Y el dinosaurio sigue ahí. Clientelismo, corrupción, desconfianza, prejuicios. Lejos de la ilusión y la narrativa que ha sostenido el Cambio, la realidad aflora y es “una e indivisible”, tal y como consta en la introducción del “Análisis de la Encuesta de Cultura Democrática RD-2022-2023-”, ordenada por el Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo cuyo diseño y supervisión estuvo a cargo del viceministro de Análisis Económico y Social y de la directora de Análisis de Pobreza, Desigualdad y Cultura Democrática.
“La realidad es una e indivisible, los sistemas económico, político, social, cultural y medioambiental están íntimamente relacionados”. Y también se ha pretendido, con éxito, encubrir su contundencia. El colectivo, cautivo, suscribe consignas coyunturales con estupendos resultados y entre la magia y otra vez la realidad, aflora el dato: “El 80.4% de la población está de acuerdo con la concesión de puestos de trabajo y contrataciones públicas a quienes respaldaron activamente la campaña electoral del candidato/a vencedor/a”. Atrás queda el respaldo a la pureza propalada desde la superioridad incontaminada que hace y hará lo mismo, con ropaje de arcángel. Por eso la espera y la exigencia, el “dame lo mío” tras un ministerio, un consulado, una embajada, un contrato, una dirección, un consejo de directores. La compensación tras la impunidad refulgente, a pesar de los pomposos discursos para entusiasmar a las gradas. Las estrategias para fortalecer la percepción continuarán porque proveen excelentes beneficios a contrapelo de la evidencia.
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El retrato de la sociedad dominicana está en los resultados de la encuesta. Hay datos para todos los gustos, cifras que permiten derruir la construcción del imaginario apetecido. Están medidas las concesiones de una población sin esperanza que busca satisfacer sus urgencias sin importar cómo. La conclusión empaña el proyecto político, afecta la gobernanza respaldada por sus virtudes.
Será incómodo seguir pregonando que llegó a Palacio la casta inmaculada, ajena al tejemaneje de la política tradicional y rentable. El camino de la virtud está trazado por la justificación del clientelismo y la validación de la corrupción. ¿Continuará el régimen repitiendo que la moralidad se ha impuesto en el mando desde la fundación de la patria nueva, el 16 de agosto del 2020 si el clientelismo es aceptado por la mayoría y “ casi la mitad de la población dominicana acepta los actos corruptos cuando contribuyen a solucionar problemas”? Algo más, esa población percibe que la corrupción ha aumentado y el 67.3% afirma que República Dominicana «está gobernada por unos cuantos grupos de poderosos en su propio beneficio». ¿Dónde ubicar ahora las monsergas éticas y tanta prédica frívola y mendaz, repetida por incautos y también por oportunistas? La ventaja del oficialismo es que de cada 10 dominicanos 6 “encuadran con el PRM”, mejor todavía, la aceptación está entre el quintil con nivel de estudios bajo o muy bajo y eso facilita la manipulación. La pantomima continuará a pesar de la evidencia. La frivolidad seguirá soplando sus clarines para mantener las ventajas. Además, las hordas éticas no protestan, aceptan y contribuyen. Guardaron su espada para continuar en el paraíso de los errores subsanables.