Demostrado está que aquí lo falsificamos casi todo, desde las medicinas que no curan nada hasta el ron que no solo emborracha sino que también envenena y mata, por lo que debemos estar atentos, abrir bien los ojos, lo que dada la habilidad y maña de los falsificadores resulta cada vez mas difícil para el ciudadano común, que no siempre tiene quien lo defienda o proteja de los inescrupulosos.
Y por ese lado es mucho lo que falta todavía por hacer, aunque algo se ha avanzado luego de la creación de Proconsumidor, que hace lo que puede pero lo cacarea mas de lo que debe, como si con una cosa pudiera compensar la otra.
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También hay que reconocer los esfuerzos que realiza la Oficina Nacional de Derecho de Autor (ONDA), organismo encargado de administrar, regular y tutelar todo lo que tiene que ver con el derecho de autor en la República Dominicana, que hace unos días se anotó un tanto con la incautación, en un operativo realizado en la ciudad de Santiago junto al Ministerio Público, de mas de mil unidades de material escolar falsificado, elaborado de forma clandestina, afectando marcas debidamente registradas y en violación a la ley 65-00 sobre Derecho de Autor. Sin embargo, en la información que dio cuenta de la incautación del material falsificado, destinado a niños y adolescentes en edad escolar, no se habla de apresamientos ni sometimientos a la justicia de los falsificadores, cuya identidad no debería ser muy difícil de establecer por el Ministerio Público haciendo las preguntas correctas a las personas indicadas.
Y es que no solo se trata de un delito sino también de un gran negocio, probablemente mas grande de lo que imaginamos, del que alguien se está beneficiando de manera ilegal, y al que debe ponérsele freno. Pero para que eso ocurra hay que ubicar la imprenta clandestina donde se elaboró ese material, lo que permitiría identificar a su clandestino propietario. Y eso no debe ser muy difícil, vuelvo a repetirlo, si se hacen las diligencias necesarias.