“Formas orgánicas con elementos geométricos y líneas rectas se unen en perfecto equilibrio en las esculturas de Amaya Salazar. Así como esta artista transforma un rojo incandescente, un azul oscuro o un amarillo vibrante, ella puede convertir una línea perpendicular en un orificio orgánico. Trabaja el balance entre lo rígido y lo fluido; encuentra un punto en un cuadrado para que nazca una silueta de una mariposa o una mujer, pero con equilibrio perfecto”… (Bingene Armenteros, 2022).
La pintura, predomina radiante en la práctica creadora de Amaya Salazar (1951). En su obra pictórica, el espacio imaginario se materializa como espejismo, como trama mutante de formas, celajes, resonancias y destellos cromáticos de atractiva elocuencia metafórica. Espacios proliferantes, tornadizos y refulgentes como especie de territorios calidoscópicos de tonalidades, resquicios y volatilizaciones luminosas de admirable sutileza estética.
La calidez y la riqueza de matices de su paleta; su intensa conexión existencial con los fundamentos del hecho plástico; una poética confesional y vitalista, así como un discurso depurado, esclarecido y elegante en el abordaje de sus más caras temáticas y preocupaciones: naturaleza, maternidad, espiritualidad, intimidad, introspección, emoción y sentimiento, han sido clave para la favorable acogida de su propuesta pictórica en el mercado local e internacional.
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Sin embargo, rebotando hacia la vanguardia sobre sus propias certezas estéticas, sin abandonar una airosa dicción plástica que fusiona figuración y abstracción con particular brillantez y asombrosa efectividad, Amaya Salazar asume en las últimas décadas un proceso de búsqueda y experimentación que le lleva a realizar una producción escultórica en diferentes técnicas y sobre diversos materiales que se torna evidencia cristalina de su radical y fructífera volición renovadora.
Un extracto representativo de los resultados de este proceso se puede apreciar en el cuerpo de obras escultóricas e instalativas que Amaya Salazar presenta en una amplia sala del segundo nivel del Museo de Arte Moderno.
“Espacio, Color, Luz”, es una exposición antológica que reúne un total de 43 obras a través de las cuales la artista persiste en su profunda meditación sobre la forma, el espacio y el color-luz como fundamentos de sus búsquedas estéticas y su producción simbólica.
Con esmerada labor curatorial y museográfica de Bingene Salazar Armenteros, “Espacio, Color, Luz”, resulta una exposición mayor de madurez que, en primera instancia, nos permite confrontar sus depurados niveles de libertad y síntesis expresiva; su irreductible aspiración innovadora y su gran capacidad productiva.
El formidable conjunto expositivo, también nos permite advertir cómo Amaya Salazar logra fusionar de manera impecable y en su trayecto de perfección una extraordinaria diversidad de técnicas, materiales y lenguajes estéticos: neofiguración; posexpresionismo figurativo; abstracción; minimalismo; arte óptico y conceptualismo.
Fibras sintéticas policromadas, acrílico, plástico laqueado, terracota, mármol, roca coralina, bronce, hierro, madera, cristal y luz, son materiales con los cuales Amaya Salazar demuestra su extraordinaria versatilidad expresiva a la vez que se sumerge en cada pieza para ofrendar lo mejor de sí misma.
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Nuestra artista somete estos materiales a un inefable proceso de filtración íntima y espiritual para hablarnos con admirable simplicidad, emoción profunda y exquisita sensibilidad lírica, mediante líneas, formas, cuerpos, superficies, espacios, vacíos, presencias, ausencias, colores y texturas.
En su producción tridimensional, Amaya Salazar nos propone un diálogo lúdico y reflexivo sobre sobre la naturaleza; lo femenino y lo enigmático como territorios prospectivos de búsqueda, experimentación y obsesiones creadoras. Asimismo, en sus reacciones escultóricas de refinada factura estética e impregnadas mágicamente de espiritualidad, intensa emoción y vitalidad existencial, Amaya Salazar nos habla con alto vuelo poético sobre el entorno espacial y la realidad tangible que nos rodea.
Explorando a fondo las características de los materiales que prefiere y asumiendo con resolución el reto que implica el uso de las nuevas tecnologías en el proceso escultórico contemporáneo, Amaya Salazar nos entrega una nueva invitación a percibir, relacionarnos e interrelacionarnos con el mundo. Y es que Amaya no solo define formas, volúmenes y cuerpos, sino también relaciones y consonancias espaciales imprevistas.
Cada una de las obras que integran la muestra “Espacio, Color, Luz”, nos revelan cómo Amaya Salazar persigue de manera obsesiva y consigue el pleno disfrute del proceso creador al mismo tiempo que nos implica en esa misma experiencia placentera.
La muestra sigue abierta a todo el público en el Museo de Arte Moderno hasta el 24 de abril próximo en horario de martes a domingo de 10:00 de la mañana a 6:00 de la tarde.