El Movimiento Interiorista es uno de los movimientos literarios de mayor permanencia e impacto en República Dominicana. Fue fundado el 28 julio de 1990 en Moca por el doctor Bruno Rosario Candelier. Los cimientos de su estética suman valor, tanto al escritor como al lector, al constituirse en un atrio hacia la trascendencia del ser al volcar al individuo hacia la observación de sí. La función estética de su narrativa y poesía permiten al escritor percibir los objetos que captan su atención; atesorar su valor e impacto inicial, la emoción y sensación inmediata que le provocan. Además, convertirlos en forma, en el colorido de las descripciones, en el sonido del ritmo del logos, en ese yo distinto de su yo. Se trata del objeto convertido en sujeto. Foco de los sentimientos e imágenes con los cuales acoge el llamado a concebirse y concebir el universo.
La expresión estética de los pueblos se modula alrededor de sus creencias, los mitos y el alma espiritual que sustenta su mundo. Convertida en palabras, símbolos e imágenes hace representable su cosmovisión y sostiene el espíritu y la conexión de su gente en el tiempo. Es el arte que eleva y ayuda a trascender. Bajo esas premisas se gesta el Movimiento Interiorista y su filosofía (estética).
Bruno Rosario Candelier, Premio Nacional de Literatura, declara que la poética interior que los grupos literarios del Ateneo Insular asumen como su ideario estético presenta los siguientes principios: expresión interior del hombre y del ser con profundización en la realidad trascendente y los prototipos ideales que recrean las formas arquetípicas en las que el creyente confía para vivir; la búsqueda del sentido prístino en una comunión entrañable con la naturaleza; la inmersión en la subjetividad para recrear la percepción íntima, personal y auténtica, testimoniando la experiencia vivencial, el contacto directo con el mundo, el acontecimiento que es la vida desde la propia e intransferible percepción, entre otros principios de no menor importancia.
Los versos de José Frank Rosario nos dan un atisbo de ese testimoniar el contacto con el mundo: “Llamarte como se llama a una puerta: “Dando golpes firmes sobre un madero muerto. /Y que respondas, / sea desde tu oscuro pasado o de tu porvenir incierto. / Nada más triste en la noche/ que una voz batallando entre los huesos/ de un cadáver de silencio… (Rosario, 2015).”
El Interiorismo ve al ser humano como un ser que, conciente o inconcientemente, va al encuentro de la trascendencia espiritual; pretende, a través de su literatura, ayudarlo en el proceso. Experimentemos algunos otros versos y reflexiones de creadores interioristas como una pequeña muestra de las obras de este importante movimiento de la literatura dominicana. Prosigamos con versos de “La colina interior”: “Se quiebra mi voz en los espejos/ al desnudarme ungido con la tierra. /Los galopes hablan un idioma/ arcano de temblores/ y testimonian el tiempo y la eternidad… (Jaime Tatem Brache, 2009).”
Carmen Pérez Valerio, una de las principales fundadoras del movimiento señala que: “El Interiorismo es una mirada poética a todo lo existente, que logra transmutar el mundo objetivo en realidad sensible, esencial y trascendente, capaz de ser percibida por el creador, quien libera su conciencia en el interior de la realidad que lo convoca… El Interiorismo es algo más que un movimiento literario, es una forma de ver y percibir el mundo a través de la creación; un estilo de vida donde belleza y conocimiento conforman una estética integradora y reveladora de la existencia (Pérez Valerio, 2010).”
Hay dos exhortaciones que nos hacen destacados escritores interioristas surgidas de sus reflexiones sobre el tema que nos convoca: Tulio Cordero nos explica que una existencia jamás es dada fuera del vórtice de una realidad concreta, que siempre es compleja y multiforme. Nos recuerda que colocarse o imaginarse uno fuera de esta realidad no sería más que un suicidio metafísico (Cordero, 2017). Sélvido Candelaria refiere, por su lado, que la vivencia estética no debe ser una aventura aislada y pasajera, ni mucho menos mosaicos de percepciones, insiste que tienen que ser experiencias modificadoras de nuestras actitudes que nos hagan replantear el concepto de la belleza que, antes de vivirla, teníamos sobre la creación de una obra (Candelaria, 2015).
Esta literatura va dirigida a la acción que libera. Se realiza mediante la contemplación y meditación del mundo, de las cuales surgen dudas, preguntas, acciones y a veces un despertar de la conciencia que queda plasmado en la obra. El tema es un pretexto para decir lo que la intuición le susurra al oído… Roberto Adames escribe los siguientes versos: “La noche. Esquirla de mi tumba. / Han crecido huéspedes en mi sueño. / Veo el ojo como se evapora una alborada. / Vuelan hojarascas/ Todo es una agitada respiración de ausencias… (Adames, 2015).”
Algo que se destaca en la estética del Movimiento Interiorista es el uso de un lenguaje particular, tejido de la descentralizada realidad que surge en cada instante de sus múltiples experiencias. Acá les copio unos de mis versos: “Muero. / Esparce semillas en mi tumba…, /quiero florecer (Berrido, 2012).”
El lenguaje interiorista se manifiesta abiertamente en José Acosta, quien con una poesía reveladora de los mundos ocultos nos canta… “He escrito la palabra profundo/ Y ha nacido un pozo en mi papel/ donde cabe el mundo. / Cruzo el lindero/ de la palabra y ya profundo/ es una mancha donde se pierde la mirada. / Escribo agua y bebo. Sangre y lloro. / Hoy todo lo escrito ha buscado su efigie/ Su osadía de ser, su forma. / Y he aquí escribo hombre/ Y surge alguien que me besa. / Escribo Dios y algo se esconde/ Y mi papel simplemente tiembla/ (Acosta, 2015).”
La obra interiorista ha ido prevaleciendo en el tiempo, elevando y transformando el espíritu a través del mundo creado donde yace la inmanencia del ser. Los versos de la poética de Pedro Gris, no dejan dudas al respecto: “Toda la dicha que llorando apagamos/ la colocamos en el corazón de lo que nace (Gris, 2009).”
Según Emilia Pereyra el valor principal del interiorismo es la libertad en la creación, y en la búsqueda incesante de maneras de expresión literaria (Pereyra, 2015). En el mismo orden de ideas, Fausto Leonardo Henríquez en su trabajo “Defensa del Interiorismo” asegura que los lineamientos y postulados estéticos interioristas no son una camisa de fuerza para los creadores; al contrario, son una lanzadera para la inteligencia, un puerto con mar abierto para aquellos que quieran bucear en lo profundo de la trascendencia. Disfrutemos de sus versos: “Cuando entré en un clima sobrenatural/tocaba mi piel y la sentía como de aire, / y al hablar no hacía falta la voz, /sino la mirada/ y la sinceridad del cristal desnudo/ del alma rutilante/ (Fausto Leonardo Henríquez, 2015).”
El impacto del Movimiento Interiorista se manifiesta en el crecimiento y penetración a países como: Haití, Puerto Rico, Cuba, Costa Rica, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Colombia, Chile, Argentina, Cuba, España, Italia y Estados Unidos; así como por los premios y reconocimientos que han recibido sus escritores. Veamos unos versos del poema Borrón y cuenta nueva del interiorista español Teodoro Rubio:
“Todo aún es posible/ Mientras siga/ La semilla muriendo y dando fruto. /Todo, todo es posible, / Mientras tengan los días, en su sombra, /
la alborada/ Y el amor se renueve en el crepúsculo. /
Que así se multiplique nuestra dicha…/ (Teodoro Rubio, 2015).”
Consecutivamente, provocan conmoción los versos de Cementerio de la Tarde: “Pretendo la soledad pero todo me asiste: / solo entre ramas y azahares/ hay una multitud insólita. / Ahora todo mi universo es fronda/ silabario ancestral/ brumas desdibujadas y pausas… (Guillermo Pérez, 2005).”
Lamentablemente, el espacio es breve para la vasta obra interiorista. De tal manera que solo me queda felicitar al maestro y escritor Bruno Rosario Candelier y a los creadores interioristas en el vigésimo noveno aniversario de la fundación del Movimiento Interiorista. Su entrega total a la literatura dominicana no ha sido en vano, sus frutos se multiplican y dejan huellas perennes.