(Este Encuentro es un resumen de la conferencia auspiciada por la embajada dominicana ante el Reino de España, que presenté en Madrid, en Casa de América, el 7 de octubre de 2021).
El 12 de octubre de 1492 un grupo de españoles liderados por el italiano Cristóbal Colón llegó a una isla llamada Guanahani después de cruzar el océano Atlántico. Aunque ellos pensaron que estaban en Asia, en realidad habían llegado a América, y afirmaron que nos habían “descubierto”, aunque 500 años antes otros europeos habían penetrado el continente americano.
Ese día se conoce en España y el resto de América Latina como el “Día de la Hispanidad”. En muchos países del continente americano se denomina como el “Día de la Raza”, en un intento de hacer memoria del inicio del intercambio de culturas entre europeos y americanos, una vez se produjo la accidental llegada a América.
¿Qué pasó el 12 de octubre de 1492? Un marinero llamado Rodrigo Pérez de Acevedo, afirman algunos historiadores, o Juan Rodríguez Bermejo, dicen otros; mejor conocido como Rodrigo de Triana, divisó a lo lejos un lote de tierra y avisó emocionado al almirante.
Lo que nadie discute es que los españoles del siglo XV buscaban una ruta hacia Asia, pues estaba, junto a Portugal sumido en una profunda crisis de suministros de bienes. Las mercancías que provenían de allí estaban dominadas por el monopolio turco primero e italiano después
En ese contexto, Cristóbal Colón fue una pieza más en el ajedrez de poder y crisis que existía en Europa, y especialmente en España y Portugal. Ante la negativa de los reyes de Portugal, Colón acudió a los reyes de Castilla. El marinero italiano obtuvo permiso para llevar a cabo una empresa de “descubrimiento”. Las Capitulaciones de Santa Fe fueron más que generosas al conceder a Colón los títulos hereditarios de almirante del Mar Océano, virrey de las Indias y gobernador de todas las tierras que descubriera en su viaje, así como la décima parte de la riqueza que reportaran tales descubrimientos.
La gran pregunta es: ¿celebrar o reflexionar? ¿El 12 de octubre de cada año es una ocasión para celebrar? ¿Qué celebrar? ¿Celebrar que llegaron a tierras desconocidas y se adueñaron de ellas sin la autorización de sus habitantes? ¿Celebrar el exterminio de los indios? ¿Celebrar el comercio triangular y la trata de negros, uno de los negocios más aberrantes y nefastos del capitalismo mercantil emergente? ¿Olvidar que el Caribe, a partir del siglo XVI y principalmente en el siglo XVII fue escenario de luchas inter imperiales en Europa? ¿Celebrar o reflexionar que en la trata de esclavos los comerciantes desalmados traficaron más de 12 millones de esclavos? ¿Celebrar que el hispanismo se convirtió en una ideología dominante que resaltaba que los rasgos de nuestra identidad eran predominantemente hispánicos, olvidando a los indios sometidos y subyugados y luego a los negros vendidos como objetos y tratados como animales?
Los historiadores Consuelo Naranjo y Miguel Ángel Puig-Samper, editores del libro “La esclavitud y el legado cultural de África en el Caribe”, base de la exposición del mismo nombre que se inauguró el 7 de octubre en el Museo de las Américas, señalan con claridad meridiana el forzoso encuentro de culturas que significó la llegada de los españoles a América:
“El propósito de esta obra es dar a conocer a un público amplio uno de los fenómenos de mayor trascendencia y vergüenza para la humanidad como fue la esclavización de más de doce millones y medio de africanos que fueron trasladados a América y obligados a trabajar y vivir como esclavos. Muchos países participaron en la trata de esclavos en distintos momentos y con diferente intensidad (Gran Bretaña, Portugal, Francia, España, Dinamarca, Países Bajos, Alemania, Estados Unidos…). Fue una empresa que generó grandes beneficios y en la que participaron a distinta escala desde mercaderes, comerciantes, reyes, capitanes de barcos, compañías comerciales y hacendados, hasta personas de medianos ingresos. En ocasiones los europeos compraban los esclavos a jefes africanos, en otras los capturaban directamente”.[1]
Creo que ha llegado el momento de repensar este singular hecho histórico. Para repensar nuestra historia, pero, sobre todo, llamar la atención sobre el sometimiento de los indios y la esclavización de millones de africanos a quienes trataban como mercancías. Reflexionar sobre la responsabilidad histórica de los países, la mayoría de las potencias europeas, que procurando beneficio económico jugaron con la vida humana. Esas mismas potencias donde nacieron las ideas de la libertad y de los derechos humanos. Francia, escenario de la Revolución Francesa, conocida como el símbolo indiscutible de la lucha por las libertades y en contra de los valores monárquicos, fue, sin embargo, la colonizadora de Haití, donde impuso un régimen esclavista de los más horrendos de la historia caribeña.
Hoy en octubre de 2021 tenemos que repensar muchos retos. La denuncia de los horrores de la historia sin caer en el panfletismo irracional, es y será una tarea permanente. La humanidad no ha recuperado la fe en el futuro. Da vergüenza que todavía, en el siglo XXI, sigamos incentivando el racismo. Es una aberración saber que las diferencias profundas entre los que tienen todo y los que no tienen nada o muy poco, es abismal y en vez de achicarse se agiganta. Repensemos la historia y luchemos por un futuro mejor.
[1] Ibid. P. 13.
VERSAINOGRAMA A SANTO DOMINGO»
“ Perdonen si les digo unas locuras,
en esta dulce tarde de febrero,
y si se va mi corazón cantando,
hacia Santo Domingo, compañeros.
Vamos a recordar lo que ha pasado allí,
desde que don Cristóbal, el marinero,
puso los pies y descubrió la isla,
¡ay, mejor no la hubiera descubierto!
porque ha sufrido tanto desde entonces,
que parece que el diablo y no Jesús,
se entendió con Colón en ese aspecto.
Esos conquistadores españoles,
que llegaron desde España, por supuesto, buscaban oro y lo buscaron tanto, como si les sirviese de alimento.
Enarbolando a Cristo con su cruz,
los garrotazos fueron argumentos,
tan poderosos que los indios vivos,
se convirtieron en cristianos muertos.
Aunque hace siglos de esta historia amarga, por amarga y por vieja se la cuento, porque las cosas no se aclaran nunca, con el olvido ni con el silencio.
Pablo Neruda (fragmento)