Su nombre está vinculado a la historia social, política, económica, educativa, pero sobre todo empresarial de la República Dominicana.
Emigró al país a los 11 años de edad, en 1912, y al correr del tiempo se convirtió en emprendedor hombre de negocios que deslumbró a la sociedad con sus innovadoras, variadas y necesarias industrias que no solo despertaron la admiración colectiva, sino que representaron significativo aporte al desarrollo industrial y a la mano de obra nacional.
Ernesto Vitienes Lavandero, considerado por sus coterráneos como uno de los más ilustres emigrantes de Cabranes, Asturias, fue llevado a vivir a San Carlos con sus tíos Pancho y Juanita luego de su arribo a Ciudad Trujillo junto a su tío Francisco Lavandero González, ya establecido en la capital.
Realizó estudios en el liceo República Dominicana, luego se graduó perito contador, compartiendo la educación con el trabajo en la Casa Lavandero e intercambiando amistad con jóvenes que luego fueron reputados profesionales, tan influyentes como Juan Bosch, que llegó a ser presidente de la República.
La pasión de Ernesto era otra. El comercio lo cautivó. En agosto de 1924 fundó con su hermano Emilio la empresa Vitienes Hermanos.
“Se ubicó inicialmente en la calle Mercedes esquina Polvorín”, revela su hijo José, y en 1941 se trasladaron a la Avenida Bolívar, esquina 16 de Agosto. Más tarde se mudaron a la avenida Mella esquina Doctor Faura.
“Vitienes Hermanos se incorporó como compañía por acciones, Casa Vitienes, C. por A., en 1932”, declara el vástago menor, quien atesora memorables y hermosas fotos de su exitoso progenitor y de otros miembros de su prestante parentela.
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Y conoció a su amor
En los años 30 del siglo pasado, Ernesto decidió retornar a su Patria. Dejó el negocio en manos de su hermano Emilio y de Adolfo Sánchez Lavandero, José Buera del Valle, Casimiro Velasco Columna, Julio Santos y otros socios, y allá conoció a María de la Concepción Colubi Celayeta, con quien contrajo matrimonio y procrearon tres hijos: Mercedes, Ernesto y José.
Retornó a esta tierra al iniciarse la guerra civil española y retomó el negocio, importando y vendiendo toda clase de artículos de consumo en la Casa Vitienes, a la que agregó otras empresas: Industria Lavador, de fabricación de productos de limpieza y producción de aceites y grasas comestibles; Productora Nacional de Alimentos Balanceados, hoy Agrifeed, S. A., para la producción de forraje para el ganado.
Además, Azua Agroindustrial, S. A.; Compañía por Acciones Mercantil, C. por A.; Nagua Industrial; Avícola del Caribe, entre otras, todas con considerable personal nativo.
De don Ernesto hay variados registros de entradas y salidas del país para viajar a su querida villa de nacimiento donde conservaba amigos y parientes. Allí correspondieron a su invariable afecto con la designación de una calle en su honor.
“Fuera de serie”
Ernesto nació el 26 de diciembre de 1901, hijo de José Vitienes Llera y Vicenta Lavandero González. Además de San Carlos, residió en la calle Samaná, hoy Pedro A. Lluberes, en Gascue.
Falleció el 19 de julio de 1987 en Santo Domingo.
Don José manifiesta que la única palabra que se aproxima al ejemplo de su padre es la integridad, porque “ahí se reúnen muchas formas de vida: ética, amor por la familia, respeto por el prójimo, humildad, generosidad, liderazgo, y puedo seguir…”.
Al preguntarle sobre los que considera fueron principales méritos y aportes de Vitienes Lavandero, respondió: “Dejó el mundo mejor que como lo encontró. Poco o mucho que haya aportado, contribuyó, en todo lo que le tocó, a que fuese mejor el mundo. Trascendió su esfera y amplió su área de influencia. Fue un fuera de serie”.
La calle
Aunque Joaquín Balaguer promulgó el 6 de diciembre de 1996 una ley que designaba con el nombre de Ernesto Vitienes Lavandero la calle “F” del ensanche San Gerónimo, fue en 2009 cuando se inauguró la vía, pero en Arroyo Hondo II.
Su hijo Ernesto recordó en la ocasión que el profesor Juan Bosch, que mantuvo una cercana amistad con su padre, fue quien solicitó al Congreso Nacional la ley que bautizara una vía de Santo Domingo con el nombre de su progenitor. La misma fue promulgada posteriormente por el presidente Joaquín Balaguer.