La separación de la enseñanza entre un sistema público y privado reproduce e incrementa las desigualdades. A su vez, el problema va más allá del simple binomio escuela-colegio, sino que entre los mismos colegios encontramos todo un gradiente en donde juegan calidad, precio y segmentos poblacionales a quienes están dirigidos. Desde pequeños colegios “para pobres”, los de clase media-baja, media, o media alta hasta llegar a instituciones reservadas para las élites. Con la segmentación las diferencias sociales de entrada se consolidan ya que al agrupar estudiantes con características comunes se refuerzan las divisiones que separan cada grupo socio-económico del resto. Al mismo tiempo, en el proceso educativo concurren otras dimensiones de las desigualdades que no son solo económicas.
Comparando por quintil de riqueza, dentro del 20% de hogares de menores ingresos en el país en nivel básica, solamente 1 de cada 20 estudiantes a 2013, asistía a colegios privados, para secundaria era solo 1 de cada 40.[1] Mientras que en el 20% de mayores ingresos, más de la mitad asistía a colegios privados. Como vemos, si bien la educación privada no es exclusiva de ricos, la correlación con nivel de riqueza es más que obvia. Las diferencias entre ambos sistemas se ven reflejadas en indicadores como la deserción escolar, siendo un 20% mayor para las y los adolescentes que asisten a la escuela pública. La deserción escolar es de 7% para el quintil más rico pero sube a un 28% para el quintil más pobre, unas cuatro veces más.[2]
Las brechas educativas empiezan mucho antes de llegar a la escuela y es que las inequidades más crudas se pueden ver reflejadas entre los hogares dominicanos. Un estudiante que asiste a una escuela pública tiene un 20% más de posibilidades de provenir de un hogar sin agua en la red pública, que uno que asiste a un colegio privado. El promedio de estudiantes con computadora en sus hogares era menos de la mitad en estudiantes de centros públicos respecto a los privados. Lo mismo ocurre con otros indicadores como la calidad de las viviendas. Por tanto, las inequidades entre los centros educativos no es más que un reflejo de las inequidades entre los hogares de donde provienen sus estudiantes. Es de esta manera, tal como habíamos mencionado en el artículo anterior, que la educación pierde su potencial como herramienta para enfrentar las desigualdades en un espacio donde estas se incrementan.
Por su parte con el hecho de que un 92.8% de las escuelas privadas están localizadas en zonas urbanas, la división rural-urbana no iba a ser la excepción.[3] Mientras que en las zonas rurales hay solo un colegio privado por cada 12 públicos, en las urbes esta relación es de prácticamente uno privado por cada público. El 59.1% de todos los colegios privados del país se concentran en la región Metropolitana, que incluye a las provincias de Santo Domingo y el Distrito Nacional.
Los roles de género afectan al estudiantado de manera diferente en el sector público y privado. Para las niñas y adolescentes los principales motivos que afectan la asistencia a la escuela son el embarazo en edades tempranas (así como el trabajo doméstico y de cuidados), mientras que la deserción por necesidad de generar ingresos es una razón mucho más presente en niños y adolescentes varones. Los adolescentes de las escuelas públicas presentan una propensión más alta al abandono escolar con relación a sus pares de los colegios privados.
Como podemos constatar, prácticamente todos los aspectos de la vida de las y los estudiantes están marcados por fuertes inequidades. Esto hace que titularse de bachiller bajo condiciones dignas sea un privilegio. Por tanto, las políticas educativas deben combinarse con políticas sociales que ataquen las desigualdades que se presentan fuera de las aulas. Un sistema educativo inclusivo y de calidad rompe desde la raíz la reproducción de las desigualdades sociales Una educación pública, gratuita y de calidad para todas y todos crea cohesión social y reduce las desigualdades. Apostar a una educación pública gratuita de calidad, es apostar a que las oportunidades lleguen a toda la población.
*Esta serie de artículos se desprende de un estudio exploratorio sobre los procesos actuales de privatización de la educación en los niveles de primaria y secundaria y su impacto sobre las desigualdades realizado por el autor y Oxfam. Ver informe nacional e informe global.