Felicidad positiva de los jóvenes

Felicidad positiva de los jóvenes

José Miguel Gómez

Placeres y ocios, autogratificación y momentos felices, se han convertido en los objetivos más deseados para alcanzar la felicidad. Y, para reforzar estos estímulos, a los jóvenes les han construido a través de la publicidad, el cine y las redes sociales, los nuevos hábitos que se consumen para sentir la autogratificación inmediata de la vida del goce.
Los estímulos de la autogratificación que estimulan al cerebro: dopamina, serotonina, endorfina, se consiguen con las actividades adrenérgicas que, al mismo tiempo, son placereadas, impulsivas, ansiosas y auto-relajantes; creando la adicción en las personas, como son: marihuana, cocaína, heroína, video juegos, anfetaminas, etc. sin embargo, los más usados, el alcohol y la nicotina también crean la dependencia y producen la infelicidad oculta.
Pero la felicidad es subjetiva, no se palpa, no se compra, se puede llegar a medir su valor con la calidad de vida, las satisfacciones parciales, con el disfrute, el bienestar y la satisfacción general de la vida. Pero ni siquiera el ingreso o el confort son indicadores de la felicidad.
La vida posmoderna, del espectáculo, el entretenimiento, del goce y del disfrute como expresión de felicidad está influenciando a millones de jóvenes desde los de la generación Y, Z y milenium. Ese condicionamiento, junto a los indicadores psicosociales, a la desesperanza aprendida, a la exclusión, discriminación y desigualdades para competir y sobrevivir las duras realidades de la inequidad social, resultan ser frustrante, angustiante y, hasta alineante para continuar dentro de las limitantes estructurales.
Esos resultados empujan a cientos de jóvenes al autoengaño, al escapismo social y a la pérdida del juicio crítico para entender la pobreza de la “felicidad”. Los momentos felices y los placeres descontrolados no son predictores de la felicidad; sin embargo, a los jóvenes hay que explicarles las otras vías de la felicidad, como son: propósitos de vida, capacidad para resolver problemas, habilidades personales, la adaptación social, el equilibrio, placeres controlados y el disfrute de hábitos que no dañen.
Momentos felices, o momentos de goce y ocio, son partes esenciales que se deben realizar con ciertas periodicidad, todos los días, a cada momento, durante la semana y los meses; con espacios y personas significativas, oxigenantes y nutrientes que reproduzcan el bienestar social, emocional y espiritual. Para la felicidad no hay edad, ni estatus social, ni ocupación, ni estado civil.
Para lograr la felicidad jóvenes, hay que aprendera vivir con las actitudes emocionales positivas: alegría, empatía emocional, compasión, bondad, reciprocidad, altruismo, solidaridad, perdón, afectividad y adaptación emocional. Es importante no auto-engañarse, ni distraerse, ni dejarse conquistar con el consumo desmentido, la cultura de prisa, ni el neofilismo, ni la visibilidad de las redes, donde las personas expresan sus éxitos, sus caras felices y su vida fluida que no siempre es sinónimo de felicidad.
Para sentir la felicidad fluida y positiva hay que asumir la vida con un enfoque optimista, esperanzador, donde cada joven descubra cuál es su verdadera montaña; ósea, como subirla, poner fe, esperanza, fortaleza emocional, resistencia y esfuerzo para alcanzar la cima de la montaña. La felicidad hay que conquistarla, construirla, aprenderla de forma integral. Pero aprender que es algo individual, personal, donde cada uno es responsable de su proyecto de vida y de su bienestar. Para luego, derramar sus emociones positivas, su afectividad, su optimismo, su bondad y reciprocidad en las demás personas.
Los jóvenes que asumen la felicidad positiva, asumen placeres controlados, hábitos saludables, vida con propósito, con espiritualidad, valores y emprendurismo para ir detrás del primer empleo y de la vida organizada.
La vida loca, el goce desmedido, el gasto sin control o la velocidad con adrenalina, no puede ser felicidad. Ya que el que busca de la felicidad se cuida, se quiere, se ama, se valora, se considera, se respeta y cree merecerse lo mejor.

Jóvenes, luchen por su felicidad, por sus logros y propósitos de vida.

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