Cuando la violencia llega al nivel del asesinato, en su despacho, de un funcionario de la valía humana y profesional de Orlando Jorge Mera, es momento de que el Estado, las iglesias, la sociedad civil, los gremios y profesionales de la salud mental, los partidos políticos y la sociedad en general, se aboquen a reflexionar sobre un problema, que si bien es mundial, tiene que ser enfrentado, no con aparatajes policíacos-militares, sino con programas sociales que emanen de las recomendaciones de los sectores citados.
Mientras tanto, como ciudadanos cada uno de nosotros tiene el deber de realizar una introspección para ver en qué medida, a nivel personal, estamos contribuyendo, sin darnos cuenta, al cultivo de una cultura de violencia que puede manifestarse inconscientemente, en el trato que damos a nuestros cónyuges, a nuestros hijos, a nuestros compañeros de trabajo y, en sentido general, a todas las personas con las que, por una causa u otra, tenemos que interactuar.
El problema de la violencia es multifactorial y se agrava con la situación de estrés que vive la sociedad por lo que se requiere de la unión de todos los dominicanos de buena voluntad para la adopción de medidas que puedan combatir, eficientemente, este mal social que nos agobia.