En otro punto luminoso de la agenda artística dominicana del 2014 se constituye la sexta edición del “Circuito de Galerías” que organiza la Asociación de Galerías de Arte (AGA), permitiendo a los ciudadanos y visitantes un amplio recorrido por las principales galerías, museos y centros culturales de Santo Domingo. Y, precisamente, como una de las propuestas más interesantes de la última fase de este circuito se impone registrar la exposición individual de Dionisio Blanco, titulada “Sembradores en Evaporación”, abierta desde la noche del pasado jueves 20 de noviembre en la Galería de Arte Shanell, ubicada en el segundo nivel de la Plaza Malecón Center en la Ave. George Washington.
Las series pictóricas más recientes de Dionisio Blanco (1954) se me revelan como pretexto especular para una “pedagogía” del deseo, la libertad y la iluminación ante un instante posmoderno, terriblemente maquinal y desalmado que estalla como presagio de la “perdición” del derecho a la fantasía, la maravilla y el lúdico extrañamiento…
Y es en pleno ejercicio de este derecho que Dionisio Blanco, a partir de un ejercicio especializado del vuelo propio de lo onírico y la ficción pura, desarrolla una producción pictórica mutante a través de la cual llega a franquear las puertas de la percepción al mismo tiempo que materializa con extraordinaria lucidez las imágenes de una cartografía de la memoria y el deseo que prospera y prolifera desbordando los límites de la realidad y la razón.
En sus series tituladas “Sembradores sobre el Trópico Secular” (1984-1994); “Fantasías Oníricas de Sembradores” (1996-2000); “Sembradores Frente al Falso Espejo” (2004); “Sembradores como el Humo Sagrado”; “Sembradores Míticos” y “Sembradores como Vasos Comunicantes”(2007); “Sembradores sobre la Memoria de la Tierra”, “Sembradores sobre la Memoria del Mar” y “Sembradores en Evaporación” (2008-2014), confrontamos las imágenes de un distintivo universo ficcional, construido a partir de una esplendorosa polisíntesis estilística y un virtuosismo formal de inequívocas raíces vanguardistas.
En el extracto de las series señaladas que presenta la Galería de Arte Shanell, Dionisio Blanco nos deslumbra con unos espacios pictóricos mixtificados a partir de un viraje perceptivo-espiritual y una perspectiva estética que lo llevan a representar simbólicamente una realidad y una irrealidad que desbordan lo concreto; una realidad maravillosa que no admite los márgenes de la razón y la cual, para ser percibida, requiere la puesta en crisis de la mirada y el pensamiento racionalistas de la modernidad.
Tal como nos advierte el ingeniero Luis Felipe Cartagena: “Si es muy cierta la magnitud de la compleja técnica de degradación de color, también es cierta la innegable exactitud para proyectar la óptica desde la cual el artista Dionisio Blanco quiere mostrarnos los elementos elaborados en sus obras, especialmente la dirección del ángulo de la luz, reflejado en el entorno completo, construyendo un plasma de colores que nacen del efecto sombra en el espacio confeccionado en la pintura y logrando una exuberante máquina de sueños sin fin”…
De inmediato y entusiasmado, el reconocido galerista precisa que “El ser humano alegre, virtuoso, tenaz que es y vive en la persona de Dionisio se manifiesta en la gracia de los sembradores al proponer sin titubeos la gratificante y honorable labor del hombre en el campo, el ecosistema del río Ozama, la biósfera de los fondos marinos y la calidez de Los Patos de Barahona. Sin duda alguna, cada pincelada en su forma, color y esencia, impregnan la tela de pura vida y pasión, dejando en todas sus obras la carta del deseo que invita a la fertilidad en plenilunio y al contacto no contaminado como flores silvestres”…
La importancia de lo fictivo en la producción reciente de Dionisio Blanco radica en el potencial representativo y propiciador de las otredades de lo real y la subjetividad. Sin embargo, en su producción global se confirma la advertencia de que su poética pictórica resulta animada por la íntima convicción de que la memoria, el sentido de la tierra y la recuperación del valor antropológico de lo imaginario están entre los mayores retos del arte de nuestro tiempo. Y es que la libertad de expresión de sus creencias, visiones, sentimientos y pensamientos más íntimos a través del “sistema pictórico” y el ejercicio de la imaginación constituye uno de los resortes esenciales en su ética creadora.
Los grandes artistas no son únicamente los que inventan un nuevo lenguaje, sino también los que llegan a los límites de éste. Y, sin temor de exagerar, creo que este es el caso de Dionisio Blanco, pues su repertorio simbólico debe su efectividad estética a una extraña capacidad renovadora con la que logra revelar aspectos contradictorios y complementarios de un contexto antropológico e identitario que nos lleva a cuestionar los diferentes niveles del “relato” historicista que ha forjado la identidad personal y colectiva en casillas autoritariamente concretas y definidas.
Ante estas imágenes es inútil resistirse al estallido de una memoria laberíntica en la que se combinan las más extrañas asociaciones. De ahí la complejidad formal de las composiciones en su intento por plasmar esa realidad múltiple que se fragmenta y se yuxtapone alternativamente, pues la ficción misma se materializa a través de una fluida red de espacios cromáticos y símbolos de significados en perpetua mutación.
En síntesis
Dionisio Blanco
Dionisio Blanco nace en San Cristóbal, el 9 de octubre de 1953. Estudió en la Escuela Nacional de Bellas Artes (1970-1974). Profesor de Dibujo en la Escuela de Arte Cándido Bidó (1977). Ha sido profesor de Dibujo de la Escuela de Arte de la Facultad de Humanidades y de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Autónoma de Santo Domingo. En 1984, obtuvo el Primer Premio de Dibujo de la XVI Bienal de Artes Plásticas. En 1989, invitado por la Fundación de Colonias de Artistas de New York y el Departamento de Estado de los Estados Unidos a Johnson, Vermont, dentro del programa visitantes internacionales. En 1997, participa como expositor y curador en el Primer Encuentro de Arte Contemporáneo Domínico-Italiano en el Instituto Latinoamericano de Roma, Italia. En el 2012, participa en la primera exposición “El Arte Dominicano en la Curacao”, Santo Domingo. Dionisio Blanco es miembro del Colegio Dominicano de Artistas Plásticos -CODAP- y de la Asociación Internacional de Críticos de Arte -AICA-. En el 2012, la prestigiosa casa editora neoyorquina The McGraw Hill Companies, Inc. escogió la imagen de la pintura titulada “De la Serie Sembradores” (1986), de Dionisio Blanco, junto a otras de algunos artistas de distintas épocas y de fama universal, para la ilustración del libro titulado “Experience Spanish-Un mundo sin límites, texto didáctico destinado a profesores, investigadores y estudiantes del idioma español y la cultura hispánica en los Estados Unidos. En el 2014, participa en la exposición “Colección Fernando Báez Guerrero/Un siglo de Arte Moderno en la República Dominicana”, Museo de Arte Moderno/Centro Cultural Perelló. Su obra forma parte de las colecciones del Museo Rally con sedes en Cesarea, Israel; París, Francia; Marbella, España y Punta del Este, Uruguay; Museo de la OEA, Casa de América Latina, París, Francia, Instituto Breda, Milán, Italia y General Electric, Atlanta, EE. UU.