Entusiasmo, encubrimiento y paciencia

Entusiasmo, encubrimiento y paciencia

Carmen Imbert Brugal

Entusiasmo, encubrimiento y paciencia. Esa macana que anida en cada corazón, retrata, desafía. Es la ilusión de mando, sin importar el tiempo. Algunos afirman que el atropello, ese uso abusivo del poder, quedó atrás. No es cierto, se ha impuesto como norma la democratización del abuso.

Encubierto tras los discursitos políticamente correctos, todos quieren mando y mandoble. La retórica permite el disimulo, pero, a hurtadillas, se celebran los lances cotidianos de arbitrariedad.

Eduardo Galeano confiesa su insomnio recurrente, porque tiene una mujer atravesada en la garganta. No supo nunca que cada dominicano duerme tranquilo, porque tiene un guardia atravesando el mismo lugar. Por eso son aplaudidos los arrebatos sórdidos de poder.

Ahora, la claque que dirige la procesión ética, lamenta las ocurrencias en las cárceles. Celebra, asimismo, el resultado de una requisa que ha permitido develar el buen funcionamiento del sub mundo criminal impune en “La Victoria”, que incluye la existencia de un centro de tecnología.

Otra vez la ratificación de la inutilidad de las penas largas, el oprobio de la privación de libertad como medida de coerción, en un sistema que está muy lejos de la reeducación y no prevé los mecanismos idóneos para la reinserción social del delincuente.

Ese mismo grupo, celebró en septiembre del 2020, la irrupción de un enérgico encargado de seguridad en “La Victoria”. Y lo hizo con el furor que celebraba, tras bambalinas, la mano dura de Candelier.
Sin hojear la Ley 224-84, sus voceros proclamaron que había llegado el momento de controlar la canalla hacinada en los barrancones de un recinto deplorable.

El resultado del discurso inaugural del comandante, provocó reseñas idílicas. Luego de identificarse como “wawawa” advirtió a la población encerrada que “el único padrote aquí soy yo, el único probó …” así logró la entrega “voluntaria” de armas en posesión de los presos.

El pasado había sido superado en un instante, con mandarria y respaldo“. La Victoria” estaba controlada y los vítores se multiplicaban. Esa manera de ser y no ser, bipolaridad institucional que confunde.
La euforia ética avaló aquello, empero, el pacificador tuvo gerencia efímera y sus sucesores se cuidaron de no grabar sus presentaciones.

En la época del “air freyer”, más amigable que el microondas, pretenden convencer al colectivo de la ocurrencia de una transformación instantánea, mágica. Tal como sucedía en los programas de tv que garantizaban un “cambio radical” y en dos horas alisaban el pelo, corregían imperfecciones en el rostro y aseguraban belleza tan súbita como fugaz.
Los juglares propagan el milagro por doquier, repiten que todo es diferente desde el 16.08.2020, aunque olvidan que la conversión es un proceso tortuoso y requiere paciencia.

Sirva de guía Monseñor Castro Marte. El sacerdote, identificado con el Cambio desde antes del triunfo, en un gesto de validación militante se trasladó de su diócesis para celebrar, en el templo del partido, el aniversario del PRM.
En su homilía, luego de encomiar las virtudes del presidente, pidió paciencia a la población. Los promotores del mundo nuevo también deben apelar a la serenidad para evitar contradicciones. Obedezcan al pastor.