Expresé hace un par de semanas que a partir del 16 de agosto se inició un nuevo período de gobierno, o un nuevo gobierno, aunque sea al mismo presidente y algunos funcionarios. En tal sentido, leyendo y conversando constantemente con personas que de alguna manera contribuyen a aumentar los conocimientos, he llegado al convencimiento de la importancia que representa tener siempre presente lo que los teóricos han definido como Punto de Partida.
Los puntos de partida son recomendables para cualquier actividad. Sobre todo, si se trata del inicio de tareas que competen a los ciudadanos de cualquier nación o país. Porque representan el inicio de nuevos procesos o proyectos, como el inicio de nuevos gobiernos. Fundamentalmente para determinar las bases sobre las cuales se realizarán o construirán.
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Y esto, incluso, se define como crucial. Ya que el punto de partida representa el inicio de una actividad, que debe quedar clara ante los que de alguna manera recibirán los efectos. Es lo que algunos definen como el escenario para la nueva obra. Recomendando que se hagan todos los esfuerzos para que resulte agradable, estimulante y propiciadora de nuevos aires y esperanzas.
Por eso es importante que desde el inicio del proyecto, los espectadores se lleven una buena imagen de lo que se propone en esta nueva etapa o nuevo proyecto. Que haya consonancia entre lo que se está presentando o anunciando como inicio por parte de quien dirige la obra, con los acontecimientos sucesivos realizados por los demás actores. Porque de ahí en adelante, o sea, del punto de partida, se puede suponer lo que acontecerá.
Tratar de que el punto de partida resulte una impresión positiva. Por eso, algunos recomiendan utilizar métodos impactantes. Otros incluso llegan a recomendar la utilización de ciertos rasgos de misterio que mueva a los espectadores a continuar siguiendo de cerca lo que acontecerá en el tiempo sucesivo. Crearles expectación y que de manera coherente haya empatía con lo que se anuncia e inicia.
Otros hablan de la conveniencia de que, como punto de partida, se realicen planteamientos específicos. Identificando problemas y los temas que se pretenden abordar más adelante. Dejar fluir detalles de las posibles tareas. Proponer y ofrecer explicaciones de los temas a afrontar. Y como si se tratara de una escena u obra, procurar en todo momento y con cualquiera de los actores en los escenarios que exista coherencia con el guión.
Evitar, de cualquier manera, que los objetivos fundamentales del proyecto que se inicia y lo anuncia el actor principal, en este caso el presidente, luego de la presentación como punto de partida, no sea empañado con acciones secundarias ni mucho menos crear ante los espectadores imágenes fuera del contexto establecido en el plan maestro.
Porque un proyecto de gobierno, comparándolo con una orquesta, aunque existen muchos músicos o actores, cuando el director o cabeza principal establece una línea, todos los demás están en el deber de seguir el mismo ritmo. Y aunque las democracias permiten el derecho a disentir, deben realizarse dentro de las normas institucionales. Y si no están de acuerdo, que otro toque el instrumento. Porque las fallas de los músicos se reflejan en las orquestas en su conjunto.