Parte 1 de 5
La poeta y novelista nicaragüense Gioconda Belli conoció desde pequeña el aislamiento y la soledad propia de una niña internada en un colegio de monjas de clausura. A una tierna edad empezó a desarrollar su escritura a través de cartas como una manera de no sentirse tan aislada del mundo. Era una escritora en ciernes y aquella era su manera de comunicar sus pensamientos y su mundo imaginario. Al plasmar todo aquello en un papel que tendría un remitente final sentía que su universo se ampliaba, en cierto modo, era un tipo de libertad al que tenía derecho. Sin saberlo, aquello era un acto de iniciación que marcó la vida de aquella tierna niña cuya sensibilidad a flor de piel la convirtió en un ser compasivo con ansias de libertad.
Le tocó vivir la dictadura de Anastasio Somoza, quien se mantuvo 16 años al mando del Gobierno de Nicaragua. Este sombrío tiempo se caracterizó por el maltrato social, los abusos indiscriminados y una terrible represión y persecución política. Para entonces, en su adultez temprana, Belli trabajó en el mundo de las publicitarias, donde conoció a la persona que la puso en contacto con el Frente Sandinista de Liberación Nacional, partido político nicaragüense fundado en su origen como una organización política-militar de izquierda. Surgió dentro de la corriente de movimientos de liberación nacional de la década de 1960, inspirada en el legado nacionalista y antiimperialista de Augusto César Sandino, quien sostuvo una guerra de guerrillas contra la intervención estadounidense en Nicaragua entre 1927 y 1933. La escritora pensó que uniéndose a este grupo podría ayudar a liberar a su país de tan nefasto Gobierno. Sufría en carne propia el dolor de un pueblo que vivía bajo el yugo de un dictador que no solo tiranizaba al pueblo, sino que mataba a sus opositores como lo hizo con el general Sandino. De la noche a la mañana, Gioconda Belli, que siempre tuvo un espíritu libre y proactivo, se convirtió en una mujer revolucionaria, fuerte y decidida.
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Con el tiempo y bajo el mando de los sandinistas en el poder, Gioconda Belli vio que la forma de gobernar y manejar la cosa pública no era lo que se había prometido, pero tampoco era un desenlace que ella podría defender. El asunto llegó al punto que el Gobierno que representaba a los sandinistas le despojó de la nacionalidad en 2023. Ella, en plena entrevista televisiva y en un acto simbólico, rompió en pedazos el documento físico y declaró que su ciudadanía y su amor a la patria no dependían de un papel. Al preguntársele si se había arrepentido de su lucha contra Somoza respondió con una actitud seria y decidida que no se arrepentía de su accionar de aquellos años, luchó por la libertad de su pueblo frente a la dictadura y quedó con la fuerte experiencia de lo que es una guerra.
Gioconda Belli terminó siendo una destacada escritora cuya literatura ha sido objeto de importantes premios locales e internacionales. Cuenta con una cantidad importante de libros en su haber, todos con títulos cautivadores: El país de las mujeres (2023-Seix Barral); El pergamino de la seducción (2022-Seix Barral); Las fiebres de la memoria (2018-Seix Barral); Waslala (2017–Booket); El intenso calor de la luna (2014-Seix Barral); Sofía de los presagios (2013-Seix Barral): El país de las mujeres (2013-Booket); Escándalo de miel (2011-Seix Barral); La mujer habitada (2010-Seix Barral), su primera novela, obtuvo el Premio de los Bibliotecarios, Editores y Libreros de Alemania a la Novela Política del Año (1989), a lo que se sumó el Premio Anna Seghers; El infinito en la palma de la mano (2008-Seix Barral), recibió el Premio Biblioteca Breve de Novela de 2008 otorgado por la editorial española Seix Barral y el Premio Sor Juana Inés de la Cruz de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara; El pergamino de la seducción (2007–Booket) le mereció en 2005 el Premio Pluma de Plata en la Feria del Libro de Bilbao, España; Waslala (2006 – Seix Barral); El pez rojo que nada en el pecho ganó el XXX Premio de Poesía Jaime Gil de Biedma, en Segovia, España, entre muchos otros.
Si bien hay autores que escriben desde la inocencia germinal y nunca recibieron enseñanza universitaria ni tuvieron grandes experiencias de vida, este no es el caso de la incansable viajera Gioconda Belli. La escritora bien puede ser la representante de la mujer completa. Declara frecuentemente lo orgullosa que se siente de ser mujer en todo el sentido de la palabra, sin miedo a expresar el erotismo propio de la vida (Eros en manifestación). La escritora es creativa, culta, y tan curiosa como Eva, personaje nuclear de la novela que aquí tratamos. Se revela, expresa y actúa como un ser libre en busca de cambios que conduzcan al bien común. Se trata de una autora sin prejuicios que sin perder su feminidad y sin culpar a los hombres de todos los males del mundo se expresa en su obra con libertad y sin ningún tipo de camisa de fuerza que la aten por el derrotero de la comercialización y manipulación de una obra superficial. La profundidad del contenido de sus obras y la estética de la forma definen la calidad de sus escritos. Belli es una mujer observadora, de mente contemplativa y una dimensión intuitiva de la que hace uso. Su lenguaje poético es propio de almas emancipadas en comunicación con lo espiritual plasmado en el mundo físico (naturaleza) y en el ser interno.
Por otro lado, la obra con su trama impecable denota que la autora otorga gran importancia a la investigación para lograr una novela de peso en la que la ficción y la verdad se entrecruzan. Ficción como efecto de aquello que provoca a la autora. Realidad entretejida con ficción. Y es que como diría Ricardo Piglia:
“La ficción trabaja con la verdad para construir un discurso que no es ni verdadero ni falso. Que no pretende ser ni verdadero ni falso. Y en ese matiz indecidible entre la verdad y la falsedad se juega todo el efecto de la ficción” (2014, p.13).
Para el caso que nos ocupa la ficción surge de la historia de Adán y Eva: real para los creyentes (la creación de los primeros seres humanos) y mito para los no creyentes. Y es que:
“[…] el ser humano está hecho de racionalidad e imaginario y los mitos constituyen un tipo específico de relatos, poblados de personajes irreales, de episodios dramáticos, con interpretaciones múltiples –religiosas o no– que pueden maravillarnos, intrigarnos, consolarnos, darnos pautas, ayudarnos a encontrar sentido a lo que nos sucede… Los mitos siempre resultan activos a causa de su influjo sobre nuestras creencias y nuestras acciones y sobre la vida de los pueblos” (Bauza, 2005, p.11).
Este ensayo es parte del trabajo publicado en Plenamar