mayoría de las empresas se habían acostumbrado a no tener inventarios de materias primas y productos terminados, con la estrategia de “Justo a tiempo” que, hasta entonces, funcionaba bastante bien. Sin embargo, The Economist acaba de publicar un artículo sobre el Retorno del ciclo de inventario, reflejando la necesidad del cambio del “Justo a tiempo” a “por si acaso” produciendo grandes volatilidades en las empresas y el PIB de las naciones.

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Habrá que tener en cuenta los efectos cíclicos de todo esto. Algunos minoristas pueden tener las existencias incorrectas para la época del año. Tendrán que almacenarlo o pasarlo a minoristas de descuento que se especializan en vender fuera de temporada. Algunas compañías que han pedido en exceso reducirán las compras para permitir ajustar a la tendencia del gasto.

Estamos ante una paradoja. Cuantas más empresas busquen autoasegurarse, manteniendo más inventario, más volátil será, sobre todo en un momento en donde predomina la inflación alta como principal variable que influye negativamente en los mercados.

En 2021, el gran debate sobre las perspectivas de la economía mundial se centró en lo siguiente: si el aumento de la inflación en Estados Unidos y otras economías avanzadas era transitorio o persistente.

Los principales bancos centrales y la mayoría de los investigadores de Wall Street apuntaban a que la situación era transitoria. Atribuyeron el problema a efectos de base y cuellos de botella temporales en el suministro, lo que implica que la alta tasa de inflación retrocedería rápidamente al rango objetivo del 2% de los bancos centrales. Mientras tanto, el «Equipo Persistente» -dirigido por Lawrence H. Summers de Harvard, Mohamed A. El-Erian de Cambridge y otros economistas- argumentaron que la inflación se mantendría alta porque la economía se estaba recalentando con una demanda agregada excesiva. Esa demanda fue impulsada por tres fuerzas: políticas monetarias persistentemente laxas (tasas de interés extremadamente bajas, de hecho, se reflejan en tasas de interés reales negativas), políticas fiscales excesivamente estimulantes y una rápida acumulación de ahorros de los hogares durante la pandemia, lo que condujo a una demanda acumulada una vez que se reabrieron las economías.

En la próxima entrega trataremos de cómo la República Dominicana podría sacar provecho del proceso de desglobalización.

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