George Kennan: EE. UU. AA, la Guerra Fría y la guerra política encubierta para dominar el mundo: resultados en América Latina

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12. La guerra económica en contra de Bosch: En los capítulos “Bosch en jaque” y “La caída de Bosch”, John Bartlow Martin detalla (aparte de las mentiras groseras) todos los obstáculos económicos que confrontó el gobierno constitucional para obtener préstamos de la Agencia Internacional para el Desarrollo o la Alianza para el Progreso. (El destino dominicano, pp. 467-556). Estas obstrucciones incluyeron las huelgas de los comerciantes contra Bosch, la oposición acerba de la prensa y los líderes de los partidos golpistas en contra del préstamo con la “Overseas”, guerra mediática alentada por Martin y su embajada para obligar a Bosch a promulgar una ley anticomunista que deportara a los castro-comunistas.

13. Jimenes Grullón, un antiboschista visceral, firmante del acta de los partidos políticos que avalaron el golpe de Estado de 1963, tardíamente arrepentido de su acción, reconoció la guerra económica del gobierno de Washington en contra de Bosch: «Y –cosa más grave aún– Newell Williams –el hombre de la AID– le había dicho [al embajador Martin], ‘sin darle importancia: ‘Moscoso, Betancourt y Harriman han llegado al acuerdo de que Bosch se ha acabado y hay que quitar las manos… Me dijo que creía que Washington había decidido que Bosch iba a caer y, por lo tanto, no pensaba invertir más dinero en la República’.» (Obra citada, p. 346).

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En cambio, la AID reforzó sus préstamos a instituciones educativas oligárquicas (Universidad Católica, Instituto Superior de Agricultura, Asociación para el Desarrollo, el Instituto de Estudios Superiores en 1964, convertido en Universidad en 1965 y luego reconocido como universidad con personalidad jurídica por el gobierno de Balaguer en 1968, entre otras tantas) como una forma de debilitar al gobierno y al partido de Bosch y apuntalar al Triunvirato y a los hombres de empresa de Santo Domingo y el Cibao.

Financiamiento a los partidos políticos antiboschistas golpistas con donaciones de la CIA a través de fundaciones estadounidenses (Ford, Rockefeller, etc.).

La guerra mediática y sus tres tipos de propaganda (blanca, gris y negra) mediante la labor deletérea de los columnistas dominicanos de “Prensa Libre”, “El Caribe”, “La Nación”, “Cachafú” y los programas de televisión y radio golpistas. Las huelgas de los sindicatos y las asociaciones de empleados públicos como FENEPIA, FENAMA y el sindicato de trabajadores de la Corporación Dominicana de Electricidad. Los columnistas rabiosamente anti-Bosch fueron, aparte de Ornes y Bonilla Aybar, Mario Bobea Billini, Pedro Álvaro Bobadilla, Julián Espinal-Potemkín, Robinson Ruiz López, Jottin Cury, Alfonso Moreno Martínez, J. R. Hernández, Antonio Fernández Spencer (usó el seudónimo de Hipólito Verdugo en “Prensa Libre”), Juan Isidro Jimenes Grullón, Mario Read Vittini, Julio César Estrella, Alfonso Acosta Féliz, Enrique J. Alfau, Federico C. Álvarez, Domingo Octavio Bergés Bordas, Hugo Francisco Álvarez Valencia, Reginaldo Atanay Cruz, Ángel Severo Cabral, Luis Augusto Caminero, Tomás Reyes Cerda, Juan Tachuelas (seudónimo en Prensa Libre, pero no lo he identificado, quizá era el mismo Bonillita), Miche Medina, Fernando Muñiz, Federico Díaz Andújar, el cura Antonio Fernández Ormaechea, el cura Gutiérrez, Diómedes Vinicio Dotel, monseñor Eliseo Pérez Sánchez, Salvador Pittaluga Nivar, Agustín S. Puig, César A. Ramos Fernández, Carlos T. Roa, Luis E. Pou Henríquez, Joaquín Balaguer y su demoledor artículo “Las tres comidas calientes” (El Caribe, 18/sept/1963, p. 7), entre otros.

La guerra sicológica que sometió al pueblo dominicano a un estrés cotidiano con el anuncio de que una catástrofe nacional sucedería si Bosch continuaba en el poder.

La guerra cultural encubierta a través del Servicio de Información de los Estados Unidos (USIS, en inglés), el Instituto Cultural Domínico- Americano, la Cámara Americana de Comercio, conferencistas y pastores evangélicos estadounidenses itinerantes cuya misión era el adoctrinamiento anticomunista: viajes estudiantiles y de nuestros profesionales, organizaciones periodísticas, políticas, económicas, universitarias, religiosas, etc., con la finalidad de reforzar la hegemonía cultural de los Estados Unidos frente al comunismo internacional, sus programas de difusión masiva de publicaciones marxistas, premiaciones, viajes de intelectuales a Moscú y sus países satélites y becas a estudiantes de países “subdesarrollados” para estudiar en universidades soviéticas.

Iglesia católica, mítines de reafirmación cristiana e iglesias evangélicas agitaban diariamente contra el gobierno “comunista” de Bosch.

Sindicatos y gremios estudiantiles llegaron a coincidir con los promotores de la propaganda anti-Bosch. Verbigracia: el Bloque Revolucionario Universitario Cristiano (BRUC) en la Universidad Autónoma de Santo Domingo y la Asociación Nacional de Estudiantes Secundarios (ANES) recibieron fondos encubiertos de la CIA mediante tapaderas locales.

Acciones preventivas, de sabotaje (quema de caña en los bateyes del Central Río Haina o Corporación Azucarera Dominicana), antisabotaje, medidas de demolición y evacuación y grupos de liberación formados por refugiados (tipo antiDuvalier con el general Cantave, anticastristas cubanos de Miami, luchas antiguerrilleras en Bolivia y República Dominicana contra el alzamiento del 1J4 en Las Manaclas, el Che Guevara y Francisco Alberto Caamaño en 1967 y 1973.

§ 31. Y, para ponerle la tapa al pomo del derrocamiento de Juan Bosch el 25 de septiembre de 1963, he aquí la lista de los 22 periodistas extranjeros pagados por la CIA mediante tapaderas. Cotidianamente libraron la guerra política mediática anticomunista contra el gobierno constitucional y desparramaron, principalmente, en “El Caribe”, “Prensa Libre” y en “La Nación”, la campaña ideológica deletérea de la doctrina Kennan en los hogares dominicanos. (Acosta Matos, obra citada pp-218-230, describe el pedigrí de estos sujetos):

1. Joseph Alsop era descendiente del expresidente Theodore Roosevelt y mantuvo estrechas relaciones con los presidentes Franklin Delano Roosevelt y John F. Kennedy. Su nombre es expresamente mencionado por Carl Berstein, en el artículo “La CIA y los Medios” (1977, como uno de los 400 periodistas norteamericanos que trabajaban para la Agencia de espionaje.

2. Walter Lippmannn sirvió como capitán de la inteligencia norteamericana en el frente francés durante la Primera Guerra Mundial. Recibió la “Presidential Medal of Freedom” en 1964.

3. Joaquín Maurín Juliá, exiliado republicano español en los Estados Unidos, fundó en 1949 la “American Literary Agency (ALA)”, la cual publicó para América Latina numerosos trabajos de importantes escritores y periodistas latinoamericanos y españoles, bajo el denominador común del anticomunismo. Pablo Neruda fue excluido en 1970 por su militancia política y el norteamericano Waldo Frank por sus simpatías hacia Fidel Castro y la Revolución cubana. Durante la Guerra Fría, organizaciones de este tipo eran frecuentemente usadas por la CIA para llevar a cabo su “guerra cultural y política encubierta”, como lo evidencian ampliamente los documentos desclasificados de la propia Agencia. En ALA prestaron sus servicios Pere Pagés de Elies (pseudónimo: Víctor Alba) y Luis de Zulueta y Escolano.

4. Don Bonafide fue miembro del “Presidency Reasearch Group” y corresponsal en la Casa Blanca de la revista “National Journal” con Richard Nixon.

5. Drew Pearson, como miembro del “Amnerican Friends Services Committee”, durante la Primera Guerra Mundial, prestó servicios en Serbia. Llegó a ser tan influyente en la política norteamericana que se les atribuyen a sus campañas el encarcelamiento de cuatro congresistas, la renuncia (y suicidio) de John Forrestal, secreta de Defensa del presidente Truman, y de Sherman Adams, jefe de Estado Mayor del presidente Eisenhower. También severos daños causados a las carreras políticas del general Patton y del senador McCarthy.

6-7-8. Los tres periodistas del exilio cubano -Guillermo Martínez Márquez, Jorge Quintana y Jorge Castañeda-, radicados en los Estados Unidos, estaban inmersos en la batalla de los grupos opositores a la Revolución [cubana]. En 1963 mantenían una beligerancia militar e ideológica radicalmente anticomunista, apoyados por el gobierno de los Estados Unidos y su comunidad de inteligencia. Otro grupo de periodistas extranjeros que escribían con frecuencia en los tres periódicos dominicanos citados fueron los anticomunistas Jules Dubois, Joachim van Wassenberg, Raúl Andrade, Hernán Robleto, Tad Szulc, David Morgan, Luis de Zulueta, Frederick Steiner, Theo Gregory, Nate White, J. F. Meyer, Julio Antonio Roy, Américo Roca, Ronald Hingley, Malcolm W. Browne, David Floyd, Michael Eric y José Antonio Pedraza (Acosta Matos, p. 216).

9. Roscoe Drummond, fue director informativo del Plan Marshall (1949-1951). Miembro fundador de “Freedom House”, llegó a formar vicepresidente de su Junta Directiva (1965-1967).

10. Severo Colberg Ramírez, sobresaliente político puertorriqueño, miembro del Partido Popular Democrático, fundado en 1938 por Luis Muñoz Marín, y partidario del mantenimiento del estatus de la isla como Estado Libre Asociado. Representante a la Cámara (1965-1968); secretario del Senado (1969) y vicepresidente de la Cámara (1973-1976).

11. B. Wierzbianski, vinculado laboralmente con dos emisoras radiales, buques insignias de la propaganda norteamericana en tiempos de la Guerra Fría: la Voz de las Américas y Radio Europa Libre. Ocupó importantes cargos en dos organizaciones pantallas durante la “guerra política encubierta”: presidente de la Unión Internacional de Periodismo (1948) y del Comité Internacional de Periodismo de la OEA (1962).

12. Malcolm W. Browne fue, durante dos años, reportero de la revista de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos, “Stars and Stripes”, durante la guerra de Corea.

13. El periodista David Floyd, experto en Rusia del “Daily Telegraph”, participó en la operación que brindó apoyo a la deserción en Londres del escritor soviético Anatoly Kutznesov (agosto de 1969). Trabajó estrechamente ligado al “Information Research Department (IRD)”, dependencia secreta del “Foreign Office” inglés, que mantuvo estrechos vínculos con la CIA y estaba destinada a combatir la influencia soviética en países del Tercer Mundo y en áreas culturales e informativas.

14. El resto de los 22 periodistas y escritores extranjeros que publicaron regularmente sus artículos en “El Caribe”, “Libre” y “El Tiempo” (antiguo vespertino La Nación) dirigido por Tomás Reyes Cerda fueron los siguientes, sindicalizados en el consorcio Agencia Latino-Americana (ALA), todos vinculados, unos más, otros menos, a la campaña anticomunista internacional de la guerra político-mediática encubierta: Germán y Rosa Arciniegas, Alfonso Reyes, Luis Alberto Sánchez, Antonio [Arturo, DC] Uslar Pietri, Miguel Ángel Asturias, José Vasconcelos, Luis Araquistáin, Ramón J. Sender, Salvador de Madariaga, Ricardo Paseyro, Luis de Zulueta Escolano, Alejandro Casona, Antonio Espina, Francisco Ayala, Juan Antonio Cabezas y Ramón Gómez de la Serna. Para el caso de los periodistas y escritores iberoamericanos, consultar la lista en Joan Franco, “The Decline and Fall of the Lettered City. Latin America in the Cold War”, ya citado).

15. Si olvidé algún nombre, a los investigadores interesados que expurguen a los colaboradores extranjeros de “El Caribe”, “Prensa Libre”, “La Nación” y “El Tiempo”, ventrílocuos de la guerra político-mediático-cultural de la doctrina Kennan desde los años 1945 hasta el cierre de estos últimos tres periódicos. Salvo error u omisión, el único intelectual dominicano que escribió para ALA fue Federico Henríquez Gratereaux.

§ 32. CONCLUSIÓN 1. Agradecer a Eliades Acosta, Frances Stonor Saunders y Joan Franco la publicación de su obra acerca de la guerra política, mediática y cultural encubierta ejecutada por la CIA y el Departamento de Estado como política exterior de los Estados Unidos. Copio dos citas de Acosta Matos y James Petras sobre la guerra política anticomunista orientada a la preservación de los intereses estadunidenses: «La manera en que la labor cultural de ALA, aparentemente neutral y apolítica, se vinculaba con el engranaje de la política de los Estados Unidos en la Guerra Fría, y sustancialmente, con los programas de formación de líderes latinoamericanos pronorteamericanos, quedaba al descubierto en una carta de [Ramón] Sender a [Joaquín] Maurín, de la que no se precisa la fecha: ‘La juventud de los países de Hispanoamérica [tras leernos] se inflama de santo entusiasmo, y luego el Departamento de Estado invita a sus líderes, y ellos van cayendo por Alburquerque y dando a mi pobre vanidad satisfacciones monstruosas’». (Acosta Matos, p. 227).

Cita de Petras: «La CIA organizó congresos culturales, exposiciones y conciertos. También publicó y tradujo autores conocidos que seguían la línea de Washington, apadrinó el arte abstracto para contraatacar cualquier manifestación artística con contenido social, subsidió revistas que criticaban al marxismo, al comunismo y a los políticos revolucionarios, y defendían, o al menos callaban, ante la política destructiva del imperialismo yanqui. La CIA fue capaz de domesticar a algunos de los más altos exponentes de la libertad intelectual de Occidente, y ponerlos al servicio de tales políticas, pagándoles por ello’». (Acosta Matos, pp. 228-229).

§ 32. CONCLUSIÓN 2. El viento frío de la revolución de abril de 1965 fue el linchamiento moral de los participantes en el derrocamiento del gobierno constitucional de Juan Bosch: CIA, oligarcas, obispos, curas, pastores, militares, partidos políticos, periódicos golpistas y articulistas rabiosos. De ellos solo ha quedado un mal recuerdo y el polvo eterno del olvido. No quedó títere con cabeza en esta revancha preparada por el autor del libro “Crisis de la democracia de América en la República Dominicana”. Solo le ha sobrevivido, un poco desvaído y alejado del pensamiento boschista, el Partido Revolucionario Moderno.

(FIN).

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