Por: George Latour Heinsen
El célebre, carismático arquitecto, teórico, urbanista austríaco Hans Hollein (1934-2014), nació en Viena en 1934, donde se graduó de arquitecto en 1956 en la prestigiosa Akademie der Bildenden Künste Wien.
Posteriormente, continuó sus estudios primero en el Instituto de Tecnología de Illinois en 1959 y luego, en 1960, una Maestría en Arquitectura en le Universidad de Berkeley en California. Durante sus años de estudios pudo conocer y estudiar con grandes maestros como Mies van der Rohe, Frank Lloyd Wrigth y Richard Neutra entre otros. Fueron sobre todo visionarios como Friedrich Kiesler y Richard Buckminter Fuller, quienes estimularon a Hollein y lo involucraron en un vivo intercambio de pensamientos que influyeron en gran medida la continuación de su actividad.
Después de trabajar en varios estudios de arquitectura en Suecia y Estados Unidos, se instaló en Viena, donde su primer encargo fue en 1965 para la revista Architectural Farum. A partir de aquí, se convirtió en uno de los máximos exponentes de esa parte de la arquitectura contemporánea capaz de transformar los edificios en auténticos iconos urbanos.
Curador de la Sexta Bienal de Arquitectura de Venecia en 1996, Hollein basa su trabajo en la búsqueda de una relación interlocutoria con el espacio, así como la idea de utilizar el edificio como medio de comunicación.
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Paralelamente a su actividad profesional, Hollein, también ha ejercido como catedrático en Estados Unidos y Europa. Su trabajo se presenta a menudo en los programas de enseñanza de las principales escuelas de arquitectura.
A Hans Hollein le fue otorgado en 1985 el prestigioso Premio Pritzker, equivalente de la arquitectura al Premio Nobel.
Hablamos de uno de los exponentes más interesantes de la arquitectura contemporánea, gracias a su constante búsqueda de una superación de la crisis de la arquitectura racionalista. La misión de Hollein era sobre todo encontrar un lenguaje en el cual la citación del pasado, la historia, la cultura y la preparación personal, pudiera encontrar un equilibrio perfecto. Su poética compositiva parte del concepto de que la arquitectura es, desde el principio, signo, ilusión, espacio, idea, cédula, ritual y obra de arte.
Según Hollein, la impresión y la atmósfera que genera un edificio tienen un peso decisivo. En sus obras, para Hollein es fundamental la dimensión psicológica. El arquitecto austriaco utiliza sabiamente elementos asociativos y metafóricos para fortalecer su idea de la dimensión emocional en la arquitectura.
Hollein fue uno de los exponentes más importantes de diseño posmoderno en Europa. Fue un arquitecto visionario, capaz de manejar formas complejas y sobre todo de hacer de los edificios verdaderos iconos urbanos. Su principal característica es sin duda la de abordar el diseño de una obra como arquitecto y como artista.
Esto le permite crear un vínculo empático, con la construcción del edificio, con los materiales, las formas, la luminosidad y las características del lugar. Desde su punto de vista, el arquitecto debe ser capaz de crear una obra de arte independiente de las demás obras de arte y sobre todo para otros seres humanos. Una forma de diseño y arquitectura que no conoce límites, proyectada continuamente hacia el futuro, como nos muestra una de sus estructuras más controvertidas: La Casa Haas.
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Este es un edificio comercial en Viena, frente a la Catedral de San Esteban, cuya forma se asemeja a la forma de la fortaleza romana que en el pasado estuvo en el sitio. Con grandes secciones de vidrio espejado en la fachada, una esquina del edificio fue diseñada sobre la estación del Metro, creando una división efectiva entre dos espacios públicos. Todavía hoy es criticado por contrastar con el estilo arquitectónico tradicional de Viena.
Una característica de Hollein es su capacidad para jugar con las cualidades espaciales del lugar, considerando el edificio como un medio de comunicación, como un sismógrafo. Según Hollein, los arquitectos deben anticiparse a los cambios que se van a desarrollar en la sociedad y la cultura. Al mismo tiempo, tienen que aplicar la búsqueda de nuevos materiales a la tecnología de la construcción. Hollein sitúa así al arquitecto como un artista global, responsable de la configuración de todo el entorno.
En una entrevista a Hollein en 2009, un periodista de la revista Architektur & Bau Forum decidió citar la advertencia de Bernhard Shaw, según la cual hay que desconfiar de los viejos porque son indiferentes al futuro, Hollein le respondió: “¿Quieres saber si el anciano frente a ti es peligroso”? sé bien, que yo, el mañana podría verlo o no. Al mismo tiempo hoy podía vislumbrar un futuro para los próximos diez o quince años. No me corresponde a mí decidir. ¿Soy peligroso por esto?.
La advertencia de Shaw no era adecuada para el grande Hollein, consciente de su avanzada edad, nunca se sintió fuera de juego, a los 75 años estaba listo para dar al mundo algunas de sus obras más importantes.
Entre sus obras recordamos: la Remodelación del Museo Albertina (Viena), Hotel Hilton (Viena), Centro Europeo de Vulcanología (Auvernia), Edificio Interbank (Lima), Oficinas en el Donaukanal (Viena), Embajada austriaca (Berlín), Proyecto Museo Guggenheim de Salzburgo, Shedhalle (Sankt Pölten), Ganztagsschule Köhlergasse (Viena). Edificio Hass (Viena), Museo del Cristal y la Cerámica (Teherán), Museo de Arte Moderno de Francfort, Museo Abteiberg (Mönchengladbach), Galería Feigen (New York), Comercio Retti (Viena), Escuela Donaucity (Viena), etc.
Entre los Premios y Reconocimientos: 1966-1974 Reynolds Award, (1974) City of Vienna Prize for Architecture, (1983) DeutscherArchitektupreis, (1983) Grand AustrianStatePrize, (1985) Premio Pritzker, (1990) Condecoración Austriaca de las Ciencias y las Artes, (1994) Condecoración de Oro por servicios a la Ciudad de Viena, (1997) Cruz de Comendador de la Orden del Mérito de la República Federal Alemana, (2003) Oficial de la Legión de Honor, (2009) Medalla de Oro de Honor por Servicios a la República de Austria., etc.