Estados Unidos: deuda y crecimiento

Estados Unidos: deuda y crecimiento

Julio E. Diaz Sosa

De acuerdo con el centro de investigación económica Peterson Institute, la deuda pública de los Estados Unidos alcanza el umbral de los US$35 billones, lo que representa un 123 % del PIB nominal. Por su parte, según las cifras publicadas por la Oficina de Análisis Económico (BEA, por sus siglas en inglés) del Departamento de Comercio, el PIB ha crecido en términos nominales en US$6.5 billones desde el cuarto trimestre del año 2020. Sin embargo, de la misma manera, la deuda pública ha crecido en US$7 billones en términos nominales. La interrogante que surge es la siguiente: ¿El crecimiento económico que ha experimentado la economía estadounidense en los últimos años ha sido impulsado por el fuerte endeudamiento del gobierno federal?


A través de los años, los economistas hemos determinado que el crecimiento del PIB nominal en términos estructurales es impulsado por tres parámetros esenciales: el crecimiento de la fuerza laboral, el crecimiento de la productividad total de los factores, que en gran medida indica la eficiencia de una economía, y finalmente la inflación. En los últimos años, la economía estadounidense ha logrado mantener su vitalidad con base en estos indicadores. Por ejemplo, el crecimiento de la fuerza laboral ha sido vigoroso y sostenible debido al aumento de la inmigración, lo que, a su vez, se ha traducido en un aumento de la productividad, que también ha sido impulsado por el avance tecnológico. Esto ha permitido que la economía estadounidense presente una tasa de crecimiento del PIB real de alrededor del 2 %. Sin embargo, estos factores han contribuido al crecimiento del PIB nominal del país desde el último trimestre del 2020 en tan solo US$1.5 billones.


El resto del crecimiento del PIB nominal desde la pandemia puede ser explicado por el fuerte endeudamiento por parte del gobierno federal, fruto de los grandes paquetes de estímulos para salir de la crisis generada por el COVID-19. Auspiciar el crecimiento con endeudamiento ha sido la norma desde que el presidente Richard Nixon anunció, el 15 de agosto de 1971, que el país abandonaba el patrón oro; dicho patrón ha sido sustituido por el patrón crédito. El endeudamiento no es ni bueno ni malo, siempre y cuando se utilice para inversiones de capital productivas e impulsar reformas estructurales. Durante la administración del presidente Biden, el Congreso de los Estados Unidos aprobó una legislación denominada Build Back Better, que buscaba mejorar la infraestructura del país, uno de los principales factores que ha ralentizado la competitividad y el crecimiento sostenido de la economía estadounidense en los últimos años. Sin embargo, una parte importante del paquete de estímulo se destinó al consumo, lo que fue uno de los principales factores que condujo a la espiral inflacionaria de los años 2021 y 2022.


El gran reto futuro de la economía estadounidense es mantener su competitividad y un crecimiento económico sostenido con una acumulación de capital productiva. En el corto plazo, el reto es evitar una recesión. El crecimiento del PIB real en el segundo trimestre del año fue del 3 %, según la BEA. El manual de cuentas nacionales de 2008 nos provee un indicador que mide la producción: el Ingreso Nacional Bruto (INB). El Producto Interno Bruto (PIB) y el Ingreso Nacional Bruto (INB) miden el valor total de la producción de la economía, pero lo hacen utilizando diferentes métodos y datos. El PIB rastrea todos los gastos en bienes y servicios finales producidos, mientras que el INB rastrea todos los ingresos recibidos por quienes produjeron esa producción. De acuerdo con la economista estadounidense Claudia Sahm, históricamente, el promedio de ambos es un buen predictor de lo que será el PIB después de futuras revisiones.


En realidad, la economía estadounidense presenta un crecimiento moderado dentro de los parámetros de los últimos años, con un aumento de la fuerza laboral y de la productividad, así como una inflación que cede terreno. Esto se perfila como la dosis perfecta para que la Reserva Federal, en un par de semanas, anuncie un recorte de tasas que, de cierta forma, podría cristalizar el tan ansiado «aterrizaje suave» que la Fed ha pregonado en los últimos años, en beneficio de todos los estadounidenses.