La noche del pasado domingo 18 de enero, el Laboratorio Evolutivo de Arte Contemporáneo (C/El Conde, frente a la Catedral Primada, Ciudad Colonial), ha dejado clausurada la exposición “Soucy de Pellerano/Retrospectiva”, organizada y curada con esmero y óptimos resultados por la destacada artista Rosalba Hernández, junto a su equipo de colaboradores y admiradores, como homenaje póstumo a esta emblemática creadora y educadora dominicana, nacida en Santo Domingo (1928) y fallecida en esta misma ciudad el miércoles primero de enero del 2014.
En dicha muestra, compuesta por más de 30 obras, entre pinturas, dibujos, esculturas y collages, al mismo tiempo que le rinde un justo homenaje a su maestra más admirada y respetada, Rosalba Hernández ha logrado reunir algunas obras pictóricas y escultóricas que resultan ciertamente representativas del grado de maestría, el poderoso virtuosismo, la singularidad discursiva, el radical espíritu de ruptura y la refinada sensibilidad poética que caracterizan la personalidad y la producción global de Soucy de Pellerano.
Siempre abierta a las nuevas corrientes creativas; comprometida con la reflexión profunda frente a la realidad social, la cultura de la violencia, el autoritarismo, la ignorancia y el ecocidio; respetable, jovial y carismática; con aportes trascendentales en los campos de la creatividad, la educación artística y la gestión cultural, en Santo Domingo, Soucy de Pellerano es pionera en la utilización creativa de los recursos del reciclaje y del proceso de resignificación de los residuos materiales y tecnológicos del “progreso”, así como de la experimentación con los materiales extrapictóricos, el cinetismo mecanicista, la multimedia y las propuestas conceptuales más radicales de la contemporaneidad.
La autoexigencia y la renovación constantes se nos revelan como principales características de su actitud creadora. Sus ensamblajes maquinales, en cuya construcción utilizaba diversos metales, plásticos, placas radiográficas, fibras sintéticas, aparatos y otros vestigios materiales de la civilización postindustrial, así como electricidad y diversos elementos tecnológicos para dotarlos de movimiento, reafirman a Soucy de Pellerano como la artista de mayor convicción vanguardista en el panorama artístico dominicano de las últimas cinco décadas.
De manera sistemática y con genial inventiva, Soucy de Pellerano utilizará el recurso del reciclaje con extraordinaria lucidez en una serie de ensamblajes y construcciones cinéticas que, más bien, operan como un desquiciante y maravilloso bestiario maquinal en perpetua mutación. El resultado es un universo simbólico tan original y excitante como igualmente enigmático e inefable. Y es que la obra global de Soucy de Pellerano se nos revela como metáfora esplendorosa de una civilización y de una subjetividad que se transparentan en las románticas mixtificaciones de nuestro “paraíso subvertido”; en las contaminaciones culturales de la poshumanidad y ante las fértiles “turbulencias” de la imaginación en que devienen sus polivalentes y espectaculares acciones estéticas y antiestéticas.
Estudioso y gran admirador de la obra y la trayectoria de Soucy, el reconocido artista y crítico de arte dominicano Fernando Ureña Rib, fallecido repentinamente en Berlín, Alemania, el 27 de diciembre del 2013, señalaba precisamente que “Soucy de Pellerano es una artista apasionada, vigorosa, revolucionaria y de notable sensibilidad plástica. Todo le interesa con avidez y en todas las cosas descubre ella elementos de los que pudiera servirse en su intensa labor creadora… Eran máquinas forjadas a fuerza de pura fantasía, sin adornos, sin función y sin otro propósito que despertar el niño juguetón y curioso que todos llevamos dentro. Una tuerca, un alambre, una plancha oxidada le servían. El espectador debía atravesar los mismos caminos que la creadora e ir ensamblando mentalmente aquellos rompecabezas visuales y táctiles donde el humor todavía es posible”…
En síntesis
Soucy de Pellerano
Escultora, pintora, dibujante, instaladora y performera, Soucy de Pellerano nació en Santo Domingo en 1928. Perteneciente a una familia de próceres e intelectuales, descendientes de Francisco del Rosario Sánchez, a los once años inicia su formación artística con Rafael Arzeno en la ciudad de Puerto Plata. Más adelante, retorna con su familia a Santo Domingo. Estudió en la Universidad Autónoma de Santo Domingo, donde obtuvo el título de Doctora en Farmacia y Ciencias Químicas. En 1967, se gradúa en la Escuela Nacional de Bellas Artes y ese mismo año presenta su primera exposición individual en el Instituto Cultural Domínico Americano.
Durante su etapa de estudiante en la Escuela Nacional de Bellas Artes, sus maestros más influyentes fueron Paúl Giudicelli (1921-1965) y Domingo Liz (1931-2013). Giudicelli le introduciría en el conocimiento del expresionismo basado en líneas y figuras geometrizadas y en el proceso transmutador de las formas abstractas primordiales del arte taíno. Ante la desaparición física de Paúl Giudicelli, Soucy le sustituye en las clases que el maestro impartía en el Instituto Cultural Domínico Americano. En 1972, ella obtiene el Segundo Premio de Pintura de la XII Bienal Nacional de Artes Plásticas. Soucy de Pellerano fue premiada en diversas ocasiones en el Concurso de Arte E. León Jimenes. En 1973, presenta su 7ma. exposición individual en el Museo de la Universidad de Puerto Rico (Río Piedras) y participa en la Bienal de Sao Paulo.
En 1980, la Galería de Arte Moderno organiza su exposición “Ámbito Maquinorum”, compuesta por 18 pinturas, 3 esculturas; 4 “máquinas” y 8 objetos. Esta muestra marcaría un hito en la historia del arte dominicano contemporáneo, especialmente en la escultura. En el 2004, presenta su Retrospectiva en la Casa de la Cultura de Santiago. En el 2007, el Ministerio de Cultura y el Museo de Arte Moderno de la República Dominicana dedican la XXlV Bienal Nacional de Artes Visuales y organizan la exposición “Soucy de Pellerano: En el Jardín Turbulento”, la cual fue desplegada en los espacios abiertos de la Plaza de la Cultura Juan Pablo Duarte, implicando la restauración de sus espectaculares “Maquinotrones” y la participación de más de 40 escultores de distintas generaciones. En el 2014, el Ministerio de Cultura le concede de manera “post mortem” el Premio Nacional de Artes Plásticas 2013.