Entre el brillante artista catalán Josep Gausachs (1891-1959) y nuestra primera artista visionaria Clara Ledesma (1924-1999), cuya obra y personalidad se sitúan al mismo nivel que las de Frida Kahlo, Leonora Carrington y Amelia Peláez, entre otras figuras emblemáticas del arte latinoamericano del siglo XX, llegaría a desarrollarse una relación tan estrecha, fructífera y sublime, cuyo registro “al detalle”, en caso de que todavía y/o alguna vez se atrevan a resistir los “pendencieros” del estupor, la fuga y el delirio, resultaría uno de los capítulos de mayor magnetismo y fascinación en el racconto” procesual de la modernidad artística dominicana.
Nacido en Sarriá, Barcelona, España, el 1 de mayo de 1889, Josep Gausachs i Armengol desembarca en Puerto Plata con su hijo Francisco Gausachs Aisa, el 11 de enero de 1940. De inmediato, el “caballero transterrado” será redimido desde el Caribe por el Dr. Rafael Díaz Niese (1897-1950), quien le “descubre” entre los más de 3,500 refugiados europeos: hebreos, austríacos, alemanes húngaros y españoles que llegan a la República Dominicana entre 1939 y 1940 a consecuencias de la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Civil Española (1936-1945). En 1942, forma parte del núcleo de artistas, intelectuales y educadores-fundadores de la Escuela Nacional de Bellas Artes.
Nacida en Santiago de los Caballeros, el 5 de marzo de 1924, Clara Ledesma realiza sus estudios primarios y secundarios en la Escuela Ercilia Pepín de su ciudad natal. Desde temprana edad, demuestra gran talento para el dibujo. Ya en su adolescencia, ingresa en la “Academia Yoryi”, fundada en 1932 por su primer maestro: Jorge Octavio-Yoryi-Morel Tavárez (1909-1979), donde permanece hasta finalizar sus estudios secundarios.
Los inicios de la inspiradora y fructífera relación entre Josep Gausachs y Clara Ledesma se registran hacia principios de la décadas de los 40, inmediatamente ella se traslada con su familia desde Santiago a la ciudad capital para formar parte del primer grupo de estudiantes de la Escuela Nacional de Bellas Artes. En 1942, Gausachs tiene 51 años de edad y Clara 18. Una diferencia de 33 años. Ella termina sus estudios en la ENBA en 1948. Sin embargo, a pesar de las diferencias de género, edad y nacionalidad, durante las próximas dos décadas, el avezado taumaturgo catalán y la clarividente imaginera dominicana llegarán a forjar una profunda y hermosa relación, basada esencialmente en su plena entrega a la creación, así como en el cariño, el respeto y la admiración recíproca.
Clara Ledesma no tuvo reparos en declarar que, entre todos sus maestros, Gausachs fue el único que le había dejado una huella imborrable en su vida y en su obra…“le debemos mucho al profesor Gausachs. En cuanto a mí puedo decir que si hay algún mérito en mi pintura, a él se lo debo. Fue mi maestro -y con esto creo que lo digo todo-porque la palabra maestro encierra muchas cosas: compartir la labor, el entusiasmo, las alegrías, los desalientos, las penas, los éxitos y los fracasos. En suma, comprensión y confianza entre dos espíritus. Me enorgullece saber que el maestro Gausachs tuviera confianza en mí”…Carlos Curiel: “Homenaje póstumo a un gran artista”, El Caribe, 2 de agosto, 1959, pág. 15. Citado por Juan José Mesa en su riguroso ensayo “La otra Clara” (2012).
En diferentes textos y contextos, reconocidos especialistas, galeristas y coleccionistas del arte dominicano contemporáneo, tales como Danilo De los Santos, Juan José Mesa, Marianne de Tolentino, Abil Peralta Agüero, Laura Gil Fiallo, Paula Gómez Jorge, Lilian Carrasco y Fernando Báez Guerrero, han reflexionado con notable amplitud sobre la paradigmática relación entre maestro y discípula/artista y modelo; una relación intensa, fraterna y sublime que en ocasiones se torna tan enigmática y apasionante y que casi queremos adivinar con ansiosa precisión el proceso en que Clara Ledesma se convierte en la musa ideal o en la amada real de Josep Gausachs.
En su brillante ensayo “El cosmos final y recapitulado de Clara Ledesma”, nos advierte Danilo De los Santos: “Si bien la Woss y Gil irradió con su independiente femineidad a Clara Ledesma, de manera indirecta, lo contrario ocurre con el maestro Gausachs que, además de serlo fue un amigo íntimo y liberador de la entonces joven mulata con cuerpo de avispa y espesa cabellera que atraía además por el singular donaire cibaeño y una diáfana voz de murmullo…
“Ella, al igual que Hernández Ortega, formó parte del taller particular de su principal orientador, convirtiéndose incluso en modelo captado en diversas situaciones, en pequeños trozos de papel, mientras convivían sin tiempo para la creación imaginaria que los conatos de la realidad provocaban. El resultado principal de esta experiencia fue que ella descubrió el deslinde entre lo real y lo subjetivo, adentrándose en este último plano”… Ver claraledesma.blogspot.com (01.12 .2012).
Entonces, si Gausachs fue “atrapado” por la magia, la luz, el ritmo, la solidaridad y la sensualidad del Caribe, ¿cómo no iba a quedar encandilado ante la exótica y cautivadora presencia de Clara Ledesma? En 1954, el maestro y su pupila favorita van más allá de la amistad y asumen la experiencia implicante del compromiso social con la fundación del “Grupo los 4”, junto a Jaime Colson (1901-1975) y Gilberto Hernández Ortega (1923-1979). Y este hecho es suficiente para confirmar que su relación jamás fue superficial, sino una conexión expresada, fortalecida y revelada desde su sagrada y amorosa comunión espiritual a través del arte.
Mientras tanto, manifestaciones elocuentes de este diálogo virtuoso y cristalino, resultan el conjunto de obras sobre papel que integran la formidable exposición “José Gausachs. El Caballero de Montparnasse/Origen de la Pintura Dominicana Contemporánea”, así como las más de 80 obras, entre pinturas sobre tela y técnicas mixtas sobre papel, que conforman la excelente muestra titulada “Clara Ledesma/Espejo de la Memoria”, las cuales siguen abiertas hasta mediados de este mes de junio en la segunda planta del Museo de Arte Moderno en horarios de martes a domingo, de 9:00 a.m. a 5:00 p.m.
Integrando pinturas, dibujos, textos, libros, catálogos, fotografías y documentos personales de Clara Ledesma y Josep Gausachs, el extraordinario conjunto expositivo de estas dos muestras, reunido gracias a la labor de protección y conservación que vienen desarrollando el galerista e investigar Juan José Mesa y el coleccionista Fernando Báez Guerrero, además de testimoniar su profundo vínculo existencial y creativo, se constituye en una ventana privilegiada que nos permitirá valorar nuevamente los aportes trascendentales de estos dos grandes maestros inmortales del arte dominicano.