“Ninguna modificación a la Constitución podrá versar sobre la forma de gobierno establecida en el artículo 4 de esta Constitución, que deberá ser siempre civil, republicano, democrático y representativo. Tampoco podrá versar sobre las reglas de elección presidencial establecidas en el artículo 124 de esta Constitución”.
“Ningún funcionario de elección popular podrá beneficiarse de una reforma constitucional realizada durante su mandato, cuando esta verse sobre las reglas de postulación, elección y permanencia del cargo que ocupa”.
Con esa motivación del proyecto de ley que declara la necesidad de la reforma constitucional y ordena la reunión de la Asamblea Nacional Revisora, será aprobada la reforma constitucional poniendo fin a la ambición continuista, cáncer y metástasis de la institucionalidad democrática en la República Dominicana.
No hay que ser estudioso de la historia o experto jurista para estar consciente de que los presidentes continuistas ribetearon los mil y un atajos para asegurarse la continuidad en el poder para tratar de saciar su insaciable ambición desmedida de poder.
¡Siempre teniendo a mano, todos ellos, a abogados del diablo que por su plata les han bailado más bonito que el mono!
Gracias, presidente Luis Abinader, por trazar el camino para dejar atrás esa fatídica contaminación que ha sido el continuismo para nuestro país.
Gracias, presidente, porque el continuismo, “justificado” por la ambición personal de quienes se creen gobernantes predestinados a mantenerse en el poder o a maniobrar eternamente para conquistarlo, ha sido el principal factor de distorsión de la vida política, económica y social de la República desde sus inicios.
Hoy, en una ola de incertidumbre que desafía a la democracia en todo el mundo, aquí hemos iniciado el desarrollo de un fortalecimiento institucional en el plano electoral que da lugar a la consolidación de las libertades y derechos en todos los demás órdenes.
Por eso hay que ampliar, profundizar y consolidar las bases de esa democracia electoral, y como propone el presidente Abinader blindarla asegurándonos de que nunca más un presidente de la República pueda saltarse en su beneficio mediante la fabricación de una mayoría calificada para extender su mandato, a futuro como hicieron los presidentes Fernández en 2010, o de inmediato, como el presidente Medina en 2015.
La petrificación constitucional para cercenar las 7 cabezas de la ambición continuist, será el valladar de los ambiciosos sin límites y la garantía de que nuestro sistema institucional sea sosteniblemente democrático.
Como nos recuerda Eddy Olivares, tras la muerte de Roosevelt Estados Unidos aprobó la Enmienda Veintidós, en febrero de 1951, en la que se petrificaron los términos presidenciales como sigue: “Nadie podrá ser elegido más de dos veces para el cargo”.
Al “norte revuelto y brutal” le ha ido bien con esa petrificación. A nosotros también nos irá bien.
¡Gracias, señor presidente!