Por Dra. Maribel Grullón- Nutrióloga Clínica-Oncológica y Deportiva/@dragrullonth
A medida que envejecemos, nuestro cuerpo atraviesa cambios que afectan la manera en que nos alimentamos, lo que hace que los adultos mayores sean especialmente vulnerables en el ámbito nutricional. Los factores que más influyen en la dieta de este grupo se pueden dividir en cinco categorías principales: físicos, fisiológicos, alimenticios, psicosociales y ambientales.
Factores físicos: La salud bucodental deteriorada, como problemas para masticar y tragar (disfagia), afecta gravemente la ingesta de alimentos en los adultos mayores. También se reduce la producción de saliva y la capacidad de digerir, lo que complica el consumo de una dieta equilibrada. Además, la disminución del sentido del gusto y el olfato contribuye a una menor motivación para comer.
Factores fisiológicos: El envejecimiento conlleva una pérdida de masa muscular y un aumento en la masa grasa, acompañado de una reducción del metabolismo basal. Esto significa que las personas mayores deben ajustar sus hábitos alimentarios para evitar el exceso de grasa y garantizar una ingesta adecuada de proteínas. El uso frecuente de medicamentos también puede interferir en la absorción de nutrientes esenciales.
Factores alimenticios: Es importante educar a los adultos mayores sobre la nutrición adecuada para evitar deficiencias de vitaminas y minerales, especialmente en lo que respecta a frutas y verduras. La suplementación puede ser necesaria si la dieta es insuficiente, y debe incluirse como parte del cuidado integral de su salud.
Factores psicosociales: La soledad y los problemas económicos juegan un papel significativo en la alimentación de los adultos mayores. Muchos enfrentan dificultades para acceder a alimentos saludables debido a limitaciones financieras, y enfermedades mentales como la depresión pueden alterar significativamente sus patrones alimentarios.
Factores ambientales: La presencia o ausencia de una red familiar o de apoyo también influye en la alimentación de los mayores. Las personas que viven solas tienden a tener menos supervisión en su ingesta diaria de alimentos, lo que aumenta el riesgo de malnutrición.
Consecuencias de una mala nutrición
La desnutrición en los adultos mayores, a menudo resultado de una ingesta insuficiente de nutrientes o problemas de absorción, puede tener graves consecuencias en su salud. La pérdida de peso y la debilidad muscular incrementan el riesgo de caídas y enfermedades.
Recomendaciones para una dieta saludable en el adulto mayor:
- Proteínas: Se recomienda un consumo diario de 1-1.2 gramos de proteína por kilogramo de peso, favoreciendo alimentos ricos en leucina para conservar la masa muscular.
- Hidratación: Beber entre 2 y 2.5 litros de agua al día es esencial para evitar la deshidratación.
- Vitaminas: Aumentar la ingesta de alimentos con vitamina D y considerar suplementos si es necesario.
- En fracturas óseas: Incrementar el consumo de proteínas y micronutrientes como calcio, magnesio y zinc.
Por último, evitar el tabaco y el alcohol, así como realizar actividad física regular, son hábitos claves para mantener la salud y la calidad de vida en la adultez mayor. Recordar que cada persona es diferente y tendrá sus propias recomendaciones dependiendo de su situación de salud particular por lo que es importante individualizar. Esta columna es la sección educativa de la Sociedad Dominicana de Nutrición Clínica y Metabolismo. Escribe tus preguntas a articulos@gmail.com y nos puedes encontrar en @sodonuclim.