Cuando Faride afirma que será para bien todo lo que vaya a pasar en torno a sus aspiraciones de intentar buscar otro periodo como senadora del Distrito Nacional suena como alguien que ya se resignó a que eso no ocurrirá, sea porque se lo indican claramente los hechos, la inexplicada indefinición de su partido sobre el candidato o candidata que postulará en esa importante plaza electoral, o porque ya se le informó directamente al igual que las razones, y se le pidió que le diera la oportunidad al partido de hacer el anuncio oficial. Pero sean ustedes, amables lectores, el jurado: “Yo apuesto a la transformación que inició el presidente Luis Abinader y que encabeza el Partido Revolucionario Moderno, del cual soy parte y he trabajado de manera permanente”.

Cierto es que hay muchas maneras, o mejor dicho muchos cargos en la administración pública, desde los cuales contribuir a la transformación con la que dice estar tan comprometida, sobre todo si la reelección del presidente Abinader recibe el apoyo mayoritario de la población en las elecciones del año que viene, como también lo es que con ella el PRM se ha manejado muy mal, al menos por lo que se ve desde las gradas, razón por la cual no somos pocos los que consideramos, y algunos lo hemos puesto por escrito, que se le ha maltratado sin ninguna necesidad.

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Tampoco hace falta ser experto leyendo entrelíneas para descifrar el mensaje oculto detrás de las declaraciones del mandatario en las que afirma, luego de ponderar positivamente a Faride, que el Distrito Nacional le queda pequeño. Su respuesta a ese piropo envenenado de consuelo fue todo lo política que debió ser, dadas las circunstancias, pero volvió a dejar claro que no ha renunciado a sus aspiraciones de volver a ser senadora del Distrito Nacional.

El problema está, insisto, en que por lo que se ve desde fuera y susurran desde dentro todo indica que su partido parece tener un candidato que se ajusta mejor a su tamaño, y no precisamente por un problema de estatura.