El Gobierno, en lugar de disculparse sinceramente sobre su despropósito fiscal, sigue inculpando a gobernados no entenderlo; cuando es el Gobierno que no ha entendido el mensaje ciudadano sobre reformar fiscalidad: No es que no quiere reforma, es que no quiere esa que el Gobierno presentó. Quiere otra racional, inductora de pudor y escrupulosidad del gasto.
Le es aplicable la testarudez reprochada en las escrituras al pueblo de Israel.
La ciudadanía le ha señalado al Gobierno la impertinencia e improcedencia de aumentar imposiciones para seguir gastando ligera y alegremente.
La reacción gubernamental al rechazarse su propuesta ha sido altanera y resentida.
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Ha quedado sorprendidamente impactado que reclamos ciudadanos hayan podido someter su aplastante mayoría formal. Por justos.
Respirando por la herida, ha dicho que no presentará más reforma; lo que significa dejar al garete la fiscalidad, déficits y endeudamientos, en momentos que bonos dominicanos bajan de precio en mercados internacionales; exponiéndonos a desarticulaciones financieras.
Inculpa a la ciudadanía, exculpándose, de no entender lo que ellos debieron hacer entender.
El oficialismo congresionale amenaza que la ciudadanía “llorará lágrimas de sangre” por forzar retiro de nuevas imposiciones; inculpándola de las consecuencias que su irresponsabilidad y supeditamiento gubernamental pudieran ocasionar.
La culpa del rechazo la tiene el Gobierno por no haber precedido mejorías en el gasto a aumentos impositivos.
Hasta tanto el Gobierno no presente estas mejorías, será difícil obtener endoso a nuevas imposiciones.
Los que contribuyeron a retirar la “modernización” deben satisfacerse con haber dejado claro mensaje: no es posible aumentar imposiciones prescindiendo de previsiones para gastar austeramente.
Procede contener tentaciones triunfalistas de sectores que dentro de aguas revueltas pretenden disminuir autoridad de autoridades.
Debilitar el principio de autoridad que debe regir toda sociedad es exponerla al garete; sobre todo ante signos observados de desgano ciudadano frente autoridades, pocos medios asistieron a La Semanal y pocos ciudadanos se interesaron en formar parte de la Cámara de Cuentas.
¡Cuidado si antes de 100 días del presente periodo constitucional, emergen amenazas de frustración política alentada por testarudeces gubernamentales!