La supuesta compra de dirigentes políticos con recursos del Estado sería una práctica dañina y desleal, que debilitaría el sistema de partidos, la institucionalidad y la democracia de un país.
Es por eso que presentar una denuncia tan grave de manera infundada, tal como lo han hecho recientemente actores de diferentes partidos políticos, es una total imprudencia que demuestra el desespero de ciertos sectores que se han quedado sin argumentos ante su evidente pérdida de popularidad.
Al señor Francisco Javier, uno de los principales artífices de esta campaña de desprestigio, parece olvidarse que cuando el PLD estaba en el gobierno fueron muchos los acercamientos y los recursos entregados a distintas alcaldías, sin importar el partido político al que pertenecían. Tanto es así que el entonces ministro de Obras Públicas, Gonzalo Castillo, era conocido como “el ministro de los alcaldes” o “el ministro municipalista”, por sus cercanas relaciones y constante apoyo a los diferentes ediles del país.
Ahora, al cambiar la posición del tablero, vemos a representantes de éste y de otros partidos quejarse del supuesto uso de “asignaciones especiales” para comprar voluntades políticas de dirigentes. ¿Cuáles voluntades y cuáles asignaciones? Si revisamos las cifras ofrecidas por el portal “Municipalidad en tus manos”, podemos corroborar la entrega de recursos por parte del Poder Ejecutivo y la Liga Municipal Dominicana a los distintos gobiernos locales; incluido el del municipio de Santiago de los Caballeros, cuyo actual alcalde sabemos que es Abel Martínez, candidato presidencial por el PLD. Entonces, si recibir recursos es sinónimo de aceptar la compra de voluntades, tendríamos que incluirlo dentro de la lista negra por tener un monto asignado de más de 50 millones para la construcción de aceras y contenes por el programa de apoyo a gobiernos locales.
Más que una denuncia sincera, parecería una estrategia de usar el tema como táctica dilatoria, para ganar tiempo en la preparación del discurso de campaña que tendrá que embotellarse su candidato presidencial.
Es hora ya de elevar la discusión política y dejar de subestimar la inteligencia del pueblo. En lugar de lanzar acusaciones inconsistentes, los líderes de estos partidos deberían revisarse, analizarse para salir de la obsolescencia, y emprender el camino necesario para su urgente renovación. El electorado y el país entero se lo merecen.