Mañana con el inicio de la primavera alcanzo a la edad de un adulto mayor con 86 años en mi anatomía y con una vida llena de experiencias y vivencias que le han dado colorido a mi existencia con una familia activa y refulgente en sus esferas de acción destacándose con sus aportes de trabajo.
Con mi esposa Gladys, afectada con el alzhéimer desde hace ocho años nos permitió llevar una vida de compañerismo y familiaridad que siempre la pusimos al servicio de la comunidad en Bonao, donde compartimos por casi 20 años y sembramos la semilla de la amistad en vecinos que hoy nos honran con su cariño, amistad y amor.
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Participé en todos los proyectos comunitarios de valor en que la empresa donde trabajaba como superintendente de Mantenimiento en una primera etapa y luego como gerente de relaciones públicas. La alta gerencia de la Falconbridge me permitió y me dio el visto bueno para sostener unas relaciones comunitarias sólidas y activas en favor de una comunidad solidaria.
Mis cuatro hijos fueron brillantes estudiantes del Centro Educacional de Bonao permitiéndoles adquirir una formación académica de primera calidad que ha sido la base para sus demostraciones admirables con sus compañeros así como con las acciones tomadas en sus áreas de trabajo para el bien de sus compromisos profesionales que llevan a cabo.
Por mi herencia familiar, mi vida se ha desenvuelto entre libros de todo tipo desde aquellos libros de muñequitos hasta los libros de filosofía de los clásicos griegos o de los modernos como Yuval Noah Harari con su primera obra De Animales a Dioses que sacudió a los bibliófilos del mundo entero.
Viví en Baní al lado de la imprenta de la familia y desde temprana edad me desenvolví con la composición cuando aprendí a leer y escribir con unos siete años de edad. Mis primeros escritos en Ecos del Valle fueron notas deportivas y luego ya estando en el bachillerato incursioné en temas profundos influenciado por José Ingenieros y José Ortega y Gasset.
Ingresé en la universidad en 1956 a estudiar Ingeniería contando con la ayuda invaluable de una familia española que vivió en Baní y se había trasladado a Santo Domingo. Allí, con la familia García López y Abarca pude cumplir con los requisitos del primer año cumpliendo cabalmente con las demandas académicas. Terminado ese primer año conocí a Gladys Montero, quien sería mi novia por cinco años y luego en abril de 1962 nos casamos y en enero de 1963 nació nuestra primogénita Fabiola, lo cual fue una bendición debido a que mi esposa había heredado el microbio de la lepra que la había adquirido siendo niña en La Cuesta, en la ruta de San José las Matas, y gracias a la eficiente asistencia del doctor Huberto Bogart la superó exitosamente y pudimos aceptar el reto de nuestros demás hijos Esteban Lorenzo, Ruth Anastasia y Gladys Mónica.
Graduado en 1961, tuve la novedad de meses antes de ser detenido por el Servicio de Inteligencia Militar, por estar conspirando en contra de la dictadura que ya estaba en sus finales en 1960. Fue una experiencia muy dramática ese encarcelamiento y después de los días en la cárcel La 40 fuimos trasladados a La Victoria y después de unos diez días de encierro en solitaria fuimos trasladados a sede principal del SIM, donde nuestros familiares nos esperaban convocados por el SIM para entregarnos a los mismos con las consabidas advertencias de evitar conspirar de nuevo.