Haití, un enfermo sin médicos ni dolientes

Haití, un enfermo sin médicos ni dolientes

Haití, una nación de casi 12 millones de habitantes que exhibe entre sus blasones su lucha temprana por la independencia y la abolición de la esclavitud en América, atraviesa desde hace varios años por una crisis desgarradora, llena de horrores. Prácticamente aislado, la crisis haitiana ha servido, entre otras cosas, para contemplar sorprendidos la inacción de la comunidad internacional. El devastador terremoto del 2010 y el posterior asesinato del presidente Jovenel Moise, en julio de 2021, no fueron suficientes para atraer la atención y la cooperación a favor de la reconstrucción de la nación haitiana. Estos dos acontecimientos, con intensidades similares, desdibujaron a Haití. Las instituciones fueron arrastradas y el caos, el hambre, la barbarie y el desamparo se apoderaron del país más pobre de América.

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En un primer momento llamó poderosamente la atención la incapacidad de organismos internacionales como la Organización de Estados Americanos (OEA) y las Naciones Unidas (ONU) para tender manos amigas a favor de Haití. Pero tampoco lo hicieron entidades financieras tan poderosas e influyentes como el Banco Interamericano de Desarrollo y el Banco Mundial. Es decir, Haití es como un enfermo agravado por el tiempo pero a quien los médicos cercanos, vecinos, no miran, no se conduelen, no ejercen sensibilidad. El tardío auxilio de la ONU, con una misión militar multinacional para restablecer el orden y preparar las condiciones para celebrar elecciones y disponer de autoridades más o menos legítimas, no ha pasado de ser una expresión de buena intención, a pesar de la disposición de Kenia.

Pero lo peor de todo este panorama es la inacción de América Latina y la región del Caribe. Los países de la región nada han hecho por Haití. Algunos no han pasado de la retórica, generalmente hueca de contenido y de propuestas, y la mayoría ha respondido con el silencio. El viejo sueño de las relaciones horizontales entre países subdesarrolladas no se ha visto ni siquiera como propuesta renovada. Los recursos de América Latina y el Caribe no han estado disponibles para Haití. ¡Oh, América, amante de la retórica!

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